Dolor y obscuridad. El héroe se encontraba tirado boca abajo, aun sujeto a esa silla metálica en la que llevaba ya varias semanas encadenado, sin embargo, las llagas en su piel eran lo de menos. El aturdimiento causado por los golpes y el intenso agotamiento le impedían sostener la mirada hacia el origen de aquellos quejidos ahogados que acompañaban los incesantes martilleos. Sus ojos, entrecerrados por la hinchazón en sus parpados y nublados por la sangre y el sudor que los cubrían, apenas eran capaces de distinguir las dos siluetas frente a él. Una, la más pequeña, era de ese chico que seguramente intentaba protegerlo de nuevo. Ese niño era un rehén al igual que el, capturado durante el asalto que le fue encomendado resolver. Su deber era controlar la situación y salvarlo en ese momento. Pero ambos terminaron siendo capturados, y era ese mismo chico quien ahora se encontraba arrastrándose he intentado con todas sus fuerzas evitar que aquel villano retomara su labor de acabar con el acabado héroe a golpes. El pequeño recibía cada patada y puñetazo en su lugar, y aun con varios huesos rotos, continúa tratando de sujetar las piernas del enorme hombre, quien divertido por aquel chico patético ante sus ojos, decidió pisotear una de sus manos destrozándola aun más de lo que ya estaba y provocando que el débil muchacho fracasara en reprimir un grito desgarrador – ¿Acaso intentabas ser un héroe, muchacho? – pregunta el maldito entre risas – con tu pequeño intento no hiciste más que divertirme un rato – remueve su bota sobre la carne machacada - pero no te preocupes, igual lo voy a matar. Solo que ahora tus iras primero – dice mientras se pone de cuclillas frente al menor – Mira, si te hubieras quedado quietecito, te hubiera dejado aquí para que te murieras de hambre, y tal vez hubieras podido escapar. Pero la cagaste, es una lástima.
Era frustrante para el héroe quien no podía hacer nada más que mirar, apenas consciente. "Tiene razón", piensa, ¿Qué intentaba hacer ese chico? era obvio que no iba a poder hacer nada contra aquel enorme sujeto. Si había sido tan listo y paciente para ser capaz de deshacer su amarre por sí solo, lo lógico hubiera sido que aguardase por ayuda, o que buscara la oportunidad para escapar solo. Cualquier cosa era mejor que esto". Aunque eso era lo que cualquiera hubiese esperado del débil niño, la verdad es que la decisión tan temeraria del chico era algo que Shoto debió haber previsto. Shoto había estado analizando al menor desde que los dejaron en la misma habitación y aunque su actitud de ahora podría parecer tan contradictoria a su comportamiento temeroso y precavido de siempre, la verdad es que era congruente con aquel corazón tan bondadoso que supo que poseía. El chico junto a otras personas, había sido utilizado como rehén durante el asalto de un banco, pero fue específicamente ese chico quien fue usado para capturar a Shoto y hacerlo obedecer bajo amenaza de lastimarlo si no cooperaba. Tras ser atrapado, ambos fueron llevados a una especie de base secreta en donde se les encerró en una habitación completamente sellada y se los mantenía atados, con ojos y boca vendadas. Así fue por un par de días, hasta que al ver lo sumiso que era el pequeño y descubrir que no poseía ninguna particularidad, los villanos decidieron dejarlo con más libertad en la habitación para que se encargara de alimentar, asear y tratar las heridas del héroe para mantenerlo con vida, pues lo necesitaban para llevar a cabo algunas negociaciones con la policía.
En todo ese tiempo, Shoto nunca pudo identificar bien el rostro del chico, pues la mayor parte del tiempo se encontraba vendado y/o sedado, además de que todos los días le era administrada una especie de droga que le dejaba mareado y le impedía utilizar sus habilidades. Lo único que recordaba del muchacho era el color de su cabello y su pequeña complexión de cuando los criminales lo tomaron para amenazarle. No sabía ni su nombre, quizá en algún momento se lo menciono, pero no lo recordaba ya que pocas veces era plenamente consciente. Aun así, lo que mejor reconocía del muchacho era su voz, tímida y fina, pero no molesta, era la voz de un jovencito cuyas cuerdas vocales aún no superaban la pubertad. Esa voz algunas veces le platicaba sobre cosas banales; sobre su madre, su amigo de la infancia, los héroes que admiraba, etc. Quizá con ello buscaba distraerse un poco de la situación y en efecto, para Shoto, escuchar aquella voz le relajaba. Quizás porque cuando el menor le hablaba así, significaba que los guardias estaban lejos y que no habría golpizas por ahora.
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Mi héroe
FanficEn ese departamento, quizá demasiado grande para solo dos personas. Vivian aquel par de niños, porque en verdad eso es lo que eran. Por un lado, un pequeño chico sin Quirk, huérfano, y que apenas cursaba el segundo año de secundaria, y por el otro...