Pasado
Miro a la pelinegra frente a mí, ella sonríe.
—¿Y entonces que pasó?
—Entró Mel llorando porque se había caído jugando afuera con un raspón en la rodilla. Eso nos obligó a apartarnos.
—Eva suspira— De verdad que tienes mala suerte. Bueno entonces ahora admites que ella te gusta ¿o vas a seguir negando que entre ustedes pasa algo?
—Jamas he estado con una mujer.
—Y yo jamás he estado con un hombre —se encoge de hombros— la química que tienes con otra persona no va por lo que tenga entre las piernas, sino por la fuerza y la energía que hay entre las dos. Mírame con Theia —en ese momento entra la rubia con Ezra, el hijo de ambas— hola amor —Ezra saluda a su madre y corre a abrazarme a mí, pregunta por Mel y luego sube a bañarse. Las esposas también se saludaron quedandose juntas— nuestro pequeño retoño gay, casi besa a la pelinegra amor.
—Theia me mira— ¿Y que pasó? No me digas que te acobardaste —le cuento— Bueno podemos traernos a las niñas este fin de semana y... —sube y bajo las cejas— vamos Lina, ustedes dos son mejor que ver una serie y nosotras nos sentimos parte del elenco —ríe— aparte son nuestra pareja favorita.
—Esto va demasiado rápido.
—Hace meses que vienen demasiado lento, esto va muy, pero muy despacio y la tensión entre ustedes se hace torturante de ver, las encerraria en una habitación y hasta que no terminará alguna de las dos embarazada, no abriría. Pero tu amiga y doctora es mucho más diplomática —besa a Eva— y no me deja hacer eso. Aparte ya la invitaste a vivir en tu casa y dormir en tu cama, solo falta que le hinques el diente.
Ese fin de semana
—Veo a Becca por encima de la mesa— ¿Me lo vas a seguir negando?
—¿De que hablas?
—Se miran como lo hace Eva y Theia, mamá por favor —no digo nada y seguí cortando las verduras—. Bien, tengo que irme.
—¿Qué quieres para tu cumpleaños?
—Dos mamás —dice entre risas y se va a tomar el autobús con Mel.
Eva y Theia aparecen ese mismo viernes para llevarse a las chicas el fin de semana, dado que son mis únicas amigas y las tías favoritas de las chicas, también a las únicas fuera de April o mis padres que le confiaría mis hijas.
Toda esta semana desde la propuesta del matrimonio un tanto en broma y otro tanto en serio, hablando de las vegas, estuve pensando que hacer. No puedo ocultar la evidente verdad, cada vez más, me siento muy atraída a April. La cercanía de nuestros cuerpos, la búsqueda constante de un roce con ella, lo bien que me siento así sea recibiendo un mensaje que dispara mi oxitocina a las nubes, todo lo que la involucre a ella se siente bien. También pienso que quizás con las dos juntas a Becca le sea más fácil procesar que ella es su madre biologica.
Llevamos un tiempo en este baile de roces de manos, miradas sostenidas un cierto tiempo, charlas frente a frente en el sofa hasta tarde luego de que las risas terminan y el contacto visual perdura.
Hoy las chicas no están en casa, solo somos ella y yo.
April
—¿Entonces me dices que jamás has visto el señor de los anillos?
—Tú no has visto la mitad de las de Harry Potter, creo que se me permite no haber visto unos enanos que viajan al culo del mundo para tirar un anillo a una zanja. Así que Alina Cavanagh, no puedes decirme nada. Cuando veas la mitad que te falta de Harry Potter, hablamos —intento tomar el control remoto.
—Primero el señor de los anillos.
—Harry Potter.
—No.
—Sí.
La colorada se abalanzo sobre el control y yo lo tomé primero, dando un sorbo a mi copa de vino levantándome del sofá. Sonrío. Peleamos como niñas.
—Bueno supongo que ganó Harry Potter, asquerosa muggle de sangre sucia.
—¡Oye! Eso si lo entendí —río y ella me tira de nuevo al sofa, salpicando un poco de vino a la alfombra— vamos April —acaricia mi brazo con sus manos y eso me nubla el juicio— dejame que yo ponga una película —sus caricias me han dejado viendola embobada— hagamos una tregua ¿Te parece?
—Sí —digo sonriendo.
—¿Me das el control? —toma mi cabello entre sus manos— porfis —dice casi en un puchero.
—Trago con dificultad— No hagas eso —levanto una ceja.
—¿Porqué? —intenta tomar el control y lo llevé tras mi espalda— ¿acaso te convenzo? —Me calientas que es distinto— dámelo.
—No, eres pésima eligiendo películas.
—Te mereces el escarmiento cosquilludo.
—No te atreverías a...
Ella se abalanza sobre mí, y comienza a hacerme cosquillas mientras yo río tratando de no perder ante ella, tomo el control por encima de mi cabeza, en un intento desesperado lo lanzó justo al momento que ella cae sobre mi pecho muy cerca de mi cara. Ambas miramos los labios de la otra, siento su respiración demasiado cerca, ella corre un mechón de cabello de mi rostro y acaricia mi mejilla, yo cierro los ojos y no me muevo para no ahuyentarla. Ella se quita de encima de mí y se aleja sentándose casi que en la punta del sillón.
—¿Qué pasa? —Pregunto.
Ella se levanta y me da la espalda tocándose la boca, hemos estado en situaciones así de cerca muchas veces y se que a ambas cada vez nos cuesta contenernos más.
—April —dice todavía dándome la espalda— no me gustan las mujeres ¿Sabés? Jamás me han gustado —me tenso al escuchar eso, si alguna vez pensé que tenía una oportunidad con ella, esa chance se había marchado por la puerta con sus palabras. Ella volvió a sentarse a mi lado quedando ambas frente a frente— jamás me han llamado la atención —acaricia mi mejilla— no me gustan las mujeres April ¿Entiendes?
—Entiendo —suelto resignada en un suspiro.
—Que bueno, porque quiero quede claro... —me levanto para irme— aún no termino —me sienta a la fuerza— no me gustan todas, me gustas tú.
Acorta la distancia entre nosotras, y sentí sus suaves y cálidos labios contra los míos, entonces la tomo de la nuca para no dejarla escapar, enredo una mano en su cabello y otra en su cintura. Que rico el sabor de su boca mezclado con alcohol, no le hace justicia mi imaginación, al sabor real de su labios, la suavidad de su piel, el aroma de su cuerpo y su pelo, quiero más de ella, lo quiero todo.
Ambas nos separamos con la respiración agitada y nos miramos, ya cruzamos la línea, no hay vuelta atrás, ya no podremos ser solo amigas, la deseo y ella me corresponde, estoy feliz, tan feliz, que podría llorar de felicidad en este momento.
La amo, pero no se lo diré aún, no estoy lista, esto es nuevo para mí y no hablo porque sea mujer, sino porque jamás sentí esto por alguien, esta necesidad de verla todos los días, de tenerla cerca, de escuchar su voz, de sentir el calor de su piel, la quiero y solo sé eso.
—Yo... —ella titubea y pienso que quizás se arrepiente— yo... —la vuelvo a besar antes de que hable y la cague, esto no ha sido un error— me gustas Alina —se separa de mí con los ojos cerrado— me gustas del gustar que no es de amigas.
—Y tu a mí, hace tiempo —ambas sonreímos y ella relaja su postura— ese beso fue mejor de lo que imaginé alguna vez.
—Sonríe y se lleva una mano a sus labios— ¿También lo deseabas e imaginabas? —asiento colocando uno de sus cabellos pelirrojos detrás de su oreja— te he deseado tanto Alina, que te juro que tengo miedo de que seas un sueño y te esfumes.
—Pero aquí estoy —besa mis nudillos y luego me da otro beso corto— yo solo tengo la seguridad de que te quiero April.
—Las chicas van a estar muy felices.
La miro nuevamente y nos volvemos a besar, ella me acerca un poco más a ella, y los besos superficiales, se tornaron profundos. Dios jamás me han besado así.
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Efecto Cavanagh volumen 2
RomanceAlina era la esposa fiel, de un marido infiel. Su amante aparece un día para dejarle a la hija de ambos. Primero el amor de madre hará que ame a esa niña como si fuera suya, luego con el tiempo descubrirá que también ama a la madre. ¿Que tanto puede...