•Soltando el anzuelo•

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La pala colgaba de su palma y sus dedos despreocupados.
Parecía distraído con toda la tienda, a pesar de ser un cliente frecuente que conocía bien el lugar.

A decir verdad, sí necesitaba comprar cosas de los congelados, era una buena excusa para charlar un poco.

Mientras más avanzaban, más crecía el nerviosismo dentro de sí; tenía que decir algo. Y rápido.

—Oye...

Comenzó.
Y el hombre delgado volteó a verlo, atento, mientras aún caminaba con calma.

—Tú... Tú pescabas en el lago hace unos días... ¿No?

Notó rápidamente cómo los ojos del moreno se ampliaron de una manera tan sutil. Su sonrisa se suavizó.

Claro, estaba siendo muy directo, pero algo recordaba acerca de hacer amigos.

—Si... Sí, era yo.

Respondió el extraño, y Jeff pudo sentir cómo aquel se sentía notado. Un pequeño desnivel alegre en su voz lo delataba.

Siguieron caminando en silencio por unos cuantos segundos.
Ya estaban llegando al área de congelados.
Debía apresurarse.

*

Aquella directa interacción le había aturdido.

El joven... lo notaba.

Lo recordaba.

Y se sintió tan bien.

Cuando creyó recuperarse, escuchó al rubio hablar de nuevo. Y esta vez, su corazón latió, bombeando emoción por sus venas.

—¿Y cómo está tu dedo? Te vi pincharte con la caña ese día.

La voz del extraño era cálida. Muy suave. Casi tentadora.

Dennis se miró la mano. Tan solo un pequeño vendaje rodeando la punta de su dedo.

—Claro, ¡sí! No fue nada. Cosas que pasan, ya sabes.
—¿Yo sé?

Preguntó el joven, acomodándose los lentes con el dedo.
Ya habían llegado a los congeladores. Ambos se detuvieron. Uno al lado del otro.

—Si... Tus manos. Tienes manos de pescador.

Bromeó Nilsen, soltando una pequeña risa que, esperaba, contagiase a su nuevo conocido.
Pero en lugar de eso, tuvo que lidiar con la mirada curiosa del joven. Este se miró las manos con atención. Las cerró y las abrió con lentitud un par de veces.
Y la mirada de Dennis se ancló a ellas casi automáticamente.

*

Manos de pescador...

Vaya... jamás le habían hecho notar eso.

Dada su frecuente actividad física durante los últimos meses, era fácil encontrarse con el tono verdoso de sus venas, incrustado bajo su piel, y viajando hasta sus antebrazos para finalmente ocultarse bajo la manga de su camisa.

Con esas manos de pescador  había capturado unas cuantas presas que, afortunadamente para él, jamás podrían atestiguar su habilidad con la pesca. O con cualquier otra actividad depredadora.

Al alzar la mirada después de algunos eternos y silenciosos segundos, se encontró con que este hombre lo estaba mirando.

Ah, pero apartó sus curiosos ojos cafés en cuanto sintió el peso de su percate sobre la mejilla.

*

Mierda.
Lo vió.
Intentó disimularlo. Primero desviando la mirada, y después sonriendo igual que antes, amigable, y señalando los refrigeradores.

Las manos le temblaban. No soportaba estar así de vulnerable.

—Aquí está. Buen día, esperamos verlo de nuevo por aquí.

Dijo, como buen empleado. Y después se retiró rápidamente, con la intención de no pasar más vergüenzas.
Además... el joven seguramente sentiría desprecio por su extraña actitud ahora. Todos lo hacían eventualmente.

Pensaba esto mientras se alejaba del peculiar cliente.
Hasta que volvió a escuchar su voz.
Su insistente voz.

—Ah, ¡de hecho soy cliente frecuente...!

*

Vamos, vamos. Debía mantenerlo cerca. Había cometido un grave error al mirarlo tan repentinamente. Ahora era obvio que el otro hombre desconfiaba de él... y debía remediarlo. Pronto.

Cuando vió al tipo detenerse, supo que debía continuar. Y mantuvo un tono tremendamente gentil.

—También... también te vi en la mañana... De camino hacia acá.

Obtuvo un pequeño movimiento con la cabeza de parte de su interlocutor. Cómo si se resistiera a voltear para mirarlo.

Prosiguió.

—Tomas el transporte público... El bus.

El otro hombre volteó a verlo de reojo.

Allí está. Casi lo tiene.

Y estaba a punto de continuar, cuando un aviso por los altavoces del supermercado quebró el extraño ambiente que ambos habían logrado esculpir hasta ahora.

<<Dennis, a caja diez. Se requiere su presencia en la caja diez.>>

Jeffrey volteó hacia la bocina, posicionada justo en la esquina del lugar. Demasiado cerca como para no escucharla.
Y entonces, cuando volvió a bajar la mirada... lo escuchó suspirar. Al hombre, lo escuchó suspirar.
Y después lo vió emprender marcha por el pasillo por el que habían venido.

Era él.

Su nombre era Dennis.





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⏰ Última actualización: Jan 09 ⏰

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THE STALKING || By Lennox N.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora