Mirada al pasado y presente

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Levantarme, trabajar, comer, trabajar, es una de las cosas que siempre están en mi rutina, empieza un nuevo día y siempre estoy ocupado en mi trabajo, a veces los fines de semana me daba un tiempo para observar diseños anteriores para no cometer ningún error de repetición en patrones, cada diseño debe ser distintivo y único. Incluso me llegan llamadas inesperadas que me piden aprobaciones sobre los accesorios o estampados de mis nuevos vestidos, en ocasiones debo soportar el hecho que hay un imbécil que cometió un error en los diseños e hizo la cintura más grande de la medida que envié, odio cuando eso pasa, no tengo modelos con muchas curvas, todas deben tener la talla perfecta. Me invade una rabia interna tener gente incompetente. Debería despedirlos pero costaría más tiempo y trabajo buscar a nuevo personal.

Es tan complicado encontrar personas que acaten mis reglas y hagan todo perfecto, cuando creo que al fin todo está de acuerdo a como yo quiero me vienen a interrumpir con aquellas llamadas que me cansan demasiado escuchar; un error aquí, un error acá, el color está más claro porque no había el que ordené. 

Suspiré, esto es otra evidencia que mi vida no es nada perfecta, tengo empleados que cometen errores, arruinan toda mi atmósfera de perfección que tanto me costó moldear y mantener. Mi paciencia tiene limites, que supliquen no tentarme o terminarán en la calle, soy un hombre muy ocupado y no tolerare que me hagan esto nuevamente, más le vale que no sea así, buscar nueva gente cuesta más trabajo y puedo perder más producción.

«Tú gobiernas tu propio imperio con puño de hierro. La riqueza y el poder que tienes son intachables. Es casi perfecta tu vida...casi perfecta».

¿Realmente es casi perfecta o es que nunca lo fue? ¿Por qué hasta ahora dudo demasiado de mi perfección?

Una perfecta imperfección es lo que he tenido, reflexionaba, con o sin mi esposa, estoy aquí soportando la incapacidad de algunas personas, mis empleados cometen errores, incluso Nathalie ha cometido algunos errores que se los he perdonado porque se borran con su gran eficiencia, admito que no tengo la suficiente paciencia para soportarlo ahora, si Emilie estuviera aquí eso no importaría pero ahora me exijo más. Mi corazón me duele demasiado por la ausencia de Emilie, me hace falta escuchar su voz, sentir su calor para calmar este suplicio que siento. Si tuviera la forma de volver a la vida, movería todo el mundo para que suceda.

«Emilie, te necesito».

Pensando en mi hijo, me preguntaba cómo le había ido en la escuela, sé que le va bien en la escuela y que ahora tiene un nuevo amigo llamado Nino, quien le gusta mucho la música y grabar películas. Me pregunto si será un joven apropiado para estar con mi hijo, sé que en aquella escuela existen muchos alumnos de clases que son hasta inferiores, salvo la hija del alcalde, según me habían informado; eso lo sé por lo que he tenido que investigar sobre la escuela cuando mi hijo se fue a inscribir.

Incluso me puse a investigar sobre aquella jovencita que vino hasta aquí: Marinette Dupain-Cheng. Sé que su familia es dueña de una famosa panadería, me llama mucho la atención el hecho que sea la hija de un panadero con un talento de diseñadora, eso me llega a ser interesante.

«¿No te recuerda a alguien?».

Una voz me sacó de mis pensamientos después de escuchar el timbre, Nathalie me avisó que la señorita Marinette Dupain-Cheng había venido a devolverle los apuntes a Adrien. Inesperado para mí, en lugar de esperar hasta el lunes decide venir justo el sábado para regresarlos.

—Que deje los apuntes en el buzón y que se vaya a casa—murmuré.

—Insiste, señor, en entrar para poder devolverlos, a pesar de que le dije que los dejara.

Belleza Parisina [Versión 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora