epílogo

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Mientes - le comentó su hermano cuando oyó toda la historia que este tenía que contarle - eso nunca pasó.

Claro que sí pasó, tu no estuviste allí - estaba empacando su ropa, iría a otro viaje a una aldea que decía tener un Yeti que los molestaba, quería averiguar qué era lo que pasaba y ayudar en lo que pudiera, incluso al Yeti - pásame la ropa.

En serio, no te creo, la mayoría de lugares a dónde vas son historias de mentira inventadas por la gente - era verdad, muchos le veían la cara y quizá por eso hasta había dudado en si existían criaturas místicas por algún lado.

Bueno, eso es verdad, pero siempre trató de creer a mis clientes hasta el último minuto - tenía que hacerlo, estaba mal dudar de alguien solo porque una historia no te parecía del todo creíble, a veces las cosas imposibles podían suceder, había siempre que investigar - ellos merecen que les crea, eso les da esperanza.

Aún así no te creo, la historia es demasiado fantasiosa - comentó el canadiense, ni dudaba de la credibilidad de su hermano es que le parecía que solo le estaba contando una historia para bebés.

Yo si le creo - salió de la nada asustando un poco al canadiense quien se recompuso al ver que solo era aquel chico.

¿Ya preparaste tu maleta? - preguntó el estadounidense, el chico le acompañaría en el viaje hasta aquel pueblo helado.

Sipi - dijo sosteniendo la maleta - aún no estoy acostumbrado a llevar maletas pero es divertido - entonces abrazó por detrás al contrario - ¿Cuando vas a terminar?, Ya me quiero ir.

Ten paciencia honey - le acarició la cabeza revolviéndole el cabello - listo, terminé de hacer la maleta.

Yeii - el chico estaba bastante feliz por ir a ese nuevo lugar - jamás he visto la nieve, ya quiero hacer muñecos y ángeles, vamos, vamos, tenemos que irnos pronto.

Calm down Perú - veía que estaba tan eufórico y lo entendía, las cosas humanas eran completamente nuevas para el - ya voy, nos vemos después Canadá.

Si, así fué, el padre del peruano vió que su pequeño se había encariñado con el contrario, no lo quería abandonar así que no tuvo más remedio que entregarle un amuleto de la gente del mar, con ese amuleto podía vivir tanto en tierra como en el agua intercambiando piernas o aleta, le pesó mucho dejarlo ir pero sabía que su hijo sería feliz.

Si, adiós - solo dijo volviendo a lo suyo, ver que era lo que le había traído su hermano de su antiguo viaje aunque en realidad no fué mucho, solo había traído unas galletas y al peruano - su historia era tan rara, aunque podría ser verdad ¿No?, Meh, claro que no.

La leyenda de la sirena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora