6.Sospechosos.

5 5 3
                                    

❁«𝔖𝔦 𝔠𝔬𝔪𝔬 𝔭𝔬𝔩𝔦𝔠𝔦𝔞 𝔳𝔞𝔰 𝔞 𝔟𝔲𝔰𝔠𝔞𝔯, 𝔰𝔬𝔩𝔬 𝔪𝔢𝔫𝔱𝔦𝔯𝔞𝔰 𝔳𝔞𝔰 𝔞 𝔢𝔫𝔠𝔬𝔫𝔱𝔯𝔞𝔯...
𝔈𝔩 𝔰𝔞𝔟𝔲𝔢𝔰𝔬 𝔟𝔲𝔰𝔠𝔞 𝔩𝔬 𝔮𝔲𝔢 𝔩𝔢 𝔠𝔬𝔫𝔳𝔦𝔢𝔫𝔢 𝔶 𝔫𝔬 𝔰𝔢 𝔦𝔪𝔞𝔤𝔦𝔫𝔞 𝔩𝔬 𝔮𝔲𝔢 𝔰𝔢 𝔳𝔦𝔢𝔫𝔢»❁

Jack Richards. (Jefe de policía).

Ocho nuevas carpetas se han sumado desde que creí dar por cerrado el caso.

Cada pista es la puerta a un maldito callejón sin salida que solo nos deja con más víctimas desaparecidas. Bajar la guardia no es una opción y en este infierno ya no se ni que creer.

Nada de rastros, nada de huellas... Ni siquiera un puto cuerpo que identificar. Ésto se ha convertido en un laberinto que tiene a todos los cuerpos de seguridad andando en círculos tal como perros persiguiendo sus colas y el estrés del día a día terminará ocasionando que le pegue un tiro al próximo que atraviese esa puerta.

- ¡Señor! Permiso para pasar. - desvío la mirada de mi arma ignorando mis pensamientos - ¿Señor?.

- ¡Adelante Rivera! - la puerta se abre dándole paso a un joven alto, de cabello oscuro e intimidante porte que luce las placas de la policía. Asustaría a cualquier delincuente, pero para la estación no es más que un cuerpo sin cerebro que no se como sigue con vida aún. - Espero que traigas buenas noticias, sino, puedes largarte por dónde llegaste.

- Están listos los resultados que pidió señor y los expedientes los acabo de dejar con su secretaria.

-Muy bien, sino hay nada más puedes retirarte.

-Jefe quisiera... Ofrecerle una disculpa por lo ocurrido por lo ocurrido en el último operativo.

-Rivera... Agradece que no te despidiera o mejor aún, agradece que no tengas un disparo en el cráneo por tu ineptitud.

- Le juro que no se que ocurrió con mi armamento.

-¡Dejate de discursos maricas!, Eso no quitará el echo de que Alba y James estén en el hospital por tú culpa. Así que lárgate antes de que te quite la placa y seas dado de baja.

-Permiso para retirarme señor- le señalo la puerta asiendo acopio de mi paciencia.

Aún no se porqué no lo he despedido después de que dos de mis mejores hombres casi murieran por el no haber realizado el mantenimiento a su equipo.

Un día celebrabamos el haber atrapado a los tres cabecillas más importantes del crimen organizado, y al otro estábamos recogiendo restos humanos con palas después de una llamada anónima y lo peor es que todo lo ocasionó un disparo. Éso sin contar las carpetas de las desapariciones que tanto están afectando el pueblo, y que nos tienen sin encontrar huellas que nos lleven al o los culpables.

Nadie saca de mi cabeza el que Sanders y los Volkof tienen las manos metidas en ésto y ahora mismo lo voy a averiguar.

-Señora Timberlake tráigame los expedientes de inmediato y dígale a Lewis y a McAllen que preparen la sala de interrogatorios.

«-¿Algo más señor?.»

-No, eso es to...¿ Sabe que? Mejor tráigame un café americano junto con los expedientes.

Abro uno de los cajones buscando la cajetilla de cigarros y rebusco en el bolsillo de mi chaqueta el pequeño encendedor.

Tocan la puerta y autorizo la entrada mientras me reclino en la silla dandole una calada al cigarrillo que acabo de encender.

La puerta se abre dandole paso a mi secretaria. Una mujer bajita, algo delgada y menuda, de cabello castaño - siempre recogido - y ojos canela que esconde bajo unos anteojos. Está cerca de los cuarenta y pese a que viste siempre con ropa holgada, sus atributos no se ven mal; de no ser por su horrible manera de vestir sería un completo encanto.

- Aquí tiene lo que me encargó señor. -dice extendiendome el café mientras acomoda los papeles sobre el escritorio.

- ¿Están todos? - inquiero.

- Si señor, me encargué de ordenar todo para usted.

-Muy bien - le digo más concentrado en su trasero que en lo que me dice.

-¿Algo más en lo que pueda ayudarle? - pregunta incorporándose.

"Un buen oral para aliviar el estrés no estaría nada mal..."

-No, puedes retirarte.

Cierra la puerta y yo trato de concentrarme en las carpetas que acaban de dejar en mi mesa. Tomo la primera y empiezo a buscar las pistas que no hay.

Termino por leerlas todas y al final acabo donde empezé... Sin nada.

Las personas desaparecidas no guardan un patrón entre sí y no hemos dado con ningún cuerpo, parece como si la tierra se los hubiese tragado, lo que dificulta aún más todo.

Vuelven a tocar la puerta y es mi secretaria con un paquete.

-Señor, dejaron esto para usted.

-¿Que es?

-No lo sé, venía sellado, la señorita que lo dejó me
Pidió que se lo entregara a usted y se marchó sin decir nada más.

-¿Señorita dices? ¿Se identificó?

-Si, era una chica rubia como de veintitantos años, dijo que era conocida suya y que se llamaba Lila.- escuchar ese nombre es como un balde de agua fría para mí conciencia.

-¿Quiere que...?

-¡No!, Eh no, gracias puedes retirarte. Tienes la tarde libre hoy.

- Permiso.

-Adelante.

Desgarro el envoltorio encontrando una caja y un sobre el cual contiene un anónimo.

«¿Puede atender el teléfono?, Por favor»

Busco en la caja encontrando un celular básico. Lo enciendo y de inmediato vibra con la llamada de un número desconocido, contesto pero me mantengo en silencio.

«¿Lo dejé mudo oficial..?- una voz masculina suena del otro lado - De seguro si. Entonces seré claro y preciso. Usted no se atreverá a interrumpir la llamada porque desea saber lo que le diré, así que escucheme muy bien...»

-¿Por qué me interesaría algo de ti?

«Digamos que su vida depende de mi, le seré franco, oficial; si quiere mantener a salvo a esa preciosa hija que tiene, deje de meterse en lo que no le interesa. No intervenga en guerras que no son suyas... No quiero verme en la obligación de... Actuar.»

-No recibo amenazas de escorias como tú. De seguro eres un lacayo más.

«Pues verá, esa es la mejor parte de todo. Gracias a su falta de cerebro y su "gran habilidad" para atrapar criminales; soy el nuevo y único jefe de los negocios- su voz desborda sarcasmo y burla- sin los otros líderes el negocio es mío... Pero eso ya es tema para otra conversación. Solo le pido que siga con su trabajo sin entorpecer el mío o me tocará ser muy malo»

-¿Por eso has secuestrado a esas personas cierto?

«¿secuestrar yo? , No tengo idea de que me habla - se hace el desentendido - por ahora eso es todo lo que tengo por decir... Ah y ni se le ocurra rastrear la llamada o me veré obligado a rastrear su casa. Hasta luego "Oficial"»

La llamada se corta y yo lanzo el celular en una de las gavetas. Y recibo otra llamada de el teléfono inalámbrico.

«-Señor, ya tenemos lista la sala de interrogatorios

-Cancela el interrogatorio Lewis; debo resolver un asunto primero.

El Jardín De RosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora