Capítulo 6

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Me desperté con la respiración acelerada y pequeñas gotas de sudor escurrían por mi frente y nuca, mi vista se paseó por la habitación para verificar que todo había sido un sueño y si estaba en mi cama.

Lleve mis manos a mi pecho y traté de regular mi respiración, me repetía una y otra vez que estaba bien, pude ver como Pambazo me miraba fijamente desde su cama para corroborar si estaba bien o me estaba volviendo loca.

Al estar mucho más tranquila tomé mi celular y cheque la hora, eran las 3:00am apenas, sabía que ya no iba a volver a dormir y no quería volver a hacerlo. Me paré de mi cama y salí de mi cuarto, caminé hacia la cocina y prendí la cafetera, nunca es un mal momento para un café y también eso me ayudará a mantenerme despierta.

Al tener mi café listo me dirigí a mi terraza, solo que no salí al aire libre, me quedé adentro y me senté en el suelo, podía ver mi silueta en la puerta corrediza de cristal gracias a la luz de la Luna.

Volví a tener esa pesadilla, todo a mi alrededor estaba oscuro y frío, podía sentir el aire helado sobre mis mejillas y cabello rojizo, como pequeñas agujas que se clavaban en mí que me recordaban que estaba viva, pero eso no era lo peor, tenía la sensación de que alguien me observaba, traté de forzar mi vista para ver de donde provenía la sensación y justo ahí lo vi, era un hombre sin duda alguna, pero lo que más me llamó la atención fue la estrella roja que tenía en su brazo biónico, al ver que nuestras miradas chocaron salió de su escondite y caminaba hacia mí, lo tenía tan cerca que podía sentir su respiración, pero lo último que vi de él fueron sus ojos azules como el hielo.

¿Será mi destino morir a manos de él? Realmente no me quejo si esa es su misión, yo soy parte del problema, si él al matarme se sentirá bien y vivirá una vida tranquila, adelante.

Al terminar mi café fui a mi habitación y me cambié por mi ropa habitual, hoy decidí vestir con una falda larga con estampado y una playera lisa blanca, mis convers blancos y ya estaba lista, fui a hacer mi rutina de limpieza y peinarme para no parecer bruja, también me maquillé un poco.

Salí del departamento y me dirigí hacia el laboratorio, como era de madrugada no había mucha gente, pero si que una que otra persona por ahí, iban a dar las cinco de la mañana y la ciudad nunca parecía dormir, es algo que tenemos en común New York y yo.

Dejé mi bolso a estar en mi segundo hogar y era momento de jugar, las fórmulas que había escogido tres días atrás realmente eran buenas y daban buena señal para el proyecto, así que era momento de dejar de perder el tiempo.

Probar cada fórmula me tomaba una hora si es que no me distraía con mi propia mente, de 5 que daban luz verde, 2 realmente me sirvieron o daban más porcentaje que las demás, me emocionaba saber que cada vez estaba más cerca de algo que puede ser imposible.

—Sabía que estarías aquí.

Brinqué del susto en mi propio lugar, soltando el lápiz que tenía en mis manos.

—¿Un buenos días antes, no? Casi me matas del susto.— dije dándome la vuelta para ver a Steve.

—Lo lamento, no fue mi intención.— dijo sinceramente.

—¿Realmente sabías que estaba aquí o fuiste a mi departamento y al ver que nadie te abría veniste aquí?

—Le quitas todo el misterio a la vida.— dijo riendo.—¿Ya desayunaste?

—¿Un café cuenta?— dije con una sonrisita para que no me regañe por mi nulo desayuno.

Él al escuchar eso negó vagamente.

—Yo invito el desayuno, vamos.— dijo firmemente.

Sabía que refutar no iba a funcionar, así que de mala gana me quité mi bata de laboratorio y agarré mi bolso.

El amor a muchas vistas|| Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora