Cerca De La Revolución

348 35 11
                                    

Fito se fue a dormir aquel día con una sensación horrible en su garganta. Era una angustia, con celos y una ira inminente hacia uno de sus ídolos. No podía evitarlo, al ver al par afuera compartiendo un cigarrillo. Estar celoso no era algo normal para él, ni algo que disfrutara, odiaba tener ese impulso posesivo sobre alguien, y más alguien tan importante en su vida como Alma. No solamente era sobre que entre ellos dos no había nada, sino que también Alma es su amiga, su amiga más cercana. Pero el sentimiento de injusticia le ganaba a su cerebro, entonces tuvo mala cara el resto de la noche. Su amiga lo saco a bailar, y lo intento animar, pero al ver sus hombros, únicamente pensaba en el saco de Charly sobre ellos. 

Era romántico, dramático y melancólico, él lo sabía, se lo habían repetido desde chico, su sensibilidad lo hacía débil. Pero no se sentiría culpable de su tristeza, no se dejaría silenciar. Lo que ocurrió fue repentino, lo dejo confundido, y hasta sintiéndose algo traicionado. Nunca se lo diría a Alma, pero era suficiente con ser capaz de reconocérselo a sí mismo sin un castigo interno. Hace unos días Alma juraba no poder trabajar con el artista, y después estuvo peligrosamente cerca de él en una fiesta. Fito la había acompañado y la hizo sentir lo más cómoda que pudo en un lugar lleno de desconocidos, y Alma se lo devolvió dejándolo solo. Estaba un poco frustrado con la actitud de su amiga.

Fito vio a la mujer salir de su habitación, con su pijama puesto y su pelo alborotado, caminando hasta el baño. Escucho como se lavaba los dientes y abría la ducha, saliendo con la toalla atada alrededor de su pecho, su pelo dejando gotas en el piso. Entro nuevamente a su habitación.

"¿Ni un buen día che?" Dijo la mujer desde el otro lado de la puerta.

"Tengo resaca, Alma." Dijo, tomando lo que quedaba de su café. 

"Si vos tenés resaca, que me queda a mí," Escucho como la mujer reía, sintió una acidez subir por la boca de su estómago.

No respondió, y agarro su libreta, garabateando cualquier forma que se le venía a la cabeza.

"¿Pasa algo, Fito?" Alma abrió la puerta, vestida con ropa de estar entre casa.

"Me duele mucho la cabeza," Fito se excusó.

"Tengo ibuprofeno, si querés," Alma se sentó al frente de él.

"No, no gracias," Fito negó con la cabeza y arrimo su cuaderno.

"La resaca se te va con ibuprofeno," Alma extendió su brazo, llamándole la atención a Fito. "Te digo de experiencia."

"No quiero, Alma," Dijo con un tono más firme, "Me voy a dormir un rato."

Cerro su libreta, llevándosela al levantarse y dirigirse a su habitación, sintiendo la mirada de Alma perforar su espalda.

-

"Bueno, ¿Rosario sería la única fecha que hay que agregar?" Le dijo, su representante, mientras estaban en una reunión.

Charly miraba por la ventana del caro café, sus lentes de sol tapando sus ojos. Los hombres de la mesa lo miraron, esperando a que el artista dé una respuesta.

"Charly," Su representante lo pateo por debajo de la mesa. 

"¿Eh? Eh, sí, sí," Charly contesto, su cerebro volviendo a la conversación.

Los hombres vestidos de traje y con relojes que valían más que casas enteras siguieron charlando un rato más. Charly no entendía como podían ser tan caretas, claramente no les importaba si los hijos del otro había ascendido en su equipo de futbol, o si alguna de sus hermanas se casó. No entendía por qué cada decisión necesitaba una reunión, era una perdida de tiempo. Lo único en lo que le interesaba invertir tiempo hoy, era en la imagen de aquella mujer que ayer escapo en el momento que él creyó que la tenía. También sentía algo de impotencia, se había malacostumbrado a que todo el mundo le dijera que sí por el simple hecho de ser quien es. El hombre mordía su labio inferior mientras que miraba a la gente pasar.

Total Interferencia | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora