"Nuevo Steve"
El día que tanto había esperado había llegado. El suero sería colocado en Steve. La señorita Carter y yo fuimos las encargadas de acompañar a Steve en el auto, quien no parecía nervioso a pesar de sus latidos frenéticos. Mi hermano Niklaus se empeñaba en ser una molestia durante mi estadía en Nueva York. Tenía curiosidad por saber qué planeaba o qué ocultaba. Me hacía muchas preguntas sobre por qué jugaba a ser humana en el ejército y cosas por el estilo. Llevaba mil años en este mundo corrupto, y a veces solo quería ser una persona normal con preocupaciones normales.
—Conozco este barrio —dijo Steve, sacándome de mis pensamientos—. Me golpeaban en ese callejón —señaló, y miré a Peggy incómoda—. Y en ese estacionamiento, y detrás de ese café. —Su voz tenía un tono apagado.
—Recuerdo haberte salvado en una de esas golpizas —comenté.
—¿No le gustaba la idea de huir? —preguntó la agente.
—Si huyes, nunca te detienen —dijo Steve con una verdad profunda en sus palabras. Había pasado toda mi vida huyendo y nunca me había detenido—. Te levantas, te defiendes. No pueden negarse para siempre. —Miraba sus manos mientras hablaba.
—Conozco esa sensación, que te cierren la puerta en las narices —dijo Peggy, sabiendo que para las mujeres no era tan fácil en esos tiempos ni en ningunos.
—Querida, desde antes de que esto siquiera existiera, ya le cerraban la puerta en las narices a las mujeres. En mi opinión, debemos demostrar que somos más que una cara bonita o un objeto del cual los hombres pueden presumir.
—Usted es una dama hermosa. —Sonrió ante el cumplido del joven—O una... mujer. —Rió ante su nerviosismo.
—No sabe cómo tratar con una mujer, ¿verdad? —Cuestionó, viendo cómo sus mejillas se tornaban de un color rosado.
—Nunca llegué a conversar mucho con una. —Sonrió divertido—. Las mujeres no quieren bailar con alguien a quien podrían pisar. —Dijo con ese tono apagado que empezaba a odiar. Era un buen chico que había sufrido a causa de su físico, y la verdad es que no se lo merecía.
—¿Ha bailado antes? —Preguntó y miró a Peggy, quien parecía ajena a nuestra conversación.
—Invitar a alguien es aterrador para mí. —Confesó—. En los últimos años, apenas me importaba. Decidí esperar.
—¿Esperar a qué? —Pregunté.
—A la pareja perfecta. —Sonrió con ternura, aunque trató de disimularlo. Era un buen hombre, y eso era la verdad.
El chofer estacionó el auto a un lado de la carretera. Abrí la puerta para que Steve y Carter me siguieran hasta la tienda de Antigüedades en Brooklyn.
—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Steve, confundido al ver la tienda.
—Síganos. —Ambas nos adelantamos del chico. Al entrar, una mujer de edad salió de detrás de unas cortinas.
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𝕷𝖆 𝖍𝖗𝖎𝖇𝖎𝖉𝖆 𝖔𝖗𝖎𝖌𝖎𝖓𝖆𝖑 • S.Rogers
أدب الهواةDonde Adeline empieza explorar sentimientos nunca antes sentidos. Ella tendra que confiar y dejarse llevar. Steve Rogers × Los originales Inicio : 12 -agosto-2023 Finalizada : Todos los derechos reservados