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Rosé estaba en la oficina de su empresa analizando todos los posibles clientes, sin embargo, no podía concentrarse en nada. Habían pasado seis semanas desde que la niña se enteró de su madre, y prácticamente todos los días habían estado conviviendo las tres juntas, aunque Rosé siempre trataba de huir cuando estaba cerca la ojiverde mayor.

Pero había pasado cinco semanas y media, y todos los días, sin falta, recibía una rosa y, a lo que le parece a gracioso, junto a un plátano. Las rosas se iban acumulando cada vez más y los plátanos desaparecían en su estómago, pero sabía perfectamente de quien se trataba, y no era nada menos que Lalisa Manobal, eso decía en cada tarjeta que recibía.

Oficialmente la había invitado a salir, y aquel detalle era el que no la dejaba concentrarse, habían hablado acerca de acuerdos hace unas tres semanas y Rosé estaba tratando de romper aquellos muros alrededor de ella, aunque Lisa era la que más hacía. Ademas de que ella misma se estaba dejando porque hacía unos días había recibido una carta de una mujer.

La ex esposa de Lisa.

—Rosé,    el señor Namjoon  esta afuera, dice que necesita verla—Irene interrumpió su delirio desde el porta voz.

La rubia rodó los ojos y suspiro al recordar la reunión con Namjoon.

—Dejalo entrar.

Quería que pasara aquella reunión más rápido, Namjoon era un vendedor de las mejores telas, aunque no necesitaba de él, el hombre habia querido esa reunión y tener relación podría beneficiarla un poco, sin embargo, todo sería demasiado difícil, ya que aquel hombre era demasiado pesado. 

La puerta de su oficina se abrió y un hombre alto con el pelo castaño entró, vestido de traje que parecia demadiado pequeño para él, inmediatamente pensó la ojimarron al mirarlo de arriba a abajo, el hombre se removió incomodo ante la mirada fría de la rubia, pero sonrió encantadoramente para tratar de provocar alguna reacción en la mujer, pero ella se mantuvo seria.

—Señor Namjoon, cierre la puerta—Ordenó empujandose ligeramente con los pies para mover la silla y separarse un poco del escritorio.

—Como usted diga   —Rosé levantó la ceja intimidante ante el tono pícaro que el hombre uso.

El hombre se dio la vuelta y cerró la puerta en lo que la rubia se relajaba en la silla conteniendo un quejido por haber aceptado aquella reunión, él hombre ni siquiera había traido alguna carpeta o algo.

—¿Por qué deberia hacer tratos con usted?—Preguntó directa Rosé cuando el hombre se sentó frente a ella, sin que ella le hubiera dicho, pero lo dejo pasar.

El hombre se desconcertó pero inmediatamente rio nervioso y miro a la mujer, solo que no a los ojos.

—Tengo las mejores telas y eso beneficiara de una manera magnífica a nuestras empresas—Habló recargandose en el escritorio de la rubia.

—No se recargue—El hombre se reincorporo en segundos aclarandose la garganta—¿Y qué tienen en especial esas telas?, mi equipo tiene a los mejores creadores, ¿cuál es la diferencia?

El hombre perdio un poco de color de piel y se removio incómodo, Rosé vio aquello con seriedad, y posó las manos sobre la mesa esperando su respuesta.

—Mis... Telas son generadas de los mejores gusanos... De ¿seda?—Respondió con inseguridad.

—¿Me pregunta o me responde, señor Namjoon?—Cuestionó con seriedad causando más nervios en el hombre.

—Le contesto—Dijo agravando su voz mientras se acomodaba la corbata.

—¿Tiene alguna muestra para que pueda verificar?—Interrogó Rosé moviendo las manos al ademán de la pregunta.

DESAPARECIDA  (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora