Capitulo 4

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Cuando Natalie despertó la otra mañana, Anthony ya la había cargado sobre su hombro y caminaba por un espeso bosque. Estuvo a punto de protestar, cuando recordó que la noche anterior eso no había surtido efecto.

Suspiró con molestia y bufó.

—¿Dónde estamos?

—Por ahí —respondió distraídamente él.

—¿A dónde vamos?

Anthony estuvo unos segundos callados.

—No me apetece decirlo —contestó secamente.

Ella dejó caer la mandíbula, indignada. Ese era el peor secuestro de la historia, principalmente porque no tenía mucho sentido. Golpeó al príncipe en la espalda, aunque sabía que seguramente él ni lo había sentido.

—¡Mierda! ¡Eres realmente desconsiderado! —rezongó—. Deberías decirme al menos hacia dónde...

—¿Desconsiderado? —repitió el vampiro, incrédulo y también algo sorprendido por el insulto de la joven—. Usted ha sido raptada, no hay necesidad de que yo sea considerado.

Natalie se mordió la lengua, antes de seguir.

—Me comportaría como una damisela en peligro si este secuestro tuviera algo de sentido —bufó—. ¿Por qué me lleva con usted?

Anthony la sacudió justo cuando brincaba un árbol caído, como si fuese por error.

—Tengo que comer.

Sí, claro, por supuesto. ¡Como si ella fuera el único ser repleto de sangre en todo ese bosque!

—Esa es una respuesta inválida, señor. Si así fuera y necesitara comida, podría conformarse con alguno de los conejos del bosque.

—No me agrada la sangre animal.

—Puede haber otros humanos cerca —replicó ella.

—Desde aquí no hay pueblos en largos kilómetros, Milady. Ya deje de molestarme —gruñó el vampiro. Natalie rechinó los dientes, presa otra vez de esos deseos atroces de causarle un traumatismo de cráneo. Él podía ser insufrible, ¿verdad?

Era también obvio que el príncipe se había quedado en sus años. Tal vez en su época de nacimiento no había ningún pueblo cercano; ahora, debían de haber varios. Al menos algún campo cultivado, granjas o fábricas alejadas de la ciudad.

Estuvo a punto de decirle otra vez que estaba fallando en sus declaraciones, cuando su estomago rugió hambriento.

—Si tú puedes llevar comida, yo también —susurró—. Tengo hambre.

Anthony no contestó enseguida y, cuando lo hizo, lo hizo con humor.

—¿Sabe? Yo también.

Él estuvo a punto de reírse, sabiendo que eso podría acallarla un rato. Si la amenazaba con morderla, la niña debería mantener la boca cerrada; pero Natalie estuvo lejos de hacer lo que él esperaba.

—Pues me vale un comino si tienes hambre, me mordiste ayer y yo no he probado bocado desde hace aún más tiempo. Merezco más atención solo por eso.

Molesto por no poder mantenerla en silencio, Anthony volvió a sacudirla fuertemente.

—Tengo hambre igual. Soy un príncipe, Milady, no velo por las necesidades de los demás; los demás velan por las mías.

Ella soltó una carcajada burlona.

—¡Oh, pero discúlpeme, su grandísima Alteza! —Exclamó agitando los brazos como si hiciera una reverencia—. No me había dado cuenta de que uno de sus motivos también era llevar una mucama.

Mi príncipe vampiro [Version2013/borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora