—¿Y a donde vamos a ir si no podemos ir a Londres?
Natalie trataba de seguirle el paso. Aunque ella estaba segura de que ahora el cazador no estaría pisándole los talones como antes, ya que los buscaría en ese lugar, Anthony no se relajaba y no era capaz de quedarse más de una noche en un mismo lugar.
—Necesito irme de Inglaterra, así que... a cualquier lugar que tenga barcos.
—¿Vas a irte porque él te persigue?
—Exactamente, y además... —Se giró hacia ella—, porque mi venganza no será en este país.
—¿Ah, no?
—No. Solo quería ir a Londres porque dijiste algo de los Aeropuertos. ¿Con eso se sale de Inglaterra en estos tiempos, verdad?
—Con un avión, si.
—Un avión... —caviló el chico, yendo delante de ella—. ¿Cuánto tiempo tarda?
—Depende a donde quieras ir —susurró ella, teniendo muy en cuenta que era raro que su venganza no fuera contra los ingleses, puesto que ellos mismo lo habían encerrado—. ¿A dónde vas a ir?
—A ningún lugar por el momento —respondió él, tajante—. No te lo diré, de todas formas. Es mejor así.
—Y entonces... ¿El vampiro que querías encontrar? ¿Dónde está él?
—No tengo idea —se rió Anthony.
Natalie lo miró con la boca abierta. ¿Y entonces? ¿Qué diablos estaban haciendo por un bosque si ni siquiera sabía a dónde iban?
—¿Disculpa? —masculló—. ¿Si no sabes dónde está, cómo vas a ir a buscarlo?
—La última vez que supe de él se encontraba en Albania. Y eso fue... hace unos cuatrocientos años, Natalie. No tengo idea de si sigue viviendo en el mismo lugar.
—¿Y de qué se trata tu venganza? —soltó Nat, sabiendo muy bien que no se lo diría.
Anthony se volteó y alzó una ceja.
—¿Y a ti qué? No iré a atacarte especialmente, aunque... a veces eres tan molesta que de veras te lo mereces.
—¡Oh, vamos! Solo tengo curiosidad.
—Lo sé. La curiosidad mató al gato, ¿recuerdas? —Se tocó la frente con un dedo—. Déjalo así Natalie, no preguntes, camina, llevémonos bien y entonces todo será color de rosas, ¿te parece?
—Yo no lo veo rosa, sino muy rojo. Sangre, sangre y más sangre. —Se enfurruñó, cruzándose de brazos y, paradójicamente, dejando de caminar.
—El rojo es el color de la pasión también. —Él le guiñó un ojo y ella se puso tan roja como un tomate.
—¿No ves que eres un pervertido? ¡Ya estas pensando en sexo!
—No estoy pensando en sexo, solo estaba pensando en lo deliciosa que eres. Y ni hablar tus pechos... y tus pezones —Se rió angelicalmente.
Natalie tembló como una hoja azotada por una tormenta. El muy descarado ignoró su rostro pasmado, y aun colorado, y siguió caminando, tarareando una canción que solo él conocía.
¿"Pezones" había dicho?
No sabía si sentirse ultrajada, avergonzada o halagada. ¿Por qué él siempre tenía algo que decir que la volvía loca? En todos los sentidos de esa palabra: la enojaba, la confundía, la desesperaba con sus secretos y ahora la desquiciaba con sus confesiones.
Se lo hacía a propósito, lo sabía. No era ninguna tonta como para no captar la ironía y la burla en su voz. ¿Pero cómo podía decirle eso? De pronto, se sintió más que burlada y desilusionada. Se golpeó la cabeza con un puño. Debía recordar que él solo se acostaba con ella porque era la única mujer en kilómetros a la redonda, no porque realmente le gustara.
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Mi príncipe vampiro [Version2013/borrador]
VampireVERSION 2013/BORRADOR Natalie cree que es valiente, lista, aventurera y que podría atravesar cualquier obstaculo que se le presentara. También cree que su oportunidad de demostrarlo está en Inglaterra y en ese castillo viejo que sin duda debe ser di...