Capitulo 4: No te dije adiós

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Narra Verónica:

El reloj daba las 7:30 de la noche cuando me encaminaba en dirección hacia el teatro Ciudad Esperanza. No tenía ánimos de manejar así que decidí venirme en taxi. De esta manera aprovechaba de disfrutar del camino, cosa que no me permito hacer cuando voy al volante. Durante todo el recorrido admiré la ciudad, el centro histórico de México es de mis lugares favoritos en el mundo. El conductor del taxi ya se aproximaba hacia la calle Donceles cuando de repente comenzó a llover.

– Oh, genial - dije mientras se estacionaba. El señor tuvo la amabilidad de abrirme la puerta para que bajara. Le agradecí y me coloqué rápidamente mi abrigo mientras caminaba casi que corriendo hacia la entrada del teatro.

De entrada, me dejé llevar por la majestuosa arquitectura del lugar. Las esculturas y las pinturas que se encontraban allí le daban un toque exquisito pero con carácter, al mejor estilo neoclásico. Me dirigí con otro grupo de personas hacia la entrada del salón, mi asiento era el número 4 de la segunda fila, privilegiado lugar para admirar de cerca a los actores y actrices en escena.

Todos los asientos estaban casi llenos, me sorprende ver la cantidad de personas que todavía valoran este preciado arte. Me encontraba observando distraída cuando mi mirada se clavó en la mujer de cabello lasio y negro que acababa de atravesar la entrada. Me quedé fría. Paralizada. Mi mente no procesaba nada y mi boca era incapaz de emitir sonido alguno. Era Ana y estaba aquí. No, no era un sueño, tampoco una ilusión, era ella y lucía despampanante; vestido negro pegado al cuerpo con unos tacones a juego, en su cuello brillaba un hermoso collar de diamantes, su pálida piel se iluminaba con las luces de la sala, sonreía admirando el ambiente que la rodeaba, recorría con su mirada todo el lugar cuando de manera inevitable se cruzó con mis ojos.  Por unos instantes el tiempo se detuvo. Ella se quedó incluso más tiesa y fría que yo. Me miraba boquiabierta, como si de un espejismo se tratara, sus profundos ojos negros se clavaron en los míos como espinas en el corazón.

–Señorita– le dijo alguien que se encontraba detrás.
–S..Sí. - dijo, sin apartar sus ojos de mí.

Su lugar quedaba en los palcos de arriba. Ana caminaba todavía estupefacta mientras me sostenía la mirada. De repente, su rostro se tornó con una expresión de tristeza y confusión, esto me causó mucho dolor, porque sabía que yo era la responsable de que ella se sintiera así, lo cuál intensificó más el martirio que representaba el hecho de verla después de tanto tiempo, mis ojos se humedecieron ante esto y ella se sentó con dificultad en su asiento, dirigiendo la mirada al escenario mientras una lágrima bajaba por su mejilla, yo todavía sin apartar mis ojos de ella me quedé momentáneamente shockeada ante todo lo que acababa de pasar, las luces del teatro se apagaron, la obra estaba a punto de comenzar. Me volteé acomodándome en mi asiento y cerré mis ojos mientras ahogaba un llanto. Lloré en silencio entregándome a este dolor que solo yo entendía. Este dolor que tenía clavado en el pecho y que me ahogaba sin yo poder hacer nada.

Narra Ana:

"No. No podía ser posible. Ella no podía estar aquí " Me repetía mentalmente mientras me encontraba literalmente tiesa en la entrada del teatro. Sus ojos verdes se clavaban en mí como flagelando mi carne. Sentí perder el equilibrio y las piernas me temblaban. El impacto de verla nuevamente después de tanto tiempo hacia mella en mi integridad física y emocional. Tenía muchas sensaciones encontradas, quería decirle que la amaba pero a la vez tenía mucha rabia contenida dentro de mí. Estaba llena de preguntas. Ella solo me miraba, torturándome. Sus ojos se dirigieron a mi cuello admirando mi collar de diamantes y mis mejillas se tornaron de un color rosa pálido. Si no fuera por el caballero detrás de mí que me habló sacándome de mi hipnosis, me hubiera resbalado y caído al suelo en ese instante. Me dirigí con dificultad hacia mi asiento. Me senté y sin soportar más el suplicio de verla a los ojos, alcé la mirada hacia el escenario dejando caer una lágrima. Las luces del lugar se apagaron lo cuál me permitió llorar silenciosamente mientras en mi mente se repetía la imagen de ella observandome boquiabierta y me invadía una profunda tristeza.

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Espero les esté gustando la historia. Déjenme sus comentarios para conocer sus apreciaciones o inquietudes. <3.

Amar y Vivir (VerAna) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora