Anya Forger quiere saber el significado de sentir algo por alguien, ¿Cuál era el motivo? Realmente no tenía uno, solo quería entenderlo.
¿Qué tan cruel se puede llegar a ser con los sentimientos de alguien? No hay límite para eso, podrías dañarlo po...
—Mi padre quiere continúe mis estudios en Suecia, el colegio Edén ya no es lo que era antes, perdió prestigio hace unos años y yo.. Un Desmond, no debe estar en un lugar así..
—...¿Te irás?.
—Bueno, probablemente no tenga opción pero estoy tratando de solucionar esto, aún así.. Creo que tú y yo deberíamos..
—¡Señorito!, ¡Su padre está aquí!. —Gritó Emile, corriendo hacia nosotros. Damián escuchó al más bajo y vi como su piel se erizó.
—¿Qué...?
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El padre de Damián se encontraba en las instalaciones del colegio. Mis sospechas eran que estaba aquí por Damián y que tiene que ver con lo de su intercambio a Suecia..
Pero el no quiere, el quiere quedarse, ¿Por qué un padre obligaría a su hijo a cambiarse de escuela sin querer?.. Es cruel y muy injusto. Damián es el que estudia y el es el que se pasa años en un mismo lugar, sin quejarse, ¿por qué está mal que el quiera quedarse?, ¿Por qué está bien que lo obliguen?.
—Anya, ¿ya viste al padre de Damián?
—No, quiero darles espacio, ya tienen suficiente con toda la escuela pegada a ellos.. —Respondí a Becky. Realmente todos estaban sorprendidos por la llegada tan repentina pero ninguno quiso tener paciencia y ahora todo el colegio está persiguiendo los.
—Eso es muy maduro de tu parte Anya, estoy segura de que Damián te agradecería.
—Si, espero que sea asi..
*° •·. · •° *
Al fin, las clases habían acabado. Todos salieron como una manada de corderos escapando de una prisión, menos yo. El profesor me pidió amablemente que me quedara haciendo el aseo mensual del aula, era un fastidio quedarse horas extras pero no quería más problemas con algún otro profesor. Je.
Al acabar, me senté en mi asiento tratando de descansar un poco, era agotador. Sin embargo, me quedé dormida y nisiquiera lo había notado.
No hasta que sentí un escalofrío en mi mejilla.
—¿Estás viva?. —preguntó Damián con su mano acariciando mi rostro.
—Lo dudo. —Respondí con pereza y me levanté lentamente, manteniendo una postura firme —¿cómo salió todo con tu padre?..
—Huh.. —suspiró cansado —... Supongo que pudo ser mejor.. —Se sentó a mi lado —... Necesito hablar contigo, ¿tienes tiempo? Es realmente importante, o al menos para mí lo es..
—Claro.. —Sentí el presentimiento de algo fuera de lo normal. Damián tenía miedo, y yo también. Su expresión no era una agradable, se veía diferente, solitario y con esa típica mirada que pedía ayuda en silencio.
