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Lo poco que recuerdo de mi infancia era a mi madre, Katsuki y a Kenji.

Mi madre era muy linda y cuidaba de mi, incluso si estaba cansada siempre estuvo para mi cuando la necesitaba, pero la única vez que me necesitaba, no pude estar para ella.





AÑOS ATRÁS

Los adolecentes pueden ser muy crueles y parte de eso es la educación que reciben de sus padres, los adolecentes tienden a herir a otros con mucha facilidad, la discriminación, el abuso y el acoso escolar son cosas de cada día en la secundaria.

Para muchos era anormal y asqueroso que personas de un mismo sexo, eran discriminados, maltratados y hasta incluso asesinados sólo por una muestra de amor. Incluso los niños crecían con ese ideal de muerte a los anormales, sus padres les inculcaban estos retorcidos pensamientos y llegan a la edad adulta sin cambiarlo.

El ser humano es cruel, por naturaleza.

Algo que no siga la corriente es considerado maligno y satánico, es condenado a ser repudiado por padres, madres, hijos, abuelos.

Esta es la historia de Esmerald, de aquel niños que cambió tanto, tanto que a su regreso no fueron capaces de reconocerlo.
















Crecí sin padre pues según mi madre, el estaba en el extranjero trabajando, tal vez en mi infancia le creía pero ya en la secundaria es difícil de creer. Los niños son muy crueles y desde pequeño se encargaron de hacerme sentir inferior, con palabras o con golpes.

En primaria eran plantas hirientes y algunos golpes y a medida que pasaba el tiempo y mis agresores crecieron, su abuso también, estaba más tiempo en la enfermería que en clase, recuerdo la vez que intentaron ahogarme sólo porque se me consideraba anormal, pues para ellos ser normal es tener una madre y un padre y tal vez algunos hermanos, pero en mi caso sólo hermanos mi madre y yo.

Una madre soltera que terminó la secundaria luego de mi nacimiento y tenía que llevar a su hijo a sus clases porque no tenía con quien dejarlo.

También me golpeaban hasta el punto en que llegaron romperme varias costillas y en otros casos un brazo. Pasar envuelto en vendas es horrible Y soportar el dolor mientras tu cuerpo que no ha sido tratado para no preocupar a tu madre es aún peor.

Por suerte para mí, el día en que Kacchan y Shochan por fin fueron cambiados a mi salón, por fin pude tener algo de paz. Ambos me cuidaban y arremetieron contra cualquiera que me haya hecho daño, al poco tiempo ya casi nadie me molestaba por temor a que ellos fuesen a buscarlo. Y sin pensarlo, mis sentimientos fueron hacía uno de ellos.

Ese día, el día blanco, el día en que por fin pensaba en confesarme, luego de mucho tiempo mentalizandome y preparándome, preparé un regalo, una carta y unos chocolates, en la carta estaba todo lo que sentí, desde el momento en que lo conocí, el día en que supe que me enamoré de él, hasta el día de hoy que cuando se la voy a entregar.

Pero como siempre, las cosas no salieron como estaban planeadas, esa carta que él sostiene en su mano debía estar en mi casillero y el regalo igual que los chocolates estaban en manos de Gisu y sus acompañantes. Esas personas fueron quienes más me atormentaron a lo largo de mi corta vida, desde primaria hasta el segundo semestre de secundaria.

Querido amigo...

En cuanto Gisu comenzó a leer la carta, muchos en el comedor comenzarían reírse y poner caras de asco, pero había sólo dos personas a quienes no quería ver con una casa así.

—Eso es un asco — Kacchan, lo dijo, me miró con decepción y se apartó de mi. Shoto, nisiquiera me miró, sólo gruño y se levantó.

—Deja de hablar mierda desagradable — Golpeó a Gisu y salió sin decir nada más, y entonces perdí cualquier protección que pide haber tenido.

La secundaria se convirtió en un infierno, mis antes mejores amigos, aquellos que siempre estaban conmigo, ahora nisiquiera me miraban. Los abusos eran más fuertes y constantes, era una paria dentro de esa escuela. Estaba dispuesto a soportarlo todo para que mi madre no tuviera que preocuparse, pero eventualmente se enteró.

Tal vez mi falta de respiración y los numerosos moratones en mi cuerpo no fueron lo suficientemente sutiles.

Los analgésicos dejaron de surtir efecto debido al continuó y descuidado uso, por el dolor, cada pasó era una tortura, respirar era un verdadero reto, la movilidad se redujo considerablemente.

Esa noche, dos dias después de que se enteró de toda la verdad, volvíamos a casa luego de un recorrido por todo el hospital para tratar mis lesiones.

Aparecieron de la oscuridad en un callejón, es un recuerdo borroso, pero aún escucho los sonidos de mi madre gritando y pidiendo ayuda, el como "ellos" decían cada palabra horrible que imaginaran, recuerdo mucho dolor en todo el cuerpo y a mi lado el cuerpo sangrante e inconciente de mi madre.

La daga del YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora