Cap. 8

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Créditos de la imagen a Spoon.

<<Encontrarse a uno mismo>>

Athanasia no podía sentirse más feliz que en ese momento, había llegado a la Ciudad de Nueva York, donde vivía su amiga Helena, sentía como el pesor de su ajetreada vida había disminuido.

Nunca tuvo decisión propia al respecto en su vida, sus padres habían creído fielmente en el destino que había previsto la Princesa Amelia por lo que quisieron seguirlo al pie de la letra. En el tiempo que vivió con Lucas en la tierra de los magos había sido instruida de todo tipo, aun estando enferma, sus padres y los de su amado exigieron un gran desempeño de ella, quien unificaría los Reinos y traería la paz.

Desde un principio lo supo, era su obligación y no había objeción en ello, pero deseaba ver el mundo, conocer y enriquecerse con propias experiencias, sin embargo, el destino no dictaba eso, fue torturada con distintos traumas psicológicos y físicos desde muy joven sin escape, la perfección apretaba su soledad como si su cárcel de Palacio no fuera suficiente, veía a su único compañero disfrutar de la vida, sin ella.

Tal vez en algún punto sintió envidia de la parte del destino que le fue dada a Lucas, quería estar a su lado y no encerrada en una oficina, asistiendo a ridículas juntas, peleando y viendo por la paz sin descanso y cuando se hartó, trato de traer a su amado a las malas, aunque eso no funciono, dejándole consecuencias al contrario sufriendo dolores de cabeza y mareos al tratar de recordar con la intervención de ella, era como si el verdadero problema en Lucas, era su destino, ella misma, abandono en cierta parte la idea de tenerlo a su lado pero la enfermedad la ataco, siendo su destino el único capaz de curarla, se odio a sí misma por atar al amor de su vida a el destino que aburrida había estado llevando.

De todas formas, trato de asimilarlo, queriendo tener la vida que siempre había anhelado. Al final ver el rostro de su acompañante le hiso darse cuenta, que él no estaba cómodo, y con su presencia era peor, el sentía no encajar con ella, no solo le dejo el corazón roto si no que se sentía insuficiente, es por eso que antes de haberse peleado con Lucas había hablado con Helena.

Concordando que ella necesitaba un descanso de existir y no vivir, tomo la decisión de marcharse para un bien mutuo, debía de encontrar quien era ella más allá de la Emperatriz, la que salvo la paz y esas cosas que no hablaban más que en general de la persona que era.

Ella debía buscar su camino, que claramente no era aquel llamado destino, era el que no se le fue instruido como los familiares del Emperador lo hicieron con él, y a pesar de todo no quería abandonarlo, aun así, entendía que, si no lo hacía, la relación de ellos no podría avanzar, porque no existía una personalidad al cual amar, no había calidez en ella más de la que dejo en la infancia y su legado histórico, es por eso que debía esforzarse en vivir y disfrutar la eternidad de vida que le queda.

—¡Bienvenida a tu nuevo hogar! —.

Un departamento bastante amplio para las tres las recibió, se sentía acogedor, el lugar donde pasaría bastante tiempo.

—Es muy bonito... —visualizo los electrodomésticos —Esto... es un poco diferente, pero me encantan los diseños —se asomó a la ventana —¡Wow! Es tan hermoso... son demasiadas luces —.

—Y no lo has visto todo, por lo pronto, mi querida Atthy y Lily, deben cambiarse esas ropas, no son para nada de moda, acá —trono sus dedos —¡Hermosas! —cambio la ropa de ambas —.

—Que estilo.... ¡Es genial! —.

—Lo es Princesa... —dijo la mayor —.

—No, no —negó con la cabeza —Nada de honoríficos, aquí no existen las demás razas, bueno, su existencia se conoce, pero no que vivimos entre ellos —pensó —La presencia de Atthy es muy destacada de por sí... ah... hay mucho trabajo por hacer —.

&quot;El día que te encontré&quot; LUCATHYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora