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Juan sacó algunos billetes de su alcancía, había estado guardando dinero para comprarse una sudadera nueva, su hermana tenía razón, usaba la misma la mayoría del tiempo, pero detuvo su ahorro cuando la situación se empezó a complicar y ya no guardaba parte de la ganancia para él.

-Solo será esta vez, podré conseguirlo de nuevo-se dijo a si mismo, tratando de ser positivo, casi nunca salía porque no tenía mucho para aportar.

Quackity y rubius estaban hablando animadamente entre ellos cuando Juan bajó a la sala, ya listo para salir. -¡Juanitooo! ¿No estás orgulloso de nosotros?-sonrió emocionado el de gorro.

-Claro que si, son buenos ayudantes.

-Fue interesante, tienes vecinos muy lindos-se sonrojó el de gorro, recordando su encuentro con el guapo pelinegro hace un momento.

-Creo que si, hay mucha gente linda por aquí-dijo, apareciendo una imagen de Spreen automáticamente en su cabeza. Frunció el ceño ante su propio pensamiento, apartándolo rápidamente.

-Yo también me encontré con un chico muy lindo, es alto y de cabello negro, fue muy amable-suspiró con una enorme sonrisa, Rubius. Según él, había sido algo así como atracción a primera vista.

-¿Cabello negro y alto? ¡Hablas de Robleis!-rió Juan-Es un gran cliente, muy amable y sonriente.

Los tres chicos iban hablando sobre lo sucedido ese día mientras caminaban hacia la plaza, juan les habló de Iván y de la actitud que tenía cada vez que lo veía, Rubius dijo que ya no debería de ir a esa casa porque nadie debía hablarle mal o hacerle el feo al trabajo que con tanto esfuerzo hacía, quackity dijo algo similar, sabía lo mucho que se esforzaba para que fueran groseros con él, pero Juan estaba consciente de que no siempre todo salía bien y que a veces era bueno ser persistente.

-Ahora que recuerdo, ¿alguno de ustedes sabe hacer cupcakes?-los miró esperanzado, esperando que alguno pudiera enseñarle porque él solo podía hacer galletas.

Ambos negaron.

¿Piensas expandir tu negocio? Es buena idea.

-Solo quería intentar algo-hizo un puchero-En fin, ¿comemos y vamos al cine?

¡Sí!-respondieron los otros dos al unísono.

Los tres adorables chicos se encaminaron hacia un pequeño restaurante cercano, comieron algo liviano y luego se dirigieron al cine.

Juan no podía evitar pensar en que pudo haber guardado ese dinero, pero al ver la felicidad de sus amigos cuando estaban con él lo hizo sentir mejor, dejando de lado cualquier preocupación, quería divertirse y no había nada mejor que una película para mejorar los ánimos.

Juan no podía evitar pensar en que pudo haber guardado ese dinero, pero al ver la felicidad de sus amigos cuando estaban con él lo hizo sentir mejor, dejando de lado cualquier preocupación, quería divertirse y no había nada mejor que una película ...

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-spreen- vamos- no seas malo.

Robleis seguía haciendo pucheros y caras tiernas para convencer a su mejor amigo de salir, ya estaba aburrido de llegar a su casa y pasar el rato viendo documentales o viendo como Spreen pasaba todo el tiempo en su celular, ni siquiera lo dejaba hacer ruido.

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