THE STALKING || By Lennox N.

▪︎Independencia▪︎

Que recuerdos aquellos.
Aunque su infancia no fuese especialmente "buena" o presumible, al menos sonaba mejor de lo que era ahora; sus padres lo habían dejado completamente solo. La casa, el auto, el dinero, todo era solo para él y, si acaso, su propia sombra.

Si tan solo tuviese algunos amigos al menos esta libertad podría servirle para algo, pero por ahora solo le valía para emborracharse y hacer ejercicio excesivo.
Debería salir un rato.

Tomó una cerveza sin abrir y salió de la casa, rechinando la puerta ante el movimiento.

Se adentró nuevamente en el bosque, como en los viejos tiempos. Aunque ahora se tambaleaba de inconsciencia entre los árboles, las hojas secas crujiendo bajo sus pies.

Finalmente cayó al suelo cerca de un lago, iluminado por la luz del sol.
Recordaba vagamente haber pescado ahí junto con su padre, cuando las cosas aún no se sumergían totalmente en la mierda. Pero el efecto del alcohol le hizo tomar ese recuerdo con desprecio.

–Pf. Claro. 'Tiempo de calidad'– arremedó–. Pura mierda.

Abrió su cerveza y dió un trago considerable a su contenido, apuntando la lata al cielo para beber hasta la última gota de cerveza. Para cuando bajó la mirada de nuevo hacia el lago, pudo divisar a una persona moviéndose a lo lejos por el rabillo de su ojo.

La vista borrosa no ayudaba mucho pero, estaba seguro de que nunca había visto a ese chico antes. Parecía estar pescando.

Jeffrey ladeó la cabeza para reconocer mejor los rasgos del pescador, acomodándose los anteojos con el dedo índice.
Lo escuchó maldecir.

–Ugh, mierda.

Con la poca vista cuerda que le quedaba, logró notar cómo el extraño se miraba el dedo, ahora sangrando. Seguramente se pinchó con el anzuelo de la caña.

–¡Oye!– gritó Jeffrey, ebrio, pero llamando la atención del joven de inmediato.
El lago los separaba por unos metros y mirarlo a contraluz no ayudaba demasiado, pero el cabello corto y rizado de aquel extraño se le guardaron en la memoria fácilmente.

–¿Necesitas ayuda con eso?– volvió a llamar su atención, ahora recibiendo un saludo con el brazo en alto como respuesta.
El acento de aquel joven no le era familiar. Era obvio que era británico.

–¡Estoy bien, camarada. Gracias!– habló el hombre delgado. Y Jeff se sintió extrañamente interesado. Pero antes de que pudiese preguntarle cualquier cosa, notó la mirada del extraño sobre él. Ambos sumidos en un contacto visual mutuo y silencioso que se rellenaba pobremente con el cantar de los pájaros y algunas ranas– ¿Todo bien de ese lado?

Jeff despertó de su trance.
Malditos pensamientos intrusivos.
No debía ser tan difícil hablar con alguien, ¿cierto?

–Uh... Sí... Sí, todo está bien. Solo me pasé un poco de copas– gritó, alzando su lata de cerveza vacía, carismático y ebrio.

–Oh, sé como se siente, camarada.

Y Jeffrey, con mirada despreocupada, sonrió con amabilidad, satisfecho con su primera y única interacción en semanas con otro ser humano. Además, el joven era agradable. Lo trataba como un viejo amigo lo haría. Era el tipo de persona con la que le gustaría charlar un rato. Pero para cuando Jeff desatinó de sus pensamientos, el hombre ya guardaba sus herramientas de pesca y dejaba atrás el gran lago.

Entonces un aire de decepción golpeó a Jeffrey. Y se maldijo durante el resto del día por no haber sido lo suficientemente astuto como para hablar un poco. Preguntar algo.

Tal vez había perdido práctica en esto.