𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙤𝙡𝙤 𝘿𝙪𝙚

189 24 0
                                    

Empezar en un lugar desconocido, sin gente que sepa quién eres y completamente sola podría resultar desalentador

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Empezar en un lugar desconocido, sin gente que sepa quién eres y completamente sola podría resultar desalentador. No para mí. Era agradable poder caminar sin que alguien me detuviese cada dos pasos para preguntarme cómo estaba o para darme el pésame.

Por un tiempo, la sensación de agobio fue intoxicante. No salí de mi habitación por días. No probé ningún bocado de alimento y tampoco mantuve contacto con cualquiera que pudiese estar fuera de mi cuarto. Quería estar sola, ahogarme en mi propia tristeza. No era sano, claramente. Pero cuando uno está deprimido no se centra nada más que en la burbuja de desesperanza y emociones negativas que, poco a poco, te carcomen el alma. Para una niña de 12 años eso fue lo más complicado.

Es difícil. Uno no se da cuenta de esa situación y, si estás sóla y sin ganas de vivir, decides que es suficiente y terminas por acabar con el sufrimiento de alguna u otra forma. Debo agradecer que, por fortuna, no fue mi caso. Mis hermanos y mi mejor amigo no me dejaron hundirme en la miseria. Sí, me permitieron encerrarme y vivir mi duelo durante un tiempo, pero cuando estaba rozando el límite de la autodestrucción, entraron con tanques a mi pieza, sin disposición alguna de dejarme caer, enfocados totalmente en ayudarme a salir del pozo al que yo misma me había tirado.

Costó bastante, pues soy muy terca, pero no se rindieron. Y estoy profundamente agradecida con ellos por eso.

Mi tiempo en Forks estaba siendo tranquilo y revitalizador. El clima era perfecto. Nunca fui fan del sol ni de las altas temperaturas, así que el hecho de que fuera un lugar en el que la mayor parte del tiempo o llovía o parecía que iba a llover, era algo a favor hacia la decisión que había tomado. Por otro lado, nadie me conocía, así que hacía todo el proceso más sencillo.

Aún así, me inquietaba sentir un constante palpitar en mi sangre, señal de que el peligro estaba cerca. No sabía cuál, qué o quién causaba esa sensación, pero mientras no atentara contra mi vida no le daría importancia.

Después de varios días buscando trabajo para darme cuenta de que era imposible encontrar un lugar en el que me aceptaran (porque todos los puestos estaban ocupados), decidí abrir mi propio negocio.

Parte del dinero que mis padres me heredaron lo ocupé para comprar un pequeño edificio. Abriría mi propio negocio. Una cafetería y una librería, específicamente. Tenía todos los medios y recursos para comenzar. Por el momento, sería sólo yo en el lugar.

El lugar en el que me instalaría estaba bastante arruinado, por decirlo de alguna manera. Las paredes necesitaban una nueva mano de pasta muro y unas cuantas de pintura. Había una escalera que llevaba a un segundo piso que también necesitaría arreglos. Había goteras y los vidrios tenían que ser cambiados.

En mi cabeza había una imágen de lo que quería construir, así que sólo debía dejarme llevar por el instinto y el deseo de tener algo a lo que llamar "mi logro".

𝙊𝙍𝘼𝙇𝙄𝘼 // 𝙏𝙬𝙞𝙡𝙞𝙜𝙝𝙩'𝙨 𝙁𝙖𝙣𝙛𝙞𝙘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora