Un mes había pasado desde que esta se había vuelto la rutina de ambos.
Después del incidente del secuestro y tras varias circunstancias, Shoto Todoroki de 19 años, había pasado a ser tutor legal del pequeño Izuku Midoriya de tan solo 14. Este era un estudiante de octavo grado, inseguro y retraído pero amable y muy listo.
Desde el comienzo era bastante notoria la falta de experiencia acerca de la vida independiente para ambos chicos, principalmente para el mayor, que por más que gozase de la mejor educación, de un buen empleo y salario más que envidiables, era Izuku quien parecía tener mayor madures e independencia. Pues al contrario de Shoto, el peliverde provenía de un hogar de clase media, en el que solo eran el y su pequeña madre contra el mundo, por lo que sabia al menos lo básico de los deberes del hogar. Fue por ello que el chico rápidamente comenzó a hacerse cargo del aseo de la casa, el baño, las comidas, incluso preparaba diligentemente la ropa que el mayor necesitaría para el día siguiente. Parecía más una de las damas de la servidumbre con las que Shoto contaba en la casa de su padre. Esto hacía sentir al mayor como un verdadero inútil en comparación. Incluso si intentaba ayudar, no podía hacer nada bien y terminaba sintiéndose más como un estorbo al notar la paciencia que Izuku tenía con él al enseñarle como hacer correctamente las tareas, y cuando la mayoría de veces terminaba haciendo un desastre que el chico tendría que arreglar más tarde. El bicolor estaba decepcionado de sí mismo, pues se había propuesto ser una imagen de apoyo para el pequeño, cuidarlo y hacerlo feliz, sin embargo, subestimo su torpeza. Parecía más como si el menor cuidara de él.
Desde que lo conoció, entendió que Izuku era naturalmente amable, no solo con él, era así con todo el mundo. Por más débil o pequeño que fuese, se esforzaba siempre en ayudar, anteponiendo siempre a los demás. Shoto era muchas veces más grande y fuerte que él, incluso juraría que era capaz de rodear por completo su delgado cuerpo con un brazo. Aun así, parecía como si este lo mirara siempre con preocupación y ternura. Como la mirada de una madre a un hijo, como la que alguna vez recibió de su propia madre. Shoto por supuesto que no llego a conocer a la medre del chico, pero sabía que el realmente la amaba. Debió haber sido alguien muy gentil y cariñosa, alguien de quien izuku había aprendido a ser tan cálido.
Tras despertar de la forma más tierna posible, Shoto por fin decidido dejar de meditar y entrar al cuarto de baño para alistarse, se vistió y salió de su habitación hacia el comedor que conectaba con una pequeña cocina en donde pudo ver al concentrado chico de espaldas, aun con el pijama de All Might que tanto insistió en comprarle y el delantal de All Might, que también le había comprado por supuesto, preparando el desayuno en la estufa. Se acerco tranquilamente hacia él mientras acomodaba su corbata, y volvió a darle los buenos días, atrayendo la atención del menor quien algo sorprendido, atino a contestar cortésmente para en seguida comenzar a mencionar la hora y lo inusualmente rápido que el mayor había terminado de preparase.
-Ya está listo su almuerzo, pero me falta un poco para el desayuno. Si tiene prisa, puedo poner su café en el termo y ponerle algo para llevar...- decía preocupado mientras apuraba su labor.
Shoto solo le miraba divertido. Siempre le era curiosa aquella actitud nerviosa del menor y su costumbre de sacar conclusiones apresuradas. Pero no podía culparlo, ya que no era común que el taciturno héroe espabilara y se alistara tan rápido en las mañanas. Se encontraba pensando en cómo explicarle que no tenía ninguna prisa y que podía calmarse cuando su mirada llego sin querer a una de las manos del menor, aquella con la que sostenía un pequeño cucharon de madera. En ese momento Izuku llevaba las mangas recogidas, algo inusual dado que éste siempre mantenía sus brazos completamente cubiertos. Gracias a eso, Shoto pudo ver claramente aquellas marcas en su mano derecha. Esas que el menor siempre buscaba esconder. Esas cicatrices que seguramente le traían malos recuerdos.
-Está bien Izuku, tengo tiempo - interrumpió el frenético discurso del menor, y haciendo que este detuviera también sus acciones para dirigirle la mirada – desayunemos juntos – dijo para después acariciar con ternura el rizado cabello del menor. Este simplemente se dejaba hacer un poco avergonzado.
Aquello lo alegro, ya que últimamente el menor ya no se sobresalta tanto por ese tipo de gestos. Al principio le había costado siquiera acercarse a él, primero porque el chico era bastante tímido y segundo porque el propio Shoto tampoco era muy hábil interactuando con las personas. Aun así, con paciencia y bastante ayuda de su hermana mayor pudo poco a poco ganarse su confianza, más que nada porque decidido aprovechar la valiosa información que esta obtenía del menor.
Como la vez que desidio utilizar aquello que mas adoraba el chico. Los héroes. Shoto era un héroe profesional y era el heredero del actual héroe número uno, Endeavor, por lo que tenía cercanía profesional con muchos de los héroes que más admiraba Izuku, así que podía valerse de cualquier cosa que pasara en su día para atraer el interés del éste. Así que apenas menciono que tendría una reunión con la agencia del tercer mejor héroe de Japón, e Izuku no pudo contener su emoción y comenzó a soltar un sinfín de preguntas que Shoto apenas podía seguir. Fuyumi tenía razón, a pesar del carácter reservado del chico, seguía siendo un niño que explotaba con efusividad ante su cosa favorita. Fue así que aprovecho ese recurso a mas no poder, no dudo en atiborrar al chico de cuanta chuche de héroes volteara a ver si quiera por accidente. Pijama, cobija, almohada, cortina, figuras, etc. Todo, de All Might, su héroe favorito por excelencia. Izuku, aunque avergonzado de sí mismo por no poder evitar caer ante todo ello, le agradecía con alegría y de todo corazón porque también sabía que esa era la forma en la que el serio héroe intentaba ser amable con él. Pero poco a poco se volvió algo incomodo por la tremenda cantidad de mercancía que este le regalaba a diario, y no de la barata precisamente. Mimar a Izuku parecía haberse vuelto un deporte para el mayor. Tan solo pensar en la cantidad tan cochina de dinero que Shoto derrochaba sin chistar en él, comenzaba a sofocarlo. Izuku intento decirle de manera amable que no hacía falta, pero no parecía funcionar. El pobre no sabía que hacer hasta que, de nuevo por medio de Fuyumi, Shoto entro en razón.
No sin antes hacer del cuarto de Izuku un museo dedicado a All Might.
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Mi héroe
Fiksi PenggemarEn ese departamento, quizá demasiado grande para solo dos personas. Vivian aquel par de niños, porque en verdad eso es lo que eran. Por un lado, un pequeño chico sin Quirk, huérfano, y que apenas cursaba el segundo año de secundaria, y por el otro...