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La mayoría de las personas suelen asumir cómo es alguien con tan solo mirarlas.

Pero siempre pueden equivocarse.

El general Suguru era muy conocido por todo el Reino.

Un hombre frío, callado y aterrador. Su metro noventa y los grandes músculos ganados por el trabajo pesado hacían que la gente corriera en dirección contraria cuando se encontraban con él.

El Rey sabía que Suguru había sido entregado desde que nació a las casas de entrenamiento. Donde los hombres se convertían en guerreros fieles a su rey.

Con 34 años, Suguru era encargado
de más de 6,000 soldados experimentados que solo luchaban en batallas especiales.

Después de una guerra era común que los guerreros celebraran en algún bar o visitaran los burdeles para ahogar sus penas de lo que tuvieron que soportar en el campo de batalla.

Suguru no era la excepción, sin embargo tan pronto como pisaba ese lugar las mujeres fingían estar
atendiendo a cualquier hombre que estuviera cerca solo para no tener que ser llamadas por el aterrador comandante.

A Geto realmente no le importaba las actitudes de ellas. Después de todo siempre estaba su pequeña disponible para él, y eso era más que suficiente.

—Señor Suguru —  se acercó Shelly al hombre cuando lo vio parado en la entrada del burdel

—Shelly — fue su único saludo

Ambos sabían lo que seguia.

Geto caminó detrás de la joven hacia una de las habitaciones.

Suguru caminó directo hacia la cama mientras se iba despojando de su armadura.

Mientras tanto Shelly se aseguró de cerrar la puerta y acomodarse en la cama a la espera del mayor.

Una vez Geto quedó libre de la pesada carga, se acercó al esbelto cuerpo de la joven, dejando caer su cabeza sobre el regazo de ella.

—¿la misma de siempre?

—si...

Shelly acarició el espeso cabello de
Suguru mientras cantaba una canción en su idioma materno.

Por que Geto lo único que necesitaba era un poco de cariño en su momento mas vulnerable.

Shelly adoraba saber que sólo ella conocía la verdad sobre el
general. Las mujeres del burdel le
preguntaban acerca de las manías
sexuales de Suguru, sin embargo ella se limitaba a sonreir y escapaba de allí.

Jamás admitiría que Geto nunca la había tocado de manera sexual, y que por el contrario la trataba con completa dulzura una vez el tiempo se terminaba. Porque muy dentro de ella sabía que solo quería a Suguru para su propio deleite.

Dónde una vez Geto era capaz de dormir profundamente y Shelly podía observar a la perfección el rostro del comandante sin ser juzgada.

Y estaría mintiendo si dijera que no
se estaba enamorando de Suguru.

Su pulso se aceleraba cada vez que veía a los guerreros entrar al burdel y como siempre se mantenía oculta en las habitaciones hasta que su adorado hombre viniera por ella.

Pero sabía que no debía ilusionarse.

Geto jamás la vería como algo más que un escape de su dolor y ella jamás dejaría de ser una prostituta.

Ellos no estaban destinados de
ninguna manera.

Pero mientras Geto descansara
entre sus brazos disfrutaría cada
segundo.













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vulnerable / Suguru Geto /Donde viven las historias. Descúbrelo ahora