Se sentía raro entre tantos extraños.
Nadie le hablaba desde hace... bueno... desde siempre.
Aunque eso le daba una ventaja: no tenía distracciones, así que podía ser efectivo en su trabajo y, si tenía suerte, lo dejaban salir temprano sin descontarle ni un solo dólar.Pasó el día atendiendo a la gente y llenando los estantes. Lo mismo que hace desde hace tres días, básicamente. O bueno. Tan solo distinto por un pequeño detalle mañanero.
Mientras reacomodaba por quinta vez en el día el estante de los juguetes, algo plateado brilló a unos metros de él, llamando su atención casi de inmediato.
Cuando volteó en dirección a los pasillos de jardinería la respiración se le atoró en la garganta.
¿Qué probabilidad había de esto?
Seguramente debía ser una broma.Al otro lado del pasillo. Ahí parado. Ojeando las palas. Se encontraba cierto rubio, nuevamente, bastante familiar.
Incluso más familiar que la última vez que habían coincidido.
Y esta vez, pareció olvidarse de todo modal que hubiese aprendido acerca de mirar fijamente a las personas desconocidas.
Los americanos, por lo que había aprendido recientemente, eran bastante especiales respecto a eso.
Y al contacto físico también.
Aunque no había roto aquella última regla... aún.*
Tal vez aquella pala funcionaría. Era ligera y pequeña, pero igual resistente. Además, estaba planeando dejar de hacer ciertas cosas que ameritaban su uso. Cómo arreglar el jardín, por ejemplo. Oh, siempre dejaba las sábanas llenas de tierra.
Se dispuso a llevarla.Y cuando alzó la mirada, lo vió.
Él.
Pero 'él' no pareció inmutarse ante el repentino contacto visual.
Y no parecía ir a hacerlo.Juraba que sentía cómo el color de sus miradas se fundía y se mezclaba, danzando entre el silencio. Obstruyendo el oxígeno.
Cómo un viejo marinero ahogándose en mar abierto.Y entonces sintió la necesidad de correr.
Específicamente, cuando el moreno comenzó a acercarse a paso lento.
¿Para qué se acercaba?
¿Qué iría a decirle?
Y lo más importante.
¿Cómo respondería?Tragó saliva, quedándose quieto mientras los metros que los alejaban a ambos se reducían a una distancia peligrosamente amigable.
Su pánico incrementó en cuanto vió al otro hombre sonreír. Una sonrisa normal. Sospechosamente común.Y solo entonces lo vió: el uniforme. La camisa blanca y un broche, "EN PERIODO DE PRUEBA".
Oh, claro, que estúpido. El hombre era un empleado.
¿Cómo es que llegó a pensar que se acercaba por gusto?
Seguramente iría a preguntarle si encontró lo que buscaba o algo por el estilo.Exhaló. Finalmente podía respirar.
Y sonrió sutilmente, aún con la pala entre manos.—Buenas tardes, ¿puedo ayudarlo en algo, señor?
Era él. El hombre del lago. El de la carretera. Su acento británico y el cabello rizado eran inconfundibles.
*
Claro, tal vez era arriesgado acercarse así nada más, pero tenía una excusa perfecta: su empleo.
Nadie podía sospechar de la interacción entre un trabajador y su cliente.
O al menos esperaba que el rubio no lo hiciera.—Bueno... quisiera comprar esto.
Dijo el joven, extrañamente ofreciendo la pala y luego acercándosela al cuerpo otra vez. Cómo si se hubiese arrepentido de ello casi al instante.
—Claro, venga por aquí.
Le ofreció Nilsen con una sonrisa amable mientras señalaba el pasillo que daba a la caja.
Y estaba por ponerse en marcha cuando escuchó la voz del otro hombre balbucear ansiosamente a sus espaldas.—¡Pero...!
Dennis volteó, confundido.
—Pero también... No encuentro el pasillo de congelados.
Que curioso, pensó Dennis.
Casualmente, aquel pasillo estaba hasta el otro lado de la tienda.
¿Qué estaba tramando este tipo?
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THE STALKING || By Lennox N.
FanfictionAmbos están demasiado solos como para tener un poco de consciencia sobre sus acciones. Ambos se sienten perdidos en un mundo ignorante que los excluye sin razón alguna. Ambos desean un compañero que los haga sentir escuchados. Deseados. Amados. Amb...