Presente
Becca solo llama por teléfono, nada de venir por casa, aunque sé que está en América y ha visto a Mel, ella no quiere vernos a nosotras, pero al menos habla por teléfono conmigo.
Hoy quedamos de vernos en un café en el centro de la ciudad. Llego primero y ella no tarda en aparecer con una capucha, lentes de sol y una gorra puesta, el olor a alcohol que trae encima y a cigarros me asquea, pero aún así la abrazo fuerte, ella solo se deja abrazar y me devuelve el abrazo tenue.
—Hola.
—Hola hija. Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos, te extraño —intento tomar su mano por encima de la mesa y la saca— ¿Cómo has estado?
—Suelta una risita exhausta— ¿Qué quieres?
—Que vuelvas. Quiero a mi hija de vuelta.
—Gira uno de los anillos en su dedo— Eso no va a ser posible, la chica que conociste hace unos meses no está más —se lame la boca y toma de mi vaso de jugo hasta vaciarlo— tengo que irme —se limpia con el dorso de la campera.
—Recien llegas.
—Y tengo que irme.
—Becca por favor, hace meses que no te veo, quédate un poco más, por favor —ella vuelve a sentarse— te extraño.
—Eso ya lo dijiste —se molesta y cruza sus brazos.
—Es que verdad lo hago. ¿Hay algo que pueda hacer para que vuelvas? Para arreglar un poco las cosas, haría lo que fuera...
—¿Lo que fuera? —me interrumpe con una sonrisa cargada de algo que jamás había visto en ella, maldad— déjala —mi corazón casi se detuvo— dejala, eligeme a mí y déjala, no te cases con ella —se queda esperando mi respuesta en un momento que pareció eterno— no puedes, no quieres... —se levanta para irse, haciendo un par de pasos dándome la espalda.
—Lo haré, voy a dejarla —digi casi sin poder hablar por las lágrimas. Dejar el amor de mi vida, por mi primer amor, mi hija— ¿Volverás?
—A ver llámala ahora delante de mí —me extiende su teléfono— quiero ver.
—Tomo el teléfono y le marco, tiemblo entera, da el tono y ella atiende— Amor soy Alina —ella hace una pausa— pasó algo, estoy bien —digo enseguida— no podemos casarnos —ella sin entender intenta hablar conmigo— lo siento April de verdad —una gran sonrisa se dibuja en la cara de Becca y por un momento se parece a su padre— hablaremos en casa, pero necesito que saques tus cosas...
—Me quita el teléfono— Tendrías que estar orgullosa de tu futura esposa —le dice por teléfono— a diferencia de ti, ella si fue capaz de elegirme, quédate tranquila que si se van a casar —le corta—. Nos vemos mamá.
Dicho eso se levanta y se aleja de la mesa, mientras yo sigo llorando y April me llama a mi teléfono, hasta que la atiendo. Que distinta está ella quien hacía no tanto, intentó unirnos siempre.
Pasado
—Mamá —veo a Becca por encima de la mesa— me quedo en casa de Lizzi.
—Mamá ¿Puedo quedarme en casa de Lizzi? Puede ser hija...
—Mamáááá —suspira— ¿Puedo quedarme en casa de Lizzi?
—Sí, tesoro —río— ¿Necesitas que te lleve?
—Noup, me vienen a buscar —la puerta se abre y entra April— hola mamá 2 —ella se pone roja— mamá 1 está en la cocina. Me voy.
Antes de llegar a ella, abraza y besa a April en la mejilla saliendo demasiado rápido para poder alcanzarla. Luego de que Becca se fuera me volteo a verla y ella comienza a llorar, con desespero y sin poder calmarla preocupada me la llevo al sillón, le toma un buen rato calmarse, que aunque intenta hablar no pudo.
—Me dijo mamá —suspira calmandose— ella me lo dijo... —comenzó a llorar de nuevo— ¿Sabés que es lo que más me duele? —niego con la cabeza— que no es real, que no es porque ella sabe quien soy —soltó un llanto— sino porque... ¿Tú crees que ella pueda perdonarme? ¿Me daría la oportunidad de escucharme?
Trago con dificultad, porque la verdad es que tantee el terreno hace unos días y Becca se enojó y dijo que si esa mujer aparecía frente a la puerta, se la cerraría en la cara, no quiere saber nada sobre alguien que había sido capaz de abandonarla tan tranquilamente dejándola con un monstruo. De ella quiso tirar todas las cartas que April le envío alguna vez y yo las rescaté guardandolas en el rincón mas recondito de mi armario.
—No lo sé April. Becca es... conozco a nuestra hija...
—Nuestra hija —dije con sollozo— suena tan bonito. Alina yo hice lo mejor para ella, por ustedes... ese hombre... le tenía miedo, pero también te mentí... —la miro extrañada— yo —traga con dificultad— yo vine a ver a Becca muchas veces, tenía que asegurarme que ella estuviera bien, averigüe a que escuela iba y pasaba a verla cuando salía. Yo ví el amor con el que la tratabas y me quedé tranquila por eso, finalmente un día pude irme en paz Alina, mi hija perdió una madre pero obtuvo una mejor.
—No digas eso...
—Sí, es así. Eres mejor madre de lo que yo jamás podría haber sido para ella.
—April, te alejaste de tu hija aunque te dolió para hacer lo mejor para ella, y te aseguraste de que ella estuviera a salvo con quien la habías dejado —suspiro y la abrazo—. No imagino por el dolor que pasaste al tener que separarte de ella —beso su frente— el solo echo de imaginar que podrían alejarme de nuestras hijas —ella por primera vez sonríe.
—¿Nuestras?
—Sí —seco sus lágrimas acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja— Mel también te quiere como su otra madre —Acaricio su mejilla y ella cierra los ojos. Que ganas de besarla tengo y no en la mejilla— en realidad cuando ellas creen que no las escucho hablan de mamá 1 y 2 a mis espaldas.
—Bueno deberíamos ir a las vegas y volver casadas, para así ser un matrimonio oficial.
—Pero lo que pasa en las vegas, se queda en las Vegas. Aparte —tomo y beso sus manos, eso la puso aún más colorada— si yo tuviera que pedirte matrimonio, seria algo mucho más romántico que las Vegas.
—Bueno pídemelo —se levanta rápidamente— tal vez te diga que sí ¿Quién sabe? —¿Como habíamos terminado hablando de matrimonio?— solo que las amigas no se casan Alina, sino seria una noche de bodas muy aburrida —ríe por lo bajo—. Iré a refrescarme odio que me hayas visto así, debo estar horrible, súper colorada, los ojos y la boca hinchados —intenta cambiar de tema.
Me levanto del sillón y me acerco a ella, quien abre los ojos grandes por mi proximidad, entonces ante su miedo no me atreví a besarla... en la boca.
—Eres hermosa en todas tus facetas April.
—Ella me mira fijo pero no retrocede— Vine a hablar contigo porque tendré que mudarme y seguro será un poco más lejos...
—Miro su boca— Quería hablar algo contigo —miro sus ojos y freno el impulso de traerla hacía mí, por el borde de su pantalón y tomar su cintura, junto a sus labios— por eso te pedí que vinieras. Vienes demasiado seguido y te quedas aquí muchos días...
—Frunce el ceño y bajando la mirada— Lo sé, lo siento, sé que abusé de tu hospitalidad, yo vendré menos seguido y...
—Ni se te ocurra —a la mierda la distancia entre nosotras, la traigo hacía a mí, pegándola a mí cuerpo— a las chicas les gusta tenerte aquí y a mí también —pongo una mano llevándola a su mandíbula, para traerla a mí tomando su cuello. Ya no resisto más las ganas de besarla— ¿Qué dices si te mudas finalmente con nosotras? Estás pagando un alquiler de un lugar al cual vas a dormir como mucho 10 noches al mes y ya has mudado casi toda tu ropa a mi habitación.
—¿Y dónde dormiría? —toma un mechón de mi cabello entre sus dedos— porque el sillón es incómodo y las chicas necesitan su espacio.
—Bueno... —cada vez mi pulgar acaricia más cerca su mejilla, aproximándose a sus labios— mi cama es grande —sonrío y ella también de medio lado, la misma sonrisa que hace Becca— ¿Qué dices?
Nuestros cuerpos están demasiado cerca y ninguna tiene intenciones de separarse. Su boca está a mi alcance y este es el momento perfecto para tomarla.
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Efecto Cavanagh volumen 2
RomansaAlina era la esposa fiel, de un marido infiel. Su amante aparece un día para dejarle a la hija de ambos. Primero el amor de madre hará que ame a esa niña como si fuera suya, luego con el tiempo descubrirá que también ama a la madre. ¿Que tanto puede...