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Rosé se removió incómoda bajo esa mirada, ¿Estaba borracha?, afirmativo, pero eso no quitaba el hecho de que bailaría con cualquiera y muchos menos con ese rostro tan macabro y con dobles intenciones, y a pesar de que su punto de estar ahí era acostarse con alguien, ella no se acostaría con él, definitivamente no.

-No, gracias-Rechazó amablemente dando algunos pasos atrás pero el hombre la tomo del brazo y la jaló hacia él haciendo chocar sus cuerpos, Rosé trató de safarse de él pero aquel hombre tenía más fuerza-¡Oye, suéltame!-Gruñó golpeando el pecho del hombre, quien la tenía sujeta del trasero-¡No me toques!-Golpeaba y rasguñaba pero no le hacía nada, sus golpes eran débiles debido a su embriaguez.

-Toda una zorrita, ¿Qué tan buena serás en la...?

El hombre fue empujado fuertemente haciendo que la rubia pudiera escaparse a tiempo, aunque una mano en la cintura le ayudo ciertamente a no tropezar junto aquel hombre. Aquel macabro hombre se reincorporó enfadado y estaba por enfrentar a aquella persona pero se detuvo al verla y palideció.

Rosé estaba aferrada aquel cuerpo fuerte pero suave, sabía que era una mujer, una mujer un poco más alta que ella, y estaba completamente agradecida, no había visto su rostro, estaba paralizada y agarraba fuertemente a la mujer como garrapata, jamás había estado tan cerca de ese tipo de abuso, y a pesar de que sabía cómo reaccionar debido a lo que le habían dicho, se paralizó, no sabía que hacer aparte de rasguñar o golpear.

-No. La. Vuelvas. A. Tocar-Gruñó aquella voz haciendo que la rubia se retorciera ante ese timbre ronco y femenino.

-Si-si-si, yo-yo no sabía que-que era tuya-Tartamudeaba empezando a retroceder.

Rosé frunció el ceño ante eso, y fue como la aguja que rompió su burbuja de shock, ¿suya?, ¡Ella no era de nadie otra vez!, pero al levantar el rostro para reclamar, un dedo se puso en sus labios deteniendo todo lo que reclamaría.

-Largate-Escupió la mujer al hombre, quien no dudo en correr de ahí, varios miraban la escena pero no se extrañaban.

La rubia no tenía ni idea quien era esa mujer, por supuesto, era preciosa, pelo negro, piel blanca casi pálida y con curvas que se acentuaban gracias a aquella camisa de tirantes y la sudadera de cuero colgada en el hombro, vestía unos pantalones negros y con un cinturón, ella era magnífica, pero la mayoría que habían estado más veces que ella ahí, sí.

Ella era la jefa.

Lalisa Manobal, empresaria de una de las más grandes empresas, pero también la dueña de esa cadena de hoteles junto a algunos socios, pero ella era la mayor en puesto.

-Bien, se fue-Murmuró pero no aflojó el agarre en su cintura no quitó el dedo de sus labios.

-¿Po-podrías soltarme?-La rubia  hablo con la boca entre-abierta debido al dedo en sus labios.

La mujer la volteó a ver y Rosé se quedó quieta, no movió ningún músculo ni abrió la boca ni ojos en gesto impactado, nada, no hizo nada, pero por dentro estaba paralizada, aquella mujer de frente era más hermosa de lo que pensaba, y esos ojos verdes entre negros eran tan impactantes y profundos, cejas gruesas, una nariz ligeramente curvada pero hacía juego con todo su rostro, y esos labios gorditos y besables, pero permaneció seria, había aprendido en el trabajo a no mostrar ningún destello de incomodidad o cualquier rastro que pudieran hacerla parecer "débil" ante competencia o cualquier persona que no quisiera abusar de ella, como el hombre momentos atrás, atrás se había paralizado y no había parado a pensar en eso.

DESAPARECIDA  (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora