el pueblo

54 9 0
                                    


Fue a buscar por ahí, tenía que haber galletas por algún lado, quien sabe de dónde las había sacado el viejo pescador pero pensaba hacer lo mismo, atraería a eaa criatura con galletas con crema de avellana y entonces lo capturaria, si, eso es lo que haría.

Hey do you have cookies? - le preguntó a la mujer mientras buscacaba en la alacena de esta las cremosas galletas  que quería para atraer a la criatura.

No creo, no hay mucho por aquí - se sintió desganado, quizá el pescador había ido a algún lado por esas galletas - pero creo que puedes encontrar algunas en el pueblo que está a unas millas de aquí.

Ah, quizá debería ir - se levantó, se oía como que el lugar estaba algo lejos pero estaba dispuesto a encontrar eso para capturar a la criatura.

¡Mamá! - la niña sorprendió a la mujer - quizá debería ir, podemos comprar galletas.

Querida... - la mujer no estaba segura, más bien, no tenían mucho dinero para comprar las dichosas galletas.

Por favor - ella en verdad quería ir, era pequeña y muy probablemente solo pensaba en las ricas galletas.

Don't worry, yo la llevaré - el estadounidense acarició la cabeza de la menor quien se veía muy ilusionada por ir fuera de la ciudad.

Pero... - no estaba segura, no es que no confiara en Estados Unidos pues el estadounidense se veía de fiar, sino que no tenía dinero.

Yo me encargo de todo - entendía que posiblemente la señora no tendría el dinero para comprar las galletas y lo le quería romper la ilusión a la menor.

Gracias - agradeció ella por no tener que ser la mala de la historia que no deja a la pequeña comer galletas.

Él llevó a la niña hasta donde estaba su transporte, el colmo había llegado a ese pueblucho, era un auto, cosa que la niña no había visto antes en su vida, había vivido entre mar y botes de madera que apenas y pueden florar por si mismos.

Woah, ¿Que es esto? - preguntó ella mirándolo por todos lados tratando de asegurarse de que no fuera un bote - ¿Es un bote?

Of course not, es un auto - vió la cara de la niña quien no comprendía que era un auto pues nunca había visto uno en su corta vida - es un vehículo para desplazarme en la tierra, mira, tiene ruedas.

Ah, ruedas - ella no sabía lo que eran las ruedas antes y ahora parecía tan interesante verlas.

Come on sube - dijo el abriéndole la puerta a la menor quien no dudó en subirse rápidamente, el auto era más cómodo que un bote - ah, antes que nada te pondré cinturón.

¿Porque? - preguntó ella sin saber que era el cinturón ni para que servía.

Es por seguridad - terminó de ponérselo y se sintió mejor porque la niña estaría más segura - listo, let's go.

Durante todo el viaje ella estaba muy ilusionada viendo por la ventana, era completamente diferente a ir en un bote y no es como si hubiera viajado mucho en botes así que también sabía poco sobre eso. Después de un tiempo llegaron a la otra ciudad.

¿Uh? ¿Porque todos nos miran? - preguntó muy curiosa, mirandoles también.

Quizá porque somos diferentes a ellos - bueno, se notaba que no venían de ese pueblo y muy probablemente habían deducido que venían del pueblo pesquero maldito.

Pues que mal, mamá dice que no puedes juzgar a la gente por qué sea diferente a ti - su madre era muy sabía, no se podía juzgar a la gente por la apariencia ni por sus costumbres pero pocos tenían esos mismos pensamientos - ellos también son diferentes pero no les digo nada.

Bueno, vamos por las galletas ¿Si? - no quería que la niña pensara mucho sobre eso, ni siquiera sabía cómo es que la gente del otro pueblo veía a los de aquel poblado pesquero.

Entraron al supermercado, estaban siendo mirados evidentemente por los habitantes del pueblo, ¿El anciano compraba ahí?, Seguro se sentía acosado cada vez que iba, no habían hecho nada malo pero sentía que ya los estaban condenando por eso, al menos se distraía un poco con las compras, terminó llevando algo más que solo galletas pero no le molestaba en la cartera, lo que le sobraba era el dinero y además era mejor ver la cara de la niña feliz o a la madre cuando vea las compras que hizo para ella.

Mira, juegos - dijo ella emocionada mientras estaban en la fila para pagar.

Si quieres puedes ir - dijo, podía verla desde donde estaba e incluso podría hablar con los tendederos sobre lo que pasaba y el porque les miraban tanto.

¡Si! - ella salió disparada de la fila para ir a jugar con el resto de los niños que estaban allí, cosa que en casa no podía porque no había niños.

Hey, excuse me - cuando la niña la fin se fue a los juegos intentó hablar con la cajera - ¿Porque nos miran tanto todos?

Ah, debe ser por superstición - dijo la mujer, a ella no le importaba en absoluto la presencia de esos dos - vienen de el pueblo pesquero ¿No?

Yeah - dijo sin mucho ánimo en realidad, ese pueblo se estaba yendo a la mierda poco a poco.

Ellos creen que la maldición se les va a pegar - quedó sorprendido al oír eso de la mujer, no había maldición alguna en el pueblo - ya sabe, creen que van a desaparecer los niños y a irse a la mierda toda la economía local.

Ah, pero no es una maldición - dijo el un poco cansado, la gente a veces sacaba sus propias conclusiones erróneas sobre algo  - se trata de una criatura que los atormenta - la mujer estaba atenta pues el anciano que solía venir no hablaba de nada - yo no soy de ahí pero he ido para ayudarles, se trata de una sirena.

Madre mía, no tenía ni idea - entendía que la creencia de que les caería una maldición era errónea porque no existía tal maldición - y esa pequeña, ¿Es su hermana?

No, ella es hija de una de las pocas personas que vive allí - entonces pagó todas las cosas que se iba a llevar - cuando atrape a la sirena vendré a enseñarles de que se trataba todo esto - dijo para después tomar sus cosas y salir de la tienda - hey come on - llamó a la niña, se estaba divirtiendo mucho pero necesitaba ir a casa.

La leyenda de la sirena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora