V. Nueva vida

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Un nuevo día nació en Capital City. Un nuevo día tras un par de semanas de todo lo ocurrido con el profesor Maxwell y el Doctor D., evento el cual fue seguido día a día por las televisiones locales bajo un punto central: la legalidad de los Vigilantes. Tras lo sucedido ambos fueron encarcelados en la prisión Bluebell para no saberse más de ello. Aquello, lógicamente, le arrebató al profesor todo el prestigió que poseía, al igual que al Doctor D.

Tras aquel tiempo, el instituto de Mai, pese a aún contar con daños, abría de nuevo sus puertas a los estudiantes aquel día, por lo que la Vigilante tuvo que prepararse para volver sin saber lo que podría pasar, pues todos vieron lo que era realmente allí.

Aquella mañana, antes de regresar a la rutina de las clases, Mayu se citó con Mai en una cafetería cercana, donde desayunaron algo de café y dulces antes de dirigirse al instituto. Justo al final de aquella comida, mientras Mayu limpiaba su boca de restos de dulces, tuvo una revelación. Una que compartió con Mai inmediatamente.

-¡Punch Lady! – exclamó.

-¿Punch Lady? ¿Qué es eso?

-Tú nombre de heroína. Por fin se me ha ocurrido.

-¿Punch Lady?

-Sí, porque solo necesitas un puño para tumbarlos a todos con tu fuerza. La chica de un solo puño: Punch Lady.

-Punch Lady... Punch... Lady... Punch Lady. ¡Me gusta!

-¡Bien!

-Por fin has hecho lo que te mande. Primer curro completado.

-Me ha llevado más de lo que pensaba, ¡jajaja!

-Eso parece, jeje, pero ha merecido la pena esperar. Espero que sigas ayudándome en el futuro, Mayu.

-Por supuesto, preciosa. Lo que sea por ti.

Ambas rieron.

-Vayamos ya a clase – dijo Mai - Están a punto de empezar.

Tras pagar por su desayuno, ambas se dirigieron hasta su instituto, el cual no quedaba demasiado lejos de la cafetería, arribando a éste pocos minutos después. Al llegar, se toparon con una estampa poco habitual. Multitud de furgonetas de noticieros y sus respectivos reporteros se agolpaban en el lugar junto a los numerosos alumnos que aún seguían llegando al centro. Al ver llegar a Mai y a Mayu, todos se agolparon a su alrededor, y en especial cerca de la Vigilante, a quien las cámaras rodearon.

Al alcanzar el pequeño patio que daba entrada a la escuela, uno atravesado por un pequeño camino adornado de cerezos, la multitud abrió un pequeño pasillo para la vigilante, encontrándose al final de este el alcalde de la ciudad y el director del centro, quienes se encontraban frente a algo tapado bajo una pequeña lona.

-¿Qué pasa aquí? – le susurró Mai a Mayu.

-No... No lo sé...

Pronto, al verla, el director se acercó a ellas dos.

-Mai Hisuki – habló.

-¿Sí...? ¿De qué se me acusa?

-De nada, de nada – rio el hombre – Ven, te estábamos esperando.

Mai siguió al director, siendo ambos seguidos por la prensa, siendo conducida al lugar donde el alcalde se encontraba, centrando así las miradas de todo el mundo.

-Gracias por venir, Mai Hisuki – dijo el alcalde, que tenía en sus manos un micrófono.

-¿Qué ocurre aquí?

-En seguida lo verás. Atención, por favor – habló el alcalde al micrófono – Gracias a todos por venir. Como alcalde, quisiera darle las gracias a esta Vigilante y al resto de Vigilantes por cuidar siempre de nosotros. Y, sobre todo, a ella, a Mai Hisuki, por salvar a todos sus compañeros de un asesino muy peligroso y por ayudar a la ciudad en un momento donde más lo necesitaba. Se muy bien que durante los últimos tiempos los Vigilantes no han sido bien recibidos en esta ciudad por ser considerados delincuentes peligrosos, pero eso se acabó. Se ha demostrado que su ayuda es buena y que sus intervenciones son necesarias para el correcto bienestar de esta gran ciudad en el corazón de los Estados Unidos de América. Por eso, desde este momento, levanto la prohibición en contra de los Vigilantes. Desde este momento, sus actividades serán legales, siempre y cuando sean en beneficio de todos nosotros.

Todos los presentes aplaudieron a las palabras del alcalde.

-Mai Hisuki – prosiguió – Como agradecimiento por ayudar a la ciudad cuando lo necesitaba, Capital City te hace entrega de este obsequio.

El alcalde retiró la lona y reveló una placa que decía: "Aquí estudió la mejor heroína del mundo", aplaudiendo todos tras la revelación. Tras aquello, el alcalde le hizo entrega del micrófono.

-Vaya, gracias, no... No sé qué decir – habló Mai al micrófono mientras miraba hacia la gran multitud, en especial a Mayu y a Max, presentes en ella - Yo... ¡Yo daré lo mejor de mí! ¡Por la ciudad! ¡Por los que viven en ella! Y... Y, sobre todo, por dos personas muy especiales que siempre me apoyan y... Y por una de esas dos que es...todo para mí.




Nueva vida – FIN.

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