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El siguiente juego era peligroso, tenían la fe en que todo funcionara, que las cosas estuvieran de su lado, una imponente Argentina que se amarraba listones rojos, Lisandro les hacía limpias diarias y manifestaban juntos, Leo no entendía muy bien el porque de todo pero se unía a ellos, lo hacían sentir seguro.

Estaba apunto de escabullirse entre los pasillos, a la hora en la que nadie sospechara de su ausencia, llevaba una muda de ropa entre sus manos, cerró la puerta con cuidado.

- ¿A dónde vas? El partido es en unas horas - Julián Álvarez le preguntaba curioso, uno de los jóvenes de la selección.

- Tengo que ver unas cosas, ahí con Scaloni - Mintió, pero era bastante malo.

- Pero Scaloni se fue con Aimar a comer

- Bueno, Juli, estoy yendo a ver a... - se acercó con sigilo - a mi Alfa destinado.

Julián sonrió por la confesión, y dio un brinco en su lugar.

- Pensé que nunca iba a conocer una historia de destinados, es mi día de suerte, pero creo que la suerte la tienes vos, claro que vos tenés un destinado, eres Leo Messi, todo es perfecto en tu vida - sonrió inocente abrazándolo.

- No todo es perfecto pibe, solo esfuérzate mucho y te prometo que lograrás grandes cosas. Ahora, cualquier cosa vos nunca me viste, Aimar sabe dónde voy.

- Espera, ¿Quién te va a llevar?

- Kun, no debes preocuparte, te veré en unas horas, concentración Juli.

- Si, me concentraré.

Al llegar al estacionamiento, fue directo al automóvil de su amigo lo reconocía a la perfección, incluso se aprendió las placas de memoria, camino lento, tratando de controlar sus nervios, el Alfa movía más de lo que esperaba, estaba ansioso por verlo de nuevo.

- Que rico hueles. - se giró desconcertado, viendo a un Alfa, no podía distinguir su rostro estando lejos, ahora su corazón latía con fuerza, el miedo corrió por sus venas. - Hueles a algo adictivo, un delicioso Mate por la tarde, ¿Qué hace Leo Messi lejos de su seguridad?

Estaba paralizado, quería correr, pero sus piernas no respondían, en cualquier momento lo tocaría, los pasos del alfa se sentían pesados igual que el ambiente, se llenaba de las feromonas, del Alfa llenas de autoridad buscando volver sumiso al Omega, y las de Leo, llenas de miedo.

- ¿Leo qué pasa?¿Qué viste? - Kun lo movía de un lado para otro. - Leo, ¿Estás bien? Responde.

Kun al verlo quedarse estático salió del auto para buscarlo, pero parecía estar en un trance.

- Leo, respondé. ¿Qué pasa?

- ¿Lo viste?

- ¿Qué?¿a quién?

- Era un alfa, aún huelo sus feromonas.

- Vámonos entonces, mientras más rápido mejor.

Sus manos sudaron incluso entre los brazos de su alfa, que lo abrazaba soltando feromonas para tranquilizarlo, temblaba, estaban en su nido, tratando de contener el miedo desbordante del Omega, aún sudaba del estrés, con el estómago revuelto, recordando el olor amenazante.

- ¿Lo recuerdas? - preguntó Andrés que estaba sentado en el suelo, con las manos a la orilla de la cama con un vaso de agua para dárselo, Leo negó. - Su olor, ¿Cómo era?

- Asqueroso.

- Tranquilo, estás a salvo con nosotros. - Guillermo le acariciaba la espalda.

- ¿Asqueroso?  - preguntó Andrés

Entre el destino y la victoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora