Capitulo Ocho

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Layna

Escuche a Brian subir las escaleras y cerré los ojos, asustada por lo que iba a pasar. Cuando la puerta se abrió de golpe abrí los ojos para echar un vistazo, pero él estaba enfrente de mi rostro y me encogí por su cercanía. Tenía un hematoma justo debajo de su ojo y me pregunte como lo adquirió.

-Levántate. –gruño, quitando las esposas y echándome sobre su hombro. Me doble de dolor al sentir mis magulladas costillas contra él- Es hora de tu siguiente prueba.

No intente pelear; Necesitaba guardar energía para más tarde, en caso de que tuviera la oportunidad de escapar.

Me llevo al sótano y me tiro sobre una mesa de metal. Mi cabeza se estrelló con el acero y vi estrellas.

Cuando mi visión se aclaró mire en donde estaba. Era una gran habitación, me recordaba a las morgues en las programas de televisión. Las paredes antes debieron ser blancas, pero ahora estaban manchadas y desgastadas en varios lugares. Había una luz fluorescente gigante sobre mí, recordándome a un reflector, y en la pared había un estante lleno de suministros médicos.

La mesa en la que Brian me puso tenía forma de cruz. Me amarro con correas los brazos en las partes sobresalientes, de forma que mis antebrazos estuvieran expuestos.

Después amarro mis piernas y mi cintura con una correa gruesa de cuero, apretó fuertemente para que no pudiera mover un musculo.

Cuando llego a mi cabeza, la amarro de lado para que mirara mi brazo derecho y luego puso cinta en mis ojos para mantenerlos abiertos. No podía parpadear y mis ojos comenzaron a arder casi inmediatamente.

Brian camino hacia el estante y busco. Levanto una papelera de plástico y tiro suministros en ella.

-¿Recuerdas la vez que me dijiste que odias las agujas? –me pregunto, acercándose a donde estaba amarrada y descanso la papelera en mi estómago- Me hiciste ir al doctor contigo, para sujetar tu mano, porque tenías miedo.

Permanecí en silencio y vi como sacaba una gran jeringa de la papelera.

-Tener miedo es ser débil, y no podemos tener eso.

Brian clavo la aguja en mi brazo lo más fuerte que pudo y grite, mientras sentía como rasguñaba mi hueso.

-Quería verte gritar así desde que el doctor te enterró esa aguja

Saco la aguja y la clavo de nuevo mientras yo miraba. Sangre salía de la primera herida y Brian mojo su dedo en ella, llevándoselo a la boca. Lo observe con horror mientras él se limpiaba el dedo.

Brian sonrió.

-Otra vez. –susurro, sacando otra aguja de la papelera y clavándola en mi brazo, al lado de la otra que sobresalía de mi piel.

Grite y Brian me golpeo en la cara.

-¡No puedes tener miedo nunca más! –grito, enterrando otra aguja en mi brazo.

Lagrimas caían por mis mejillas y no pude evitarlo; grite de nuevo. Brian gruño y enterró otra.

Y luego otra.

Y otra.

Siguió clavando agujas en mi brazo hasta que habían por lo menos quince sobresaliendo de él, y mi voz se volvió ronca de tanto gritar. Cuando Brian clavo la dieciséis solo me estremecí mientras el dolor se esparcía por todo el brazo.

-Buena chica. –murmuro, acariciando mi cabello.

Lentamente comenzó a sacar las agujas, hasta que no había ninguna. Todo lo que quedaba eran los agujeros en donde estuvieron y la sangre que goteaba por mi brazo.

The Test [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora