Capitulo uno

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El inicio del fin

— Esto se nos salió de las manos general Val, sabíamos lo que podría pasar y nos atentamos a las consecuencias —decia un soldado revisando a través de unas cámaras el caos en Manhattan desde la central de operaciones—

— ¿Salirse de las manos? ¿Estás de broma? Esto es solo un pequeño paso para el hombre, esto nos dará chances para seguir con nuestra investigación, ellos lo requieren, nosotros lo requerimos, todo sea por la humanidad.

— Pero general, los civiles, personas inocentes están muriendo a manos de NUESTRA infección, nosotros provocamos esto y tenemos que remediarlo, general...

El soldado fue interrumpido por un disparo que dio fin a su vida, una mujer de aspecto misterioso entro a la sala vestida de un aspecto formal pero su aura era de autoridad, sus cabellos eran blancos y el general puso su antebrazo a su espalda en señal de respeto y sumisión, el general portaba un máscara que ocultaba su rostro y no mostraba su piel, llevaba con el una gabardina negra y unos guantes del mismo color

— Victoria, perdone por esta pequeña rebeldía, usted ya debería saber cómo se ponen ciertos soldados por estos fallos que tenemos en nuestras operaciones —intento seguir hablando pero la misteriosa mujer alzó su palma callandolo, señal de autoridad—

— No me interesa, ya sabe que hacer con aquellos que intentan rebelarse, tenemos un objetivo del que preocuparnos y no podemos prestarle atención a estos cabos sueltos, necesitamos dirigir nuestra atención al epicentro de Manhattan pero seran dos operaciones contrapuestas ¿Entiende general?

— ¿Que?

— Llevaremos su legión de soldados y usted irá con ellos. Por otro lado contactaré con la organización de la aurora para que vayan ciertos cazadores a mantener a raya a la infección ¿Comprende? Su misión allá será recuperar muestras y si es posible llevarse a la mayor parte de infectados que pueda, se lo ordeno.

El dichoso general se mostró inseguro pero sin más remedio acepto asintiendo con su cabeza en resignación, victoria se retiro apuntando al cadáver del soldado con su dedo indice un claro mensaje de que acabaría de la misma manera si hacía caso omiso a sus palabras.

Manhattan, horas antes.

En unos de los tantos departamentos iluminados de Manhattan yacían en un octavo piso en una habitación no en muy buenas condiciones dos fieles amigos, Emma Carter, una chica de 28 años con un cabello largo castaño, pantalón de mezclilla y unas convers un tanto descuidadas anotando en una libreta. Por el otro estaba John en la mesa de centro preparando una cámara apoyándose en un tripoide, el chico tenía unos 30 años y llevaba una camisa con las mangas dobladas hasta sus codos con unos jeans oscuro, sus brazos se observaban llenos de cicatrices y uno que otro tatuaje parecidos a runas, una vez conectada la cámara empezó a grabar.

— Toma número 034 Soy John compañera de la condecorada Emma Carter —dijo en tono de burla con la chica apareciendo en escena a su lado con libreta en mano, distraida—

— "condecorada" claro, también gane un premio Nobel por revelar el mundo sobrenatural a las personas, me encantaría.

— Lo último en perderse en la vida es la fé querida pero comencemos de inmediato o me dará hambre. —dijo John, pasando sus manos por su cabello negro corto que terminaba en puntas —una fuente nos dijo que algo ocurriría a las 12 de la noche en la ciudad de Manhattan.

Entre Luz Y OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora