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A lo que otros ni siquiera con meses de convivir con él pudieron advertir, este hombre con pocos minutos lo supo

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A lo que otros ni siquiera con meses de convivir con él pudieron advertir, este hombre con pocos minutos lo supo. Lo desconoció.

O, mejor dicho, lo reconoció.

¿Por qué lo estaba disfrutando tanto? Tampoco lo entendió. Pero vaya que lo hacía.

¿Yo? ¿De qué hablas, Peter? ―Prefirió hacerse el tonto.

Él barrió su mirada incrédula desde su cabeza hasta sus pies. Vio que negaba, y volvía a escudriñarlo con aquellos brillantes ojos. Queriendo hallar qué es lo que estaba mal con el sujeto que tenía enfrente. Y es que ni siquiera su sentido arácnido punzaba en señal de peligro.

¿Cómo lo haría? Si genética, anatómica y fisiológicamente, él era Miguel O'Hara.

Además, su propio sistema orgánico creaba defensas contra las de la especie de su anfitrión. Siendo algo así como invisible a la punzada arácnida.

Mmm. Saboreó todos y cada uno de los gestos del humano. Desde el temblor en su labio inferior y el tic ansioso de frotar sus dedos entre sí, hasta el titubeo por lo bajo que parecía tener consigo mismo. Yendo entre frases "no es posible", "¿es él?", y más balbuceos vacilantes. 

Quiso abrazar al más bajo entre sus brazos, estrujarlo y lamer la marca rojiza que había causado en su cuello. O hacerlo sangrar más, cualquier opción estaba bien.

Comenzaba a entender por qué estaba disfrutando tanto la situación. Posiblemente, se debía a que, en los meses que llevaba siendo Miguel, nadie le había visto realmente, nadie le había puesto atención como el castaño delante suyo.

Ah, ese era uno de los defectos de fábrica de los humanos: su necesidad de socializar. Porque son "seres sociables por naturaleza". Y pensar que Miguel estuvo solo tanto tiempo, después de todo, el muchacho había sido producto de fertilización in vitro, es decir, algo así como ser creado de forma artificial en una probeta, un laboratorio siendo su hogar y las pruebas genéticas su día a día. Fue educado de manera particular para convertirse en el jefe de esa sociedad, previamente manejada por la empresa multiversal que lo hizo... Sí, era comprensible que reaccionara ante la compañía, atención y calidez que le ofrecía alguien como Peter, y que quisiera monopolizarlo.

― ¿No me crees?

Ladeó la cabeza en un gesto inquisitivo. Así que, acortando la distancia entre ellos, agarró la mano de Peter y la puso en su mejilla.

Tibio. Cálido. Suave. Fueron los adjetivos con los que podría describir el tacto del hombre que lo veía desorbitadamente. Sabía que hacer eso lo haría dudar más, y que bajara su guardia, aunque sea un tiempo.

―No me visitaste antes, así que vine a llamar tu atención ―habló cerrando los ojos, enfocándose en el olor que desprendía la muñeca de Peter y en cómo el pulso de este palpitaba con rapidez en la piel. Sus ojos destellaron en rojo buscando la mirada ajena, hasta que se encontraron―. ¿Qué ocurre? 

Amorfo → o'hara x parkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora