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Minutos después de que Spreen llegara a su casa, sus amigos aparecieron, ruidosos y alborotados como siempre, solo que se veían más sonrientes y más tontos de lo normal. Rubius no dejaba de suspirar como una adolescente, y Carre parecía estar en su propio mundo.

-¿A qué se deben sus caras de idiotas? ¿Fue por la película? Porque si es así, que bueno que no la vi-dijo spreen desde su cama.

-Si supieras- suspiró Robleis, tirándose al lado de Spreen-Rubius es muy lindo, demasiado lindo.

-Es porque no estuviste con Quackity -habló Carre, tirándose a la cama también con sus amigos-Sonríe mucho y tiene un gorrito bonito que adornan su bonita cara-sonrió de manera tonta.

Spreen los miró incrédulo y rió.

-¿Hablan en serio? ¿Y esos quienes son o qué?

-Eh, los mejores amigos de Juan-respondió Robleis con obviedad-Creo que las galletas que me vendió tenían algo.

-Confirmo-secundó Carre.

-No puede ser, ¿cómo están así por niños de dieciséis?

-Pensé que tenían menos la verdad- se encogió de hombros el más bajo-

¿Cómo sabes su edad?

-Juan tiene dieciséis, así que supongo que ellos también, tiene sentido para mí.

Carre entrecerró sus ojos y miró con sospecha al pelinegro, recordando que los había dejado en el cine, y si Quackity y Rubius son mejores amigos de Juan, pero él tampoco estaba ahí, significaba que...

-¡Nos abandonaste por Juan!-exclamó el castaño, levantándose de golpe y señalando hacia Spreen.

¿Estuviste con Juan?-la sorpresa en Robleis era evidente también.

Spreen se sintió nervioso bajo la mirada de ambos chicos, le daba un poco de vergüenza admitir lo que había hecho por Juan, principalmente porque él no hacía esas cosas y definitivamente iban a burlarse de él o a molestarlo con eso toda la eternidad, no era porque fuera malo tener atenciones con otras personas, sino que era una faceta que nadie más conocía a excepción de su madre, prefería tener esa imagen de alguien amargado y desinteresado, solo así sabía quienes se le acercaban con otras intenciones.

Y es por eso que Juan le llamaba la atención.

-Ya, si, estuve con él-admitió, apartando la mirada de ellos.

Robleis y Carre se miraron con una sonrisa pícara.

-¿Y qué hicieron? Si se puede saber-dijo Robleis, moviendo sus cejas de manera sugerente.

-Nada, ya deja de verme así, asqueroso pervertido.

-No estoy diciendo nada, pero ahora que recuerdo, dijiste que nos ibas a
explicar.

Spreen suspiró, tapando su rostro con sus manos. Sus mejores amigos eran
Demasiado curiosos y habladores, no dejarían de preguntar hasta obtener
una respuesta, no tenía salida más que hablar.

-A Juan lo estaban molestando y tuve que intervenir, es todo.

-¿Es todo? Se me hace que hay más, Buhajeruk, suéltalo.

-Hicimos galletas-murmuró de manera casi inaudible a propósito,

apartando la mirada hacia otro punto de la habitación.

-¿Qué?-preguntó Carre-Habla bien.

-¡Hicimos galletas!

Las risas estallaron en la habitación, y es que no se imaginaban a Spreen en una situación así, tomando en cuenta que sabían su rechazo hacia las galletas, era simplemente increíble.

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