VIII - Hermoso

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Stop and wait a sec

When you look at me like that, my darling

What did you expect?

I'd probably still adore you

With your hands around my neck

Or I did last time I checked

Realmente, Julian supo que ese era el momento donde podía decidir irse, momento en el que aún estaba a tiempo para detener todo aquello que implicaba a Enzo. A él y a toda su anatomía, a todo aquello que lo conformaba, a su mirada oscura y penetrante y también su extraño y molesto sentido del humor.

Pero Julian se encontró a sí mismo sin pensar aunque sea un poco en parar; sin querer siquiera analizar la posibilidad de detenerse ahora.

Sabía que, de alguna manera, ya estaba terrible y profundamente perdido. Lo supo desde el momento en el que la boca caliente de Enzo lo tomó, lo mordió y lo marcó; cuando sintió esas manos fuertes y decididas apretando su cadera y acercándolo lo más humanamente posible a su propio cuerpo, como si quisiera consumirlo entero sin dejar nada de él.

Sus ojos castaños lo habían hechizado de la manera más vergonzosa posible lento, sin prisa, provocando y generando tanto odio camuflado dentro de Julian que, antes de que pudiera darse cuenta de qué pasaba, ya lo tenía envuelto en cada uno de sus dedos. Era molesto e irónico, carcomía sus propias entrañas pensando para sí mismo, ¿qué carajo haces?

Aunque, en este momento nada, nada importaba. Julian era demasiado consciente del hombre sentado frente suyo, dispuesto, caliente, comiéndose su cuerpo con la mirada más intensa que le habían regalado jamás. Todo aquello que juró por Dios no hacer, todo lo que criticó de Enzo, todo lo que despreciaba estaba a punto de hacerlo, muerto de ganas por tomar aunque sea un poco de él.

En su mente solo vibraba el deseo de consumir. Consumir su piel caliente, sus labios rosados, sus muslos trabajados y su abdomen que tanto ansiaba ver y tocar. No pensó demasiado en las ganas que tenía de sentirlo dentro, profundo y sin tanta vuelta; la manera en la que deseaba sentir esas manos firmes apretándolo por todas partes lo hacían sentirse mareado, y el escalofrío de anticipación que recorrió su columna pensando en todo lo que quería que le haga, fue estúpidamente difícil de disimular.

Con ojos oscuros, deseosos y apagados, se dignó finalmente a levantar la vista y clavarla en la cara de Enzo. Sus rodillas molestaban por la posición, sus piernas pedían por favor ponerse cómodas pero la mirada que el chico le estaba dando fue suficiente para sentirse más que a gusto con cómo estaba.

Julian parpadeó un par de veces y estudió a Enzo. Sus piernas estaban levemente separadas mientras yacía en el sillón, estando él arrodillado casi en medio de estas. Sus manos reposaban sobre sus muslos y Julian tuvo que pasar saliva al notar que una de ellas estaba acariciando su miembro por sobre la ropa, probablemente luchando contra la anticipación al igual que él.

Lamió sus labios ante el pensamiento de que Enzo quería esto tanto, o hasta más que él, ante la idea de que se estaba tocando a sí mismo porque no podía aguantar hasta que a Julian hiciera algo, cualquier movimiento.

Batió sus pestañas por unos momentos.

— Yo... — la voz de Julian salió apagada, lenta. Se obligó a sí mismo a conectar sus ojos con los de Enzo, que lo observaban con una tranquilidad muy bien actuada. Mordió su labio antes de volver a hablar. — Yo... ¿puedo hacer algo por vos, Enzu? — preguntó, y dejó que su mano se levantara del piso y se posara sobre la pierna de Enzo, acariciando su rodilla.

difícil de entender [julian y enzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora