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Juan se dio un último vistazo en el espejo, arregló su sudadera, quitó las arrugas de sus pantalones, revisó que sus zapatos no se vieran tan mal y peinó su cabello. Nunca se había preocupado tanto por su imagen, pero en esa ocasión, quería verse bien, un poco menos feo que los demás días. Sintió una aterradora sensación de inseguridad al recordar las palabras de las personas que lo insultaban, todos los comentarios iban encaminados a lo mismo, que era pobre y feo, aunque sus amigos le decían lo lindo y tierno que era, no terminaba de creerlo por completo.

Guardó todas sus cosas y emprendió su recorrido. Casa por casa, persona por persona que se encontraba en la calle o en el parque de su vecindario, hasta que tiempo más tarde, se detuvo frente a la casa de los Ivan.

Respiró hondo y puso su mejor sonrisa, solo esperaba que todo terminara rápido para poder huir y esconderse como un cachorro asustado. Tocó la puerta un par de veces hasta que por fin lo atendieron, pero no fue quien esperaba.

-¡Juanitoo!-el rostro de Robleis se iluminó en una bonita sonrisa-Te
estaba esperando, ya tengo listo el dinero y lo que quiero.

Juan rió, definitivamente debía darle un regalo algún día en señal de agradecimiento, mucha gente era grosera con él y encontrarse con personas dulces lo hacía sentir más motivado y alegre.

-Está bien, dime.

-Bien, para empezar, quiero cinco galletas de cualquiera de las que tienes.
se detuvo a pensar un poco nervioso por lo que diría, pero era su
oportunidad-Tú... ¿Eres amigo de Rubius?

Juan levantó la cabeza y dejó lo que estaba haciendo para mirarlo, sus ojos se veían más brillantes y sus mejillas un poco sonrojadas, y entonces se dio cuenta, a Robleis le gustaba su mejor amigo.

-Si, ¿quieres que le diga algo por ti?-sonrió con picardía.

-Yo... No lo sé, ¿podrías hacerle una galleta muy linda de su carita y decirle que es de mi parte?-preguntó, avergonzado ante la mirada del castaño-Es que, no sé cómo acercarme, ya sabes, parece ser buena persona.

-Ajá-rió Juan-Claro, puedo hacer eso por ti.

-¡Genial! Toma-le entregó el dinero y recibió con alegría sus galletas- ¿Quieres que llame a Spreen?

-S-Si-sintió su corazón latir con rapidez.

Rob sonrió y corrió al interior de la casa para llamar a su mejor amigo. Segundos después, spreen apareció con el ceño fruncido, viéndolo un poco confundido porque lo había mandado a llamar cuando sabía que no le iba a comprar nada.

-¿Necesitas algo?

-Sabes, tu cara se va a arruinar si sigues arrugándola.

-¿Para eso me mandaste a llamar? Porque si es así, me voy ahora.

-¡No, espera! Es que no pongas esa cara cuando me veas-hizo un puchero un poco desanimado.

Spreen notó la manera en la que la expresión del menor cambió, así que trató de ser más amable, al menos con él.

-Lo siento-dijo casi en un susurro, lo suficientemente alto para que juan pudiera escucharlo y sonreír-¿Necesitas algo en especial?

-Si, de hecho, quiero invitarte a salir... ¡No! A ti no, digo, a tus amigos...

-¿Quieres invitar a salir a mis amigos?-levantó una de sus cejas.

-Espera, soy malo en esto-suspiró Empezaré de nuevo.

-Ajá, no te entiendo nada.

-Bien, creo que mis amigos y tus amigos se atraen, entonces se nos ocurrió la maravillosa idea de salir todos juntos, pero ellos son muy tímidos, así que me dijeron que si podía decirte que saliéramos todos, es decir, tú y tus amigos conmigo y mis amigos... Eso-explicó con rapidez, otra vez demasiado nervioso, pero ya lo había dicho, no había vuelta atrás.

Spreen rió.

-A ver si entiendo, ¿quieres que hagamos una cita triple?

Juan casi se atraganta con su propia saliva al escuchar la palabra "cita", el preferiría decir una "salida de amigos", algo no tan fuerte, aunque sus amigos de seguro estaban esperando que si fuera una cita.

-Parece que si-asintió lentamente.

-Genial, acepto-dijo sin más, siendo totalmente inesperado para el menor -Les diré a ellos, de seguro dicen que si.

-¿E-En serio?

-Si, nos vemos, Juanito-le sonrió-Deja de sonrojarte tanto, te ves muy adorable dijo antes de entrar a su casa, dejándolo demasiado confundido y con muchas cosquillas en su estómago.

Rubius, Quackity y Juan estaban en la habitación del primer mencionado, los tres demasiado emocionados por la cita triple que habían planeado hace unos días atrás, más que todo rubius y quackity que no hacían nada más que preocuparse por verse lindos, aunque según Juan, ellos no necesitaban nada para verse lindos, en cambio él estaba ahí, sin saber cómo acomodar su cabello, usando una camiseta de quackity que lo hacía ver "tierno" según ellos.

-Chicos, ya casi debemos irnos de aquí, ¿les falta algo?-preguntó un tanto ansioso el de cabello rubio.

-Rubiuss, tranquilo, estás muy nervioso, se te nota mucho-dijo Quackity con suavidad-Ya saliste una vez con Rob, ¡incluso te regaló una linda galleta con una tarjeta cursi! Así que no te preocupes, es claro que le llamas la atención.

-¿En serio?

-Claro que si, ya verás como no querrá separarse de ti-animó Juan-No como en mi caso, me tocará estar con spreen-suspiró-No hace más que mirarme como si quisiera regañarme todo el tiempo, no entiendo por qué.