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Taeyong levantó la mirada de sus manos empuñadas hasta su intimidante jefe sentado a su derecha en la parte trasera de aquella camioneta negra

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Taeyong levantó la mirada de sus manos empuñadas hasta su intimidante jefe sentado a su derecha en la parte trasera de aquella camioneta negra. 

Se preguntó qué habría en su mente y qué planeaba hacer con su compañero de clases cuando lo encontrase, y es que no podía evitar sentirse preocupado y atemorizado por la vida del pelinegro, pues no quería que su consciencia quedara aún más perjudicada tras esa noche.

Miró a través de los vidrios oscuros del vehículo y notó como ya se adentraban en la calle donde estaba su colegio, así que soltó un lento suspiro y empezó a debatirse mentalmente sobre si en realidad debería revelar la identidad del pelinegro o si pretendia hacer creer que este no estaba por allí y... ¿terminar de cagarlo todo?

Taeyong negó brevemente.

Recordó que Ten se había metido en aquel lío por deseo y cuenta propia, y dedujo que él ya no se podía hundir más a sí mismo, así que sólo se quedó en silencio viendo como sus compañeros iban abandonando el colegio tras cumplir sus actividades extracurriculares.

—Entonces, hijo... —pronunció el señor Kim arrastrando al otro fuera de sus pensamientos —Dijiste que el chico tiene cabellera negra, es alto y de piel pálida.

—Así es —Taeyong asintió.

—No me sirve tu descripción —dijo Kim —Encaja con aproximadamente el noventa porciento de jóvenes en la ciudad. ¿Algo más puntual?

—Agghh... Tiene algo así como un corte mullet y viste de manera elegante...

—¿Elegante?

—Sí, algo así —Tae volvió a asentir con la cabeza sin saber muy bien qué decirle —Usa zapatillas y bolso de diseñador. Tiene rasgos tailandeses.

El señor Kim movió la cabeza de arriba a abajo levemente y continuó examinando a los estudiantes a través de la ventanilla dentro del auto mientras le indicaba al conductor que redujera la velocidad, hasta que segundos más tarde y no muy a lo lejos, Ten apareció por la puerta del colegio; estaba junto a un par de chicas de otra clase y se despedía entre risas.

—¿Es ese de allí acaso? —cuestionó Kim señalando al pelinegro con el mentón. Taeyong se tardó unos segundos pero finalmente dijo que sí —¿Toma el autobús escolar o algo?

—A esta hora no hay más autobuses escolares en función —contestó el menor.

—Entonces, de ser así, se irá a pie hasta alguna parada de autobús, tomará un taxi o alguien vendrá a recogerle —dedujo Kim pensativo —Jin, acelera en la esquina. Ustedes dos, prepárense.

Taeyong miró a los dos hombres sentados en los asientos de atrás y notó como estos parecían ponerse en posición para bajar del vehículo mientras uno de estos tomaba un frasco con algo líquido y lo vertía sobre un pañuelo. Regresó la mirada al frente y de repente todo sucedió demasiado rápido: Ten se despidió de sus amigos y caminó lejos del colegio hasta una esquina, en donde lo siguieron dentro del vehículo y luego de doblar la calle, Jin, el conductor, se estacionó rápido frente a él y los dos trabajadores del señor Kim saltaron fuera del auto para avalanzarse sobre el pelinegro y tomarlo a la fuerza.

수업 extracurricular | TaeTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora