Presente
—¿Mamá?
Yo estoy acostada ya son 3 meses sin novedades de Becca y estoy cayendo en un pozo depresivo, pero no tengo ganas de salir de casa o de la cama.
—Qué pasa amor.
—No puedes seguir así —abre las cortinas— sal de la cama. Vamos.
—Mel hija, no tengo ganas de salir.
—¿Qué harás? Estar aquí deprimiendote hasta que Rebecca vuelva.
—Para tener 13 años eres demasiado madura.
—Y ella es una idiota inmadura.
—No hables así de tu hermana.
—Levantate al menos hazlo por mí ¡yo todavía sigo aquí! ¿Acaso no valgo lo suficiente como Becca para que salgas de esa cama? —ella comienza a llorar y me levanto rápidamente a abrazarla.
—Tienes razón, perdón hija —beso su cabeza— me iré a bañar y cambiar, así salimos ¿Quieres acompañarme a...?
—Quiero que mi madre vuelva, quiero que no estes todo el día postrada en cama, quiero que vuelvas a sonreír y que no actúes como si ella hubiera muerto y no hay nada más por que vivir. Porque yo sigo aquí y April sigue aquí también y aunque no lo notes a nosotras también nos duele que ella no esté pero tenemos que seguir y darle su espacio también.
¿En que momento mi hija se hizo tan grande? Sino parece como si hubiera sido ayer que recuerdo cuando me enteré que estaba embarazada.
Pasado
Las náuseas se hicieron más frecuentes, mi esposo me asquea más de lo normal. Pero por segundo mes me di cuenta de que mi periodo tampoco no había llegado.
—No puede ser, no, no —cierro los ojos— no de él —comienzo a llorar con el test en la mano positivo— no.
Tocan la puerta del baño y abrí con la evidencia de que estuve llorando. Aunque me sequé las lágrimas y lavé la cara con agua fría, no puedo ocultar lo evidente.
—Mami ¿Estás bien?
—Sí, amor —traté de no romper en llanto— mamá está bien —la abracé fuerte.
Dejé a Becca un rato en la casa de mis padres y fui a buscarlo por el auditorio, si me ve a pedir que aborte, que no quiere a este bebé y demás de cosas que pueden pasar, no quiero que lo haga delante de ella. Sube a la camioneta y mira su teléfono como siempre hace, poco nos hablamos en realidad, esta es una relación más, chofer/jefe, o sirvienta/jefe, su pedazo de carne para tener relaciones/amo, y así consecutivamente. Ni siquiera pregunta porqué no está Becca o tal vez ni siquiera se había dado cuenta aún, que faltaba ella.
—Se subió a cambiar sonriéndole al teléfono y yo suspiré exhausta de él— ¿Y la niña?
—Odio que no la llamara por el nombre— Tenemos que hablar Pietro —bloqueo y guardó su teléfono sin decir nada y me miró expectante— estoy embarazada.
—Al fin.
—¿Esa va a ser toda tu reacción? Sí, bueno felicidades, es lo que querías ¿O no?
No sé porque me molesté tanto, si yo también quise en algún momento quedarme embarazada. Quizás porque viendo como es él con Rebecca, mis esperanzas de que mejorará su actitud se desvanecieron y quizás haga lo mismo con este bebé.
—Las pastillas que te puse en tu batido de vegetales ha funcionado —sentí ira— vamos Alina, no esperabas que solo me conformara con una hija, yo quiero un hijo, un varón que lleve el apellido Lombardi y lo siga pasando. Aparte que tanto te enoja, si tú también querías un hijo —¡pero no contigo! Mis planes incluían divorciarme de ti cuando Rebecca pudiera venir conmigo y sacarlo de esta casa a las patadas— felicitaciones ahora serás madre —ya lo era, cretino inútil— tendrás tu propio hijo y sabrás lo que es tener un hijo —suspiró agotado ¡El MUY HIJO DE PUTA! ¿De qué? Si la que se encarga de Becca ¡Siempre he sido yo!— eso sí, no quiero que descuides la casa, la niña y sobre todo a tu figura, las mujeres tienden a descuidarse cuando tienen hijos y yo no quiero una vaca gorda a mi lado. Ahora que no está la niña...
—Tu planeaste embarazarme —dije indignada y tenía muchas ganas de llorar de rabia— eres el auténtico hijo de puta, Pietro Lombardi —¿Mis hormonas me daban valor?— ojalá que sea niña y no se parezca en nada a ti, ojalá.
—Aunque fuera niña —me llevó empujándome conta la pared y me tomó del cuello— seguiría siendo mía, como Rebecca y como tú —llevó la mano dónde tengo el anillo al frente de mi cara— ¿Ves? Las tres son mías y solo mías —me soltó y me sobe el cuello—. Ahora —se sacó el cinto— sube que vamos a tener sexo, aprovechando que no está la niña, ya que siempre que ella está en casa te inhibes de gritar y gemir fuerte —es porque no me arrancas ni un suspiro.
Subí resignada a lo que tenía que hacer, este bebé no ha llegado en el mejor momento, y cambia mis planes, pero también es mío, y haría todo lo posible para protegerlo y cuidarlo, ahora tenía que seguir con todo de acuerdo a como lo tenía planeado, adoptar a Rebecca dándole mi apellido y reunir pruebas.
Mi dulce princesa se quedó en casa de mis padres esa noche, al llegar a buscarla temprano estaba mi mamá sola, ya que mi padre salió a pasear con ella.
Al ver a mi madre solo pude hacer una cosa llorar como si no hubiera un mañana, porque los brazos de mamá tienen ese no se qué, que te hace sentir segura, que aunque el mundo se pare, o la tierra explote, sus brazos van a ser el lugar más seguro de todos.
—Cuando logré calmarme pude contarle— Y el imbécil me dió algo para quedarme embarazada.
—Hija —sobó mi mano y volvió a abrazarme acunandome entre sus brazos— todo estará bien, nos tienes a nosotros.
Sí, solo los tengo a ellos, ya que me alejó de mis amigas, familia y todo ser vivo que no fuera él, solo me dejó estar con mis padres a los que veía bastante seguido, cuando él no estaba, ya que poco le gustaba que los fuéramos a ver.
—No quiero que este bebé pase lo pasa Becca. Debí irme, debí dejarlo antes —comienzo a llorar de nuevo— ¿Ahora cómo voy a hacer mamá? Él no va a darme jamás el divorcio —la puerta se escuchó abrirse con risas, yo me limpié la cara y me coloque mis lentes de sol— hola mi amor.
—Hola mami ¿Porqué has llorado?
—Sonreí a desgana— Lloré de felicidad hija.
Me miró sin entender el concepto de también se puede llorar de felicidad.
—No sabía que se podía llorar de felicidad, siempre que te veo estás triste y lloras de tristeza.
Su respuesta me dejó helada, porque es cierto. Asi que decidí cambiar de tema, no quiero que mis padres se preocupen más aún.
—Mamá va a tener un bebé y tú un hermanito o hermanita.
—¿Me seguirás queriendo? —baja la cabeza— el señor Lombardi dice que no soy tu hija.
—Te seguiré amando Becca, tu eres mi primera hija mi amor, no le hagas caso a él. Ahora ¿Qué te parece si vamos por un helado? —ella grita de felicidad y va a buscar su abrigo— entonces los veo la semana que viene, gracias.
Mi padre cuando salió de la confusión me felicitó y se puso aún más feliz, ellos aceptan a Becca tanto como yo, aún sabiendo que es hija de una amante de Pietro, pero ella no tiene la culpa de tener unos padres de mierda.
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Efecto Cavanagh volumen 2
Roman d'amourAlina era la esposa fiel, de un marido infiel. Su amante aparece un día para dejarle a la hija de ambos. Primero el amor de madre hará que ame a esa niña como si fuera suya, luego con el tiempo descubrirá que también ama a la madre. ¿Que tanto puede...