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(...)


Volver a ver a dicha persona era todo un shock, ahí estaba su viejo amigo, había dado un rotundo cambio en cuánto a su físico, su cabello era medianamente largo y parecía estar yendo al gimnasio por la forma de sus hombros.

Pero lo que más le parecía extraño fue la forma en cómo se dirigió a ella, sabiendo habían pasado muchos años sin verse, le habló como si no hubiese pasado todo ese tiempo.

Recargó el brazo derecho en el marco de la puerta.

—¿Vas a hacer cómo que no me conoces? —, esta vez había cambiado su tono de voz a uno más serio.

—¿Qué haces aquí? —, sonaba muy seca, no se le ocurrió otra cosa para decir.

—¿No le dices hola a tu amigo? —, se cruzó de brazos, —¿Tanto te sorprende verme que ni siquiera tienes palabras?

—Es extraño.

—¿Por qué sería extraño?

—Me tomó por sorpresa, es todo.

—A mí me toma por sorpresa verte así de bien, con ese vestido—, sonrió ladinamente. —Te ves muy bien, excelente diría.

—¿Te perdiste?

—No cambias nada, siempre desviando la conversación, admito que eso me agrada.

—Eres muy raro.

sonrió sarcástico, —En realidad tenía un poco de problemas para encontrar la ubicación, pensé en pasar a ver si se encontraban tus padres para que ellos pudieran ubicarme mejor, nunca creí que me encontraría contigo.

—Yo estaba por irme.

—¿Ya te vas? Puedo llevarte y así no tendré problemas con el lugar. Matamos dos pájaros de un tiro—, guiñó, — Tenemos mucho de qué hablar—, se acercó y ella tomó distancia, lo notó y lo tomo con diversión.

—Ahora necesitamos llegar a una boda, debemos irnos ya.

—Estoy de acuerdo contigo, así que ¿nos vamos?

(...)

Había una atmósfera extraña, en primer lugar, se sentía levemente inferior al estar dentro de ese lujoso auto que Eleazar poseía, era la primera vez que subía a uno de esos autos y probablemente sería algo que no volvería a experimentar. La segunda cosa es que cada que podía, la miraba de reojo y no era nada discreto, pero agradecía que no hablara.

El viaje no fue tan tardado, llegaron al lugar el cual ya estaba repleto de personas, que al ver ese bonito auto se detuvieron de cualquier cosa que estuvieran haciendo para admirarlo y fue más la sorpresa al ver quienes bajaron de él.

Las miradas atónitas acompañaron su trayectoria desde el estacionamiento hasta la entrada de aquel lugar.

En cuánto lo reconocieron la mayoría se acercó a saludarlo y fue cuando aprovechó para alejarse, incluso su madre se encontraba entre esas personas.

La teoría de todo lo que somosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora