Hogar

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"¿Y porque cambias de opinión tan de repente?" - preguntó el inspector
"No lo se. Pienso muy rápido y cambié de opinión."
"Bien..en todo caso puedes salir de aquí hoy. Adentro te darán ropa y todo lo que necesites, yo pasaré por ti, dentro de dos horas."
"¿¡Y ahora!?" - pregunté sobresaltada
"No puedo. Tengo que ir a dejar a un ejecutor a la Oficina De Seguridad Pública. Pensé que iba a ser más corto pero es mucho mejor si no lo hago esperar, después de todo es un impaciente" - dijo con una actitud muy irritante
"Pero...puede.."
"Hay algo que debes aprender, y es que en este trabajo la obediencia es un requisito. Volveré" - dijo el inspector

El algodón sobre mi piel se sentía muy bien, era un traje de trabajo, camisa blanca, una chaqueta y una falda azul marina junto con zapatos. De repente me dí cuenta de que mi cabello estaba muy largo, ¿cuando creció que no me di cuenta? Tomé en mis manos la tijera que me había robado del terapeuta, una vez hace unos tres años, solo en caso de emergencia y...

A medida que salía de ese lugar, pudé divisar el hermoso atardecer, una mezcla de un naranja rosáceo con amarillo y nubes, que parecían estar acomodadas cuidadosamente, como almohadas, que hermosa vista...
"¿Te cortaron el cabello?" - preguntó el inspector mal humorado
"Yo lo hice."
"Ah." - pero no dijo nada más que esa señal de admiración, si se podría llamar admiración
"Entra." - dijo
Entonces me acerqué al auto y me ví en el vidrio de la ventana. Mi cabello tocaba mis hombros, la verdad me gustaba mucho, ni se notaba que yo misma lo había hecho. Abrí la puerta y entré lo más rapido que pudé, no quería ser un estorbo...
Ginoza no dijo nada en todo el viaje, ocasionalmente se quejaba por el tráfico, pero no pasaba de mencionar ese tema. Es más, parecía que no me hablaba a mi.
La hermosa ciudad, eso es lo que veía, después de tanto tiempo al fin tenía oportunidad de verla. Las luces del tráfico iban a la velocidad de la luz, los imponentes edificios que sobrepasaban los cielos, la delicada brisa y la vida ocupada de las personas. Para mi todo eso era armonía, el simple hecho de ver la ciudad, después de tanto tiempo...
Llegamos a un edificio muy alto, de unos setenta pisos, negro con una infraestructura muy curiosa, en cierta forma me gustaba. Para cuando llegamos ya era de noche.
No había nadie en la oficina, entonces no había nadie a quien debía conocer.
El inspector Ginoza, me llevó al piso 6, este piso en general era diferente de los demás, ya no eran oficinas, eran departamentos
"Este es tu cuarto. Ten." - dijo estirando un curioso brazalete
"¿Que es eso?" - pregunté curiosa
"Es tu comunicador y rastreador. No tienes que quitártelo, de hecho no puedes quitártelo. Es como una correa hecho para.."
"¿Animales?" - pregunté interrumpiendo. Él no dijo nada y solo se fue. Mientras que yo me tenia que acostumbrar a este lugar...desde ese momento ese era mi hogar.

Psycho Pass: Sangre En Las ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora