LO QUE DEJAN LAS GOTAS AL CAER

2 - Lunes poblado.

Para ser Lunes. El centro de encontraba lleno de personas, como si salieran de los espacios más opacos o como si el fin de semana no hubiese sido suficiente.

Entre la multitud en la tarima, la vigilancia de que ningún instrumento fuese robado , y el estruendo de las miles de voces cerca de mí. El pánico apareció con desdén.

No sé porque demonixs me pareció buena idea ayudar a Oscar con los clientes luego de que Eva saliera a su hora de almuerzo. Aunque recordé que eso sucedió luego de sentirme aburrida por no tener nada que hacer en mi área.

¿Qué me costaba quedarme aburrida?

- ¿Al final que color escoges? -. pregunto a la cliente de cabello rojo que decidía entre una guitarra azul u otra anaranjada.

- Yo creo que...

Alzo las cejas y abro los ojos, comenzando a sentir la paciencia escapar por los orificio de mis oídos.

Enloquecer y atender al mismo tiempo, no es para nada divertido.

- Está es linda, Pero está...

Dios.

- Está queda perfecta con tu cabello, hace un lindo contraste - mencionó, colocando el instrumento tan frente de ella que no tenga a donde mirar.

- Si... Es posible.

Otra expresión de duda que hace la chica me exaspera, muevo la pierna instintiva pero disimuladamente.

En mi mente mi pierna se movía como si fuera el platino de una batería.

- Sí, solo eso..

- Perfecto, toma asiento, ya pido que lo empaquen - forcé una sonrisa, y por poco la empujó a una silla.

Miro por mis alrededores. Xavi se veía ahogado con un grupo de niños que querían tocar una pandereta (No parecía recomendable entrar ahí) .
Así que busco a Oscar, es cuando me pongo de puntillas que veo su cabello rizado, aunque no fue tanto eso, si no, ese rizo en particular que parecía el rabo de un cochinito.

- ¡OSCAR! - alzó la voz.

De inmediato me ve. Y se dirige hacia mi.

- Dime Maeve - Habla apresurado.

- ¿Estás muy ocupado?

- No, - Pone sus manos en sus caderas - ¿Que necesitas? - Suelta aire.

- La chica se llevará esto, necesito que hagas la venta.

- Okey. - Permanece unos segundos como si procesara lo que le acababa de decir - Okey - Repite.

- Gracias.

Oscar desaparece con la guitarra y le indico a la chica que lo siga. Estiró mi cuello hacia los lados, como si cargará peso, lo sentía adolorido. Una sensación en mi nuca llama mi atención, como si el viento soplará en mi espalda. Miro hacia atrás y entiendo el porqué. Más allá del gran vidrio que separaba las afueras del negocio. Lo ví, cruzo miradas con su serio y profundo rostro, sonríe, es cuando sonrió con la misma gracia, convirtiéndose mi único punto antes de desaparecer entre la gente. Exhaló como si el aire no hubiera existido segundos atrás.

Habían pasado dos meses, nos volvimos cercanos, de esa manera en la cual no podíamos no saber del otro o evitarnos al estar tan cerca. Se convirtió en mi burbuja personal para guardar cualquier incidente laboral o mi tiempo de normalidad fuera del estrés y complejidad de mis ordinarios días.

Me hacía recordar que no debía enfocarme solo en mi trabajo, que siempre podía encontrar pequeños momentos para algo más.

El era de esos momentos.