Todo parecía estar normal, mi hijo no parece tener problemas en la escuela, nuestra relación ha mejorado y ha comprendido que cuando esté ocupado en el trabajo no voy a poder estar con él, me siento satisfecho de poder haber equilibrado esto, me he demostrado a mí mismo que puedo lograr ser un buen padre.
Y cuando digo que todo parecía estar normal, era por el hecho de que por más que intentaba alejar aquel pensamiento en la cabeza que tengo de Marinette Dupain-Cheng, no entiendo por qué me apareció de esa manera en el sueño que tuve no hace mucho, quería pensar que fue un error de mi subconsciente pero no me deja de circular esa curiosidad que tengo por ella.
¿Por qué me tuvo que pasar esto? ¿Qué es lo que ha ocurrido? Chasqueo la lengua, no lo entiendo, es bonita, no lo niego, tiene unos ojos hermosos, inocente, joven, una belleza particular...Estaba que gritaba, esto es una locura, tener que mirar así a una colegiala de dieciséis años...Espera, acaba de cumplir diecisiete.
«Diecisiete, casi dieciocho».
Debo dejar de pensar así, debo de estar tan desesperado por la compañía que mi mente se fijó en una jovencita, aunque eso no tiene ningún sentido, podría mirar a una mujer de mi edad, pero no una colegiala, no entiendo por qué sería una colegiala. ¿Será por el hecho de estar envejeciendo? ¿Será posible que quiero revivir esos momentos juveniles? Tal vez me esté pasando lo mismo, tal vez no, no quiero saberlo, temo saber la respuesta.
Me fui para el edificio de modas a continuar mi trabajo para revisar los siguientes diseños de la próxima pasarela de invierno y ver cómo iba quedando mi traje para la fiesta de invierno. Sentí la mirada de Nathalie y la observé por un momento antes de que volviera a observar su agenda, es bella, lo admito, también refinada y muy eficiente en todo lo que hace, no sé que hubiera hecho sin ella que incluso le pudo comprar a mi hijo su regalo de cumpleaños, me ha apoyado a pesar de haberme negado a seguir sus peticiones, y yo me he portado muy necio con ella. A pesar de eso no puedo mirarla de otro modo, quizás porque no soy de aquellos hombres que se interesen en sus asistentes o por el profundo respeto que le tengo a Nathalie.
«Y no creo que ella esté interesada en mí» pensaba dándole una última mirada a Nathalie.
Debería de darle algo para expresar mi gratitud hacia ella, algo bastante sencillo, aunque me pregunto qué podría ser, no le quiero dar ninguna idea errónea.
No sé cuantas veces seguiré caminando por este pasillo lleno de vestidos, cada creación que fue hecha pensando en Emilie y solo para Emilie, allí está el vestido que nunca pudo usar, que no pude terminar, nunca lucirá. ¿Por qué me atormenta? ¿Por qué no puedo dejar de atormentarme?
—Emilie, jamás usarás este vestido, aunque lo desee tanto—susurré.
Lancé un suspiro y observé el maniquí, por un momento juraría haber visto el rostro de mi esposa sonreír, cuando di unos pasos más observé el rostro de una joven de ojos azules y me restregué los ojos observando de nuevo el maniquí; era solo producto de mi imaginación, debo de estar muy cansado, le pediré a Nathalie que me busqué un expresso doble. Debería de golpearme la cabeza, no debería pensar en Marinette Dupain-Cheng, debo olvidarme de ella y del sueño que tuve. No quiero pensar en ella, quiero seguir pensando en Emilie, cerré los ojos visualizando su rostro, sus ojos, su belleza, su inocencia...
«Inocencia...Marinette» pensaba.
No, tenía que pensar en mi trabajo, eso me distraería de mis pensamientos absurdos.
«Concéntrate, Gabriel, medidas, escotes...Marinette».
¿Marinette? Me anunciaron que una joven me estaba esperando en la entrada, nunca creí que se trataba de Marinette Dupain-Cheng, Nathalie avisó enseguida que ella había traído el sombrero del concurso en el que había participado para mostrarlo en la pasarela. ¿Cuándo fue que autoricé eso? Mi asistente me recordó, al ver que estaba un poco perdido, que era una de las condiciones del concurso en mostrar el modelo ganador en todas las presentaciones de Adrien.
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Belleza Parisina [Versión 3]
FanficLa vida del famoso diseñador de París Gabriel Agreste ha sido perfecta, mas nadie sabe lo que debe enfrentar cada día desde que su esposa desapareció, el desespero de la soledad, la tristeza profunda, un dolor que nadie entiende debido a la necesida...