Capítulo X: No One like You

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Victoria

 ¿Qué demonios se supone que hice? Yo no soy así. ¿Cómo me atreví siquiera tratar de hacer una locura así? Él dejó muy en claro que no quería a una de esas chicas que quisieran besarlo. ¿Cómo caí tan fuerte en esa tentación? ¿Que me pasa? Se supone que somos amigos. Es que ese par de serios ojos, esa melena azabache… Es todo, he perdido la razón, desde entonces no como, no duermo bien, apenas puedo respirar bien con él cerca. Para empeorarlo todo él no me habla… Lo he estropeado todo.

 Ahora me encontraba el viernes por la tarde practicando con la banda, tocaba con rabia mi parte, últimamente es la única manera que tengo para poner mi mente en blanco. Estaba en la parte del solo, trataba de concentrarme en  cada una de las notas, de un momento a otro ese par de ojos grises me fulminaron cómo si hubiesen lanzado un millar de flechas a mi corazón. Escuché un sonido metálico y algo saturaba mi amplificador, se había roto la cuerda de Mi.

Tan rápido como pude saqué un repuesto de mi estuche.

—¿Qué pasa? —preguntó Jonny mientras volvía a encordar la guitarra.

Traté de no responder pero todos me presionaban con la mirada.

—No tengo idea a qué te refieres. —seguí encordando sin mirarlos a los ojos.

—Por favor Victoria, la última vez que hiciste estallar una cuerda la gente aplaudió porque jamás te había visto equivocarte—rebatió—. A mí no me engañas.

—¡Ya les he dicho que nada! Era una cuerda vieja, déjenme en paz, soy humana, olvidé cambiarlas cuando tenía que hacerlo —exclamé  enojada—. ¿Podríamos volver a la práctica?

Tomo la cuerda rota que yo había dejado en una mesa y la examinó de cerca. Evidentemente estaba nueva, se veía que el niquelado estaba prístino e inmaculado. No había manera de no darse cuenta de que estaba nueva.

—¡Suficiente! —exclamó Azul desde atrás—. Terminamos por hoy.

—Pero… —balbuceó Jonathan algo confundido

—¡Pero nada! ¡Fuera de aquí, muchachos, a sus casas! —Caminó hacia la puerta y la abrió. 

Jonny le hizo señas a Ash para que salieran.

Uno a uno fuimos saliendo de la sala pero a mí no me dejó salir, me empujó hacia adentro de la  sala y esperó a asegurarse de que los chicos se hubieran ido. 

Cuando cerró la puerta suspiró y me miró con esos ojos hipnóticos suyos.

—Abre la boca.

Me veía con seriedad y algo juguetona al mismo tiempo, sabía que estaba demasiado alto como para poderme escapar por la ventana y había cerrado con llave desde dentro… nunca he entendido por qué estas aulas tienen cerrojo por dentro.

—¡Ya les he dicho que no me pasa nada, dejen de molestarme! —grité.

Azul sabía muy bien que se estaba arriesgando al acorralarme así pero parecía importarle poco o nada.

—¡Mentirosa, estás así desde el lunes! —levantó la voz por encima de la mía—. Ni siquiera respondes nuestros mensajes, no sabíamos si ibas a venir hoy o no, en la vida nos has alzado así la voz, nunca en la vida te había visto fallar una nota. ¿Qué te pasa?

Still Loving You. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora