𝙊𝙍𝘼𝙇𝙄𝘼 // 𝙏𝙬𝙞𝙡𝙞𝙜𝙝𝙩'𝙨 𝙁𝙖𝙣𝙛𝙞𝙘

𝘾𝙖𝙥𝙞𝙩𝙤𝙡𝙤 𝙌𝙪𝙖𝙩𝙩𝙤𝙧𝙙𝙞𝙘𝙞

Sentía el latido en mis sienes mientras me dirigía de vuelta a la casa. Sabía que no sería una bienvenida tranquila. Paul estaría ahí, furioso, y tendría que lidiar con la manada. A pesar de que había logrado evitar que la situación con Emmett y Paul se descontrolara, sabía que no sería suficiente para calmar a nadie.

Mientras conducía, repasaba lo sucedido una y otra vez. Había dejado escapar a Victoria. ¿Qué tan estúpida podía haber sido? La dejé ir, y todo por evitar una pelea entre los Cullen y la manada. Pero, ¿qué otra opción tenía? Si no los hubiera detenido, habríamos acabado con una guerra.

Cuando llegué a casa, Paul ya estaba en la puerta, esperándome. El ambiente estaba cargado, lo sentía en su postura, en cómo sus músculos tensos resaltaban bajo su piel. Apagué el motor del auto y me bajé lentamente, con un suspiro. Apenas crucé la puerta, lo sentí acercarse.

—¿Qué estabas pensando? —Su voz era baja, pero el enojo estaba claro en cada palabra.

—Paul, no fue fácil. —Intenté mantener la calma, pero su mirada oscura y llena de frustración me ponía nerviosa.

—¿No fue fácil? Dejaste escapar a la pelirroja por una maldita pelea. —Su respiración era pesada, contenida.

—Si no los detenía, tú y Emmett habrían terminado matándose el uno al otro —dije, alzando la voz un poco más de lo que pretendía—. No podía dejar que eso ocurriera, y lo sabes.

Paul dio un paso hacia mí, con los puños apretados, pero su mirada se suavizó al verme. A pesar de su enfado, podía notar la preocupación detrás de su dureza.

—Podría haberte lastimado... No sabes lo que haces cuando te lanzas así.

—Paul, sé perfectamente lo que hago. No soy débil ni necesito que me protejan. —Sentí la rabia burbujeando dentro de mí. ¿Acaso no podía entender que yo también tenía responsabilidades, que no podía quedarme de brazos cruzados?

Se quedó en silencio por un momento, evaluando mis palabras. Al final, soltó un largo suspiro y se pasó una mano por el cabello, frustrado. No era solo el hecho de que hubiera dejado ir a Victoria. Era el miedo de que algo pudiera pasarme.

—Solo... no me hagas esto otra vez. No quiero perderte. —Su voz era un susurro.

—No voy a ninguna parte, Paul. —Le tomé la mano, suavizando el ambiente—. Pero tienes que confiar en mí.

Paul asintió lentamente, aunque sabía que este no sería el último de nuestros enfrentamientos.

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A

l día siguiente estaba en la cafetería junto a Rose cuando recibí una llamada de Edward. 

—Necesito que vayas a la reserva. Jacob se llevó a Bella —dijo apenas respondí. 

—Hola, ¿no? Estoy bien, gracias le respondí sarcásticamente—. Estoy segura de que Bella tiene suficiente autonomía y capacidad de tomar decisiones por si misma como para que Jake solo se la llevara.