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Spreen suspiró con alivio a la hora de entregar su último examen, estaba seguro de que le había ido bien así que salió con una enorme sonrisa, tras él iban sus mejores amigos, aún comentando sobre el reciente examen

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Spreen suspiró con alivio a la hora de entregar su último examen, estaba seguro de que le había ido bien así que salió con una enorme sonrisa, tras él iban sus mejores amigos, aún comentando sobre el reciente examen.

-¿Cómo te fue, Spreen?

-Ari, hola-la saludó con normalidad, poniendo su mirada al frente mientras caminaba-Me fue muy bien, como siempre-se encogió de hombros con obviedad, esbozando una sonrisa egocéntrica.

-Hey, un poco de humildad no te mataría-dijo Carre a su derecha.

Ari rió ante el comentario.

-Espero verte durante las vacaciones, Spreen-se sonrojó, esperando escuchar lo mismo por parte del más alto, mirándolo con ojos brillantes llenos de admiración.

-Eh, si, claro-sonrió de manera incómoda-apartó de nuevo la mirada.

-¡Genial! Debo irme, nos vemos chicos-se despidió con la mano y se fue a la salida.

Spreen suspiró con alivio, no le gustaba cuando chicas llegaban hacia él y le hablaban de esa manera en la que se notaba que querían algo más con él, le irritaba, aunque Ari le parecía muy dulce y se notaba que no era igual a las demás, pero no podía evitar sentirse de esa manera, no podía corresponderte.

-¡Miren, es el chico de las galletas!-exclamó Carre al ver al pequeño castaño fuera de su universidad.

Juan se puso de puntitas, tratando de ver a su hermana entre la multitud de personas que iban saliendo, dejando a la vista su rostro confundido al no encontrarla. Carre y Robleis lo notaron, pero cuando Spreen levantó la cabeza, Ari y Juan ya se estaban alejando.

-¿Qué? ¿Tú también?-preguntó extrañado, Spreen, tratando de verlo, pero solo logró ver su espalda.

-¿No lo conoces?

-No, solo lo vi una vez, no sabía que le decían así ¿Y qué hace aquí de todas formas?-frunció el ceño.

-Dios, Spreen, eres muy lento-Robleis rodó los ojos-Somos vecinos de Ari desde hace unos años ¿no sabías que son hermanos?

-No salgo a conocer a mis vecinos-se encogió de hombros con indiferencia -No me interesa, ni siquiera sabía que Ari también era nuestra vecina.

-Con razón no lo conoces-murmuró el mayor de todos-Como sea, vamos a tu casa, tengo hambre y mucho sueño, de seguro tu madre dejó algo muy bueno para almorzar.

Spreen ignoró lo que el pelinegro le decía, y miró por donde sus vecinos se habían ido, no sabía por qué de repente "el chico de las galletas" le daba curiosidad.

Spreen ignoró lo que el pelinegro le decía, y miró por donde sus vecinos se habían ido, no sabía por qué de repente "el chico de las galletas" le daba curiosidad

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-¡Hola! ¿Quisieras comprar una de mis galletas?

Otra vez el mismo chico, sonriendo de la misma manera, balanceándose sobre sus pies. Lo inspeccionó un poco para recordar si alguna vez lo había visto, pero nada apareció en su cabeza.

-No, a la próxima-respondió con sequedad

¿De verdad me vas a comprar a la próxima?

-Mira, no quiero galletas hoy, ¿si?-se escuchó aburrido y un poco irritado. Juan hizo un puchero involuntario, era la segunda vez que ese mismo chico le negaba comprar sus galletas, además que parecía tener un aura muy oscura a su alrededor.

-Oye, spreen, ¿en dónde escondiste los chocolates de tu madre?-apareció Robleis tras el mencionado-¡Oh! ¡El chico de las galletas!-sonrió ampliamente, apartando de manera brusca a Spreen que salió casi volando a un lado-Quiero cinco.

-¡Hola!-Juan sonrió también-¿De cuáles quieres?

Robleis lo pensó, amaba esas galletas, incluso pensaba que les ponía algún químico adictivo que lo hacían querer más y más, pero no le importaba, solo quería comerlas.

-Mejor dame una de cada una...-lo pensó un momento hasta que asintió seguro-¡Carre, ven aquil

El más bajo apareció rápidamente ante el llamado del más alto.

-¡El chico de las galletas!

Spreen rodó los ojos, ¿por qué tanto escandalo? Solo eran galletas, ni siquiera eran tan bonitas, no eran la gran cosa, no entendía porque sus amigos estaban tan maravillados.

Minutos después, juan les entregó todo lo que habían comprado y se sintió enormemente feliz al darse cuenta de que casi había vendido todo.

-¿No vas a comprar, aunque sea una, spreen? Para tu madre o para mi- sonrió ampliamente ante su propia idea, pestañeando varias veces con la intención de convencerlo.

-No, dejen de hacer escándalo, ya tienen sus tontas y feas galletas-miró las galletas de manera despectiva, causando que Juan se desanimara un poco --y quita esa cara, ya tienes dieciocho.

-Amargado-murmuró robleis al ver a su mejor amigo irse de ahí-Muchas gracias, Juanito, nos vemos otro día-le sonrió de manera dulce.

-Gracias a ustedes, ¡que tengan un buen día!

Juan miró las galletas que le quedaban. Para él, eran galletas lindas, se había esforzado en decorarlas y aunque no era un total artista, sabía que no se veían tan mal. Hizo un puchero y caminó hacia su casa, ya solo le quedaban un par y se sentía un poco cansado.

Entró a su hogar y dejó todo su dinero sobre la mesa como siempre hacía, subió a su habitación y se tiró en su suave cama, otro día había terminado, y estaba feliz porque sus vecinos eran muy amables con él, a excepción del tal spreen que lo miraba mal sin una razón en específico, no le había dado razones; no lo conocía, quería pensar que quizás tuvo un mal día, así que se le ocurrió hacer algo por él, un pequeño detalle que haría que sus ánimos mejoraran al menos eso esperaba-, y tal vez, ser un nuevo cliente.

Entró a su hogar y dejó todo su dinero sobre la mesa como siempre hacía, subió a su habitación y se tiró en su suave cama, otro día había terminado, y estaba feliz porque sus vecinos eran muy amables con él, a excepción del tal spreen que lo mirab...

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