LUNADICCIÓN

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(Epopeya de heroína y antihéroe)

I

En los límites babélicos del círculo su voz creció invisible y múltiple,

[ camuflada entre las fauces políglotas de un aire ventrílocuo

[ que amaestraba jaurías de sonidos volcánicos con su látigo

[ de robótico silencio.

La noche vestía de autopsia el esqueleto de radiografía de la luna,

[ intentando seducir sus peregrinas dunas de oruga

[ con hipnóticas convulsiones de péndulo,

y un esquivo conciliábulo de lúnulas cambiantes disfrazaba de tetraplejia

[ psicótica los ligamentos de sus cuatro vértices de ópalo

[ para encriptar en intermitentes jeroglíficos de sombra

[ la cuadratura cartilaginosa de sus músculos de ángulo.

Hablando por boca de otro con el tono impersonal de las voces fingidas

[ que gravitan en la memoria elíptica de los lunares adoptivos de la luna,

recubrió la fría desnudez de su paisaje de hueco con la saliva oxidante

[ de la amarilla lengua del tiempo,

alumbró cócteles impensados de torbellinos psicópatas y distorsionadas

[ perspectivas catadióptricas,

aprendió a impostar la voz invertebrada y lacónica de los lepidópteros de lava

[ cuando persiguen a impulsos de ventrículos de música el néctar de sombra

[ de la madrugada

para fertilizar titilantes flores de babeante ámbar con negro esperma de noche.

Un émbolo de rumbo cilíndrico narcotizaba por subcutáneos túneles de aguja

[ las horadadas venas poliédricas del sueño con claustrofóbicas sobredosis

[ de insomnio

y el antihéroe de encriptado registro daltónico destilaba en su paquidérmica

[ nariz de cien tentáculos alucinógenas feromonas de astro

[ al esnifar el adictivo polen de escarcha de la luna.

II

Cada beso metálico implanta en las arterias del tránsito un tsunami

[ de mastodóntica fiebre,

pero para quienes habitan la frontera del vértigo no hay coordenadas

[ en equilibrio ni perspectivas proféticas,

porque detrás de la ilusoria óptica del vidrio no arraigan más horizontes

[ que vaivenes de hielo y hollín transgénicos.

Bajo las mareas tóxicas de los cráteres de aguja

los ojos se vuelven turbios y se empaña la lente panorámica

[ del gran angular psíquico

para que devengan ciegos los tragaluces sombríos de la percepción cósmica

y no se pueda apreciar con claridad el magma de oscuridad que envuelve

[ las visionarias pupilas del espejismo del círculo.

III

Para quienes dibujan geométricos lindes de frontera querer ser inmortal

[ es asumir que cuando no se teme la muerte

no hay rito, amuleto ni hierba capaz de detener la metamorfosis.

Sembrará la noche crisálidas de sombra sobre los lóbulos atrofiados del alma

[ para enraizar la parálisis del vidrio,

y una luz abrasiva, disidente y distante pulirá una y otra vez con muelas

[ de gusano la caracola traslúcida de su agónica piel de sílice.

Pero, a pesar de las apariencias vermiformes, nunca podrá el gigante de luz

[ parasitar la menguada voluntad del microbio de voz

[ con su aura épica y mayúscula,

porque el ADN de la noche es dual como lo fueron los párpados recíprocos

[ de los ancestros de cíclope,

y en cada poro de hélice viajan quiméricas mareas de espejismos volcánicos

[ escrutándose de reojo.

Pero, aunque los párpados sean dos, la visión es y será siempre única,

[ en virtud del uniforme acople de perspectivas simétricas

que acechan detrás del globo ocular dispuestas a soñar

[ con fotogramas sincrónicos de afrodisíaca belleza.

En los límites del círculo querer ser inmortal es exiliar la indómita melodía del azar

[ del hermético pentagrama del tiempo.

Porque partir para volver es disimular una manera elástica de quedarse.

Tratado de alquimia lunarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora