1. 𝐴𝑐𝑐𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑒

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No podía parar de mirarla. Quizás le había tirado un hechizo a sus ojos o algo parecido, pero la mayoría de las ocasiones Mioda no le podía quitar los ojos de encima durante la clase a la enfermera definitiva.

-Señorita Mioda, ¿está prestando atención? la noto muy distraída -preguntó la profesora Chisa a la estudiante música definitiva, quien descaradamente no parecía estar prestando ni un poco de atención a las clases.

-¡Ehh! ¿qué? ¡No, no, para nada! Ibuki si estaba prestando atención, solo pensaba.

-¿Segura?

-¡Si, si, por supuesto! -afirmó.

En realidad Chisa no estaba muy segura de que aquello que Mioda decía era verdad, pero decidió fiarse por esa vez.

Pudo sentir como Tsumiki fijaba su atención en ella durante el poco tiempo que Chisa le llamaba la atención. Tener esos ojos grisáceos sobre ella era lo mejor que siempre le podía pasar, incluyendo las veces que hablaba con ella, pero la enfermera tenía la costumbre de tartamudear y confundirse con sus palabras, por lo que era algo complicado.

Al cabo de pasar unos minutos sonó la campana que indicaba la hora del receso, un sonido que hacía a todos sentirse libres al escucharlo y levantarse de un salto de sus asientos. Y eso era algo de siempre.

Lo regular era que se marchara con Koizumi, Saionji y alguna otra de sus amigas durante estos tiempos libres. Tsumiki también era amiga de las tres, y venía seguido pero por alguna dudosa razón aveces no iba con ellas y simplemente desaparecía. Lo más probable era que a la enfermería, Mioda desde hace tiempo se había percatado del detalle que ese lugar era como el refugio de Tsumiki, lo que más se le venía en mente como razón a que se fuera era por los insultos de Saionji hacía ella. Esa chica parecía cómo si no pudiera soportar ver que no hay un problema, y siempre le parecía el mejor blanco a Tsumiki.

-¿Ahora en qué tanto piensas en clase, otra vez en romper alguna otra ventana o en mejorar un poco tu estilo? Esperemos que sea algo productivo -bromeó Saionji, respaldando todo lo anterior.

-No, Ibuki solo se quedó en blanco. Creo que no durmió bien anoche.

Su corazón empezó a retumbar como una batería al presenciar cómo parecía que esta vez Tsumiki se reuniría con ellas, puesto que se acercó a ellas con unas claras intenciones de eso. Todo lo que podía desear Mioda ahora era que Saionji no terminara arruinando todo.

-¡Qué tal, Tsumiki-chan!

-H-Hola, Mioda-san. -saludó tímidamente.

-¡Tsumiki, llegaste! -exclamó Koizumi al verla.

-¿Ah, q-qué sucede, Koizumi-chan?

-Bueno, me imagino que recordarás que el otro día te había propuesto redecorar un poco la enfermería, entonces diste la idea de que podía tomarles fotos a algunos accesorios que le pudieran quedar bien, ¡pues las tengo!

-¿Enserio? -La enfermera sonrió. Mioda se derretía cada vez que esa inusual sonrisa se asomaba, no pudo evitar sonreír también-. Me alegra oír eso.

-¿Vas a redecorar la enfermería? ¡A ibuki le parece una gran idea!

-¡Menudo milagro!, a ese descolorido lugar ya le hacía falta algo de buenos diseños. No me sorprende que tú seas la encargada de un lugar así de feo. -exclamó Saionji. A Mioda nunca le faltaban ganas de cerrarle el pico sin importar de qué forma, pero nunca lo hacía, sería muy sospechoso defender a la enfermera y solo daría indicios de las mariposas que llegaban cuando la veía.

𝑀𝑦 𝐵𝑒𝑙𝑜𝑣𝑒𝑑 彡 𝑇𝑠𝑢𝑀𝑖𝑜𝑑𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora