II. El origen del héroe

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-Claro, Max – dijo Mai, que hablaba a través de su viejo teléfono con Max – Nos vemos mañana.

Al acabar la llamada, colgó el teléfono y se sentó en el borde de la cama junto a Mayu, que, a través de la ventana del apartamento, observaba como la policía detenía al hombre trajeado que había acabado con la vida de quien se encontraba tirado en el suelo y rodeado de forenses. Todo esto mientras bebía un refresco que Mai le había ofrecido.

-Max vendrá mañana – habló la Vigilante – El me ayudará a saber lo que hay dentro de ese USB que encontré. Tengo curiosidad.

-¿No sería mejor dárselo a la policía?

-Claro que sí, Mayu. Voy y les digo que yo, una Vigilante, le ha quitado esto a un criminal. Seguro que me reciben con las manos abiertas.

-No me refería de esa manera, sino... Bah, olvídalo.

Mayu dio un sorbo a su refresco y volvió a mirar a través de la ventana.

-Es horrible... Lo ha matado por... ¿Por un USB?

-Debe ser importante si ha tenido que pagarlo con su propia vida. La justicia ordinaria no sabría que hacer, por eso es mejor que nos encarguemos Max y yo, Mayu.

-¿Puedo ayudaros yo también? En algo, lo que sea.

-¿Quieres ayudarnos?

-Claro. Sobre todo, ayudarte a ti, Mai. Como Vigilante que eres necesitarás toda la ayuda que puedan ofrecerte. Por eso, aunque no pueda hacer demasiado, quiero ayudarte. Deseo ayudarte.

Mai sonrió.

-Será un placer aceptar tu ayuda, Mayu, sea cual sea.

-¿Qué tal si ayudo a Max con lo que pueda? Aunque sea poco, algo podré hacer.

-Claro, me parece bien. Y seguro que el también.

Mayu dio un nuevo trago a su bebida, siendo aquel el último, viendo a su vez como la policía se marchaba ya del lugar de los hechos.

-¡Ya sé! – exclamó, a la vez que dejó la lata de su bebida sobre la mesita de noche – Te ayudaré con el nombre.

-¿Nombre? ¿Qué nombre? – se preguntó la Vigilante.

-Tu nombre de Vigilante, tonta. ¿Cuánto tiempo llevas siendo una?

-Dos años.

-¿Y en dos años no has tenido tiempo de pensar en un nombre? Yo te ayudaré con eso.

-He tenido tiempo, pero no ideas. No es tan fácil, ¿sabes?

-Déjame intentarlo, al menos.

Mayu, decidida, se cruzó entonces de brazos, cerró sus ojos y se mantuvo pensativa por unos minutos. Aquella era la primera cosa que haría por su pareja para su vida como Vigilante. No podía decepcionarla. No obstante, por más que pensaba y pensaba nada bueno salía a relucir más allá de ridículos nombres.

-Lo siento, no... No se me ocurre nada – se disculpó una desilusionada Mayu.

-No pasa nada – la alentó Mai – No es tan fácil como parece.

-Me he dado cuenta, sí. Igualmente, el nombre de un héroe es importante. Sin él, nadie podría identificarlos. Batman o Superman no serían lo mismo sin sus nombres.

-Bueno, eso es lo que menos me preocupa, la verdad. Prefiero ocuparme de los problemas de la gente primero. Hay muchos ahí fuera que necesitan un héroe. Yo estoy aquí para ellos. El nombre puede esperar. Además, me gusta eso de ser una Vigilante con un halo de misticismo por encima como Batman, por ejemplo. ¡Te quiero, Ben Affleck!

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