Capitulo 15

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—Pero que insolente.

Natalie despertó con el inesperado comentario. Se giró en la cama, con los ojos cerrados, para intentar averiguar por qué ahora Anthony la estaba llamando así.

Abrió los ojos con esfuerzo, pero no lo vio cerca de ella.

—¿Qué hice ahora? —gimió, estirando los brazos como queriendo alcanzarlo—. ¿Dormí demasiado?

—No hablaba de ti —surgió la voz de Anthony desde el otro lado del cuarto, cerca de la ventana—. Hablaba del chico que atiende la recepción. Acabo de bajar para pagarle otro día, e insinuó que te había secuestrado. Que te había traído conmigo en contra de tu voluntad.

Natalie se irguió en la cama.

—No es que se haya equivocado, igual —susurró, con los ojos chiquitos por el sueño—. ¿Por qué otro día?

—Quiero alimentarme bien, orientarme y conseguir un transporte efectivo de una vez por todas. Mientras yo arreglo eso, te quedarás aquí.

La chica pasó sus ojos por el cuarto, desde la vieja TV colgada de la pared, hasta el teléfono color celeste viejo que había en una mesita junto a la cama. Anthony no sabía qué era eso.

—De acuerdo —aceptó, mirando de reojo el teléfono—. ¿Ya te vas?

—Si, vendré a buscarte para el almuerzo. Son como las diez, ¿puedes esperar sin desayunar? —arqueó las cejas. Anthony sabía muy bien que ella era capaz de quejarse de eso también.

—Sí, supongo —contestó Natalie, frunciendo el ceño. Sabía que era quejosa, pero tampoco para tanto, ¿o no?

—Bien, adiós. —Anthony cerró la puerta detrás de él y Natalie se salió de la cama para pararse delante del teléfono. Estiró la mano, pero se detuvo a medio camino. Comprendió, en el momento en el que volvía a voltear a la puerta, de que realmente no quería hacerlo. Rechinó los dientes y forzó a su cuerpo a tomarlo de todas formas. ¿Estaba loca acaso? Si tenía una oportunidad de volver a casa debía tomarla.

Volvió a mirar la puerta, como si Anthony aun estuviera allí, y mortificada y con un nudo en el pecho, soltó el teléfono. Frustrada por aquel extraño sentimiento que conocía e identificaba a la perfección, suspiró, mientras se pasaba las manos por la cara. Claro que si, aunque quisiera negarlo, Anthony le gustaba y daría lo que fuera por pasar unos minutos más contemplándolo. Podía enojarse, golpearlo y salir corriendo, pero al fin y al cabo, siempre lloraba por él cuando las cosas se ponían feas.

Quizás era una señal, quizás no debía alejarse de él de vuelta, ni siquiera para volver a su casa.

¿Y si todo eso era obra del destino? ¿Y si ella al ser la descendiente de Marian había sido puesta literalmente en Inglaterra para liberar al vampiro que la volvería loca? Tal vez el sentir algo por él no era extraño.

Se sentó en la cama y, tratando de ignorar sus pensamientos errados hacia la figura del vampiro, prendió la tv.

Ver televisión fue un momento muy relajado. Buscó canales conocidos mundialmente y casi se durmió nuevamente viendo una serie de extraterrestres en History Channel.

Anthony regresó una hora y media después. Tenía muchos papeles en sus manos, como mapas e instrucciones escritas a mano.

Natalie saltó de la cama.

—¡Ya era hora! —exclamó con suavidad, tratando de no verlo a los ojos.

—Lo siento, tarde en entender las instrucciones.

—¿Qué instrucciones?

—Hay otro aero... puerto... en Luton, Heathrow y Stansted. Ya no necesito ir a Londres.

Mi príncipe vampiro [Version2013/borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora