Los minutos habían pasado rápido y dentro de poco Jaemin ya estaría frente al edifico marmolado donde vivía su amiga. Entró hablando con el recepcionista para avisarle que subiría, recorrió el lugar hasta el ascensor y puso un pie en éste mirando su reflejo en el gran espejo que lo adornaba. Su cabeza se sentía en blanco al solo poder observarse a sí mismo, sentía como su corazón podía salirse de su pecho y como su sangre recorría sus venas con una sensación helada que erizaba sus cabellos.
Estoy afuera.
Sus nudillos golpearon la puerta despacio, dándole aviso a Yooa, quien lo esperaba impaciente en el salón de su casa. —Jaemin, que bueno que llegaste, hola— La chica se veía notablemente nerviosa, su rostro estaba pálido y su cuerpo tenía una temperatura más fría. —¿Estás bien? ¿Necesitas algo?— El joven intentaba ocultar su ansiedad para calmar a su amiga, quien solo ignoró sus preguntas y fue directamente por aquel misterioso sobre que había recibido, dándoselo al castaño. —Ni siquiera vino el cartero a dármela, tampoco me la dieron en recepción, solo apareció en mi puerta esta tarde— Nana abrió el sobre sacando el papel, desdoblando éste para leer su contenido. Mientras sus ojos se posaban en las letras, su estómago se revolvía en un vértigo impertinente, tragó en seco tratando de no mostrarse nervioso y solo continuó con su lectura mirando a su amiga de vez en cuando en completo silencio.
"No ha sido difícil encontrarte , digo, todos te conocen, eres buena alumna ¿no es así? Pregunté por ti a varios hasta dar con la información que necesitaba, no mucho más que tu nombre completo y un par de cosas que tú no necesitas saber.
Eres su mejor amiga y eso me asquea, no puedo verte cerca de él sin sentir que solo sobras a su lado ¿para qué te necesita? Es un hombre que puede valerse por si solo, no necesitaba de una niña inmadura que se comporta infantil siempre que puede. Ten cuidado, linda, porque sé dónde frecuentas, sé dónde vives, sé dónde estudias, sé que lo amas. Le dije a él que no se preocupara, pero para ti es diferente, cuídate las espaldas y nunca andes sola, Yooa.
Estoy más cerca de lo que parece."
—Creo que tiene que ver con la llamada del otro día porque dice que te habló— Yooa explotó en llanto arrebatándole la carta de las manos a su amigo para luego lanzarse en sus brazos debilitada por completo, tartamudeado con una ansiedad más que notoria. La chica temblaba y no era capaz de emitir palabras coherentes, por lo que Jaemin solo la consolaba con un fraternal abrazo y caricias en su espalda mientras en su cabeza habían miles de dudas que no podía resolver. —Ven, siéntate— El joven ayudó a su amiga a sentarse en el sofá, agachándose frente a ella quitándole la carta de las manos para dejarla sobre la mesa, apoyando sus palmas en las rodillas contrarias mientras las sobaba despacio. —Respiremos ¿si? Inhala...— Nana puso en práctica algunos de sus conocimientos adquiridos en clase, conocimiento que nunca aplicaba consigo mismo, pero los cuales ahora más que nunca, eran útiles. —Bien, sigue respirando— Yooa de apoco fue calmando esa ansiedad que inundaba su pecho, miró a los ojos contrarios sintiendo paz recorrer su cuerpo despacio y en unos minutos ya estaría de vuelta a la normalidad. Jaemin se levantó por un vaso de agua el cual dejó en la mesa en frente de su amiga y decidió sentarse a su lado tomando nuevamente la carta. —No quiero que sigas aquí, sé que te costó mucho comprar éste departamento pero no es seguro. Me quedaré contigo esta noche, pero mañana quiero que te vayas con tus padres— El castaño se levantó guardando la carta en el bolsillo de su chaqueta y buscó su teléfono dirigiéndose hacia el balcón. —Hola, buenas noches, habla con Na Jaemin, amigo de Yooa. Disculpe las molestias, sé que es tarde, pero ha ocurrido algo un tanto preocupante y debido a esto, mañana Yooa tendrá que irse con ustedes— La madre de Yooa, a través del teléfono, exigía saber qué es lo que ocurría y cómo estaba su hija. —¿¡Qué es lo qué pasa?! ¿¡Mi hija está bien?!— Nana mantenía la calma en su tono de voz. —Sí, señora, ella está bien. Esto es más adecuado que lo hablemos en persona mañana, disculpe que la preocupe de esta manera pero es necesario que lo sepa. Le pasaré a Yooa— Sus pasos fueron firmes hasta llegar al sofá, le pasó el teléfono a su amiga y ladeó su cabeza tratando de darle a entender que suavizara las cosas. —Hola mamá, estoy bien, tranquila. ¿Recuerdas lo que te comenté hace unos días? ¿Lo que ocurrió en el campus? Bueno...— Madre e hija se quedaron en una larga conversación, mientras esto ocurría, Jaemin paseaba por el apartamento tratando de hilar las cosas que ocurrían y cómo podrían relacionarse. Sacó la carta de su bolsillo mirándola nuevamente, no reconocía la letra y no sabía qué más hacer, no había nombre, ni dirección, solo palabras inquietantes y una caligrafía desconocida. Su amiga finalizó la llamada acercándose a él para darle su celular, su madre estaba más calmada y al parecer ella también. —Omití algunas cosas, pero mañana vendrán por mí, así que armaré mis maletas— La joven fue a su habitación para arreglar sus pertenencias, mientras que el castaño miraba fijamente su celular. —Ya vengo, volveré pronto— Yooa quedó extrañada al oír a su amigo, se asomó por su puerta viendo como el chico salía de su departamento rápidamente, un poco ansiosa pero con la calma de que volvería.
El joven Jaemin corrió por las calles oscuras hasta dar con una estación de policía que afortunadamente no estaba tan lejos, se paró unos segundos frente a ella posando sus manos en sus muslos para respirar con calma y luego entró sin pensarlo dos veces. —Hola, buenas noches, necesito hablar con un oficial para dejar constancia de una amenaza— Su voz estaba agitada y los policías que estaban dentro lo miraban extrañados. —Claro, adelante— El joven entró con un hombre alto a una sala privada la cual sólo tenía una mesa, un par de sillas y algunas libretas junto algunos lápices y una computadora estacional. El lugar era frío e incómodo. —Dígame ¿cuál es su nombre?— Jaemin respondió dando todos sus datos sin importar si se los habían preguntado o no, de todas formas el policía los anotaría. —Bien, señor Na, ¿qué ocurre?— Sus manos fueron directamente a su bolsillo sacando la carta para dejarla sobre la mesa, sin decir ni una sola palabra, se la acercó al oficial esperando que la leyera. El hombre la tomó entre sus manos leyendo cada frase y al finalizar, Nana habló abruptamente. —Esa carta apareció hoy en la puerta del departamento de mi amiga y anteriormente me había llamado un número desconocido. Creemos que tienen que ver porque como dice ahí— Señaló tocando el papel mirando fijamente al oficial. —Me había dicho que no me preocupara y eso fue exactamente lo que me dijeron en aquella llamada— El castaño cada vez parecía más desesperado, estaba nervioso y temía por la seguridad de él y la de su amiga. —Éste es el número, lo busqué en internet pero no encontré nada— Tomó su teléfono buscando el número dándoselo al policía quien inmediatamente lo anotó para ingresarlo a una base de datos. —Bien, señor Na, comenzaremos una investigación y estaremos atentos a la situación de su amiga— Jaemin entregó los datos y dirección de Yooa dándole las gracias al hombre, levantándose estrechando sus manos con el oficial para luego irse.
En la vuelta al departamento, Jaemin iba más calmado pues el haber hablado con la policía ya era un avance. Sus pasos iban lento y por lo mismo optó por llamar a Yooa. —Vine con la policía, lamento no avisarte, fue un impulso— Conversó con su amiga unos minutos más y luego el ambiente se inundó de un silencio incómodo, su mirada iba de lado a lado ya que por algún motivo se sentía observado. Apresuró su paso. —No pasa nada, no pasa nada...— Se dijo a sí mismo mientras calmaba su respiración y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba nuevamente frente al edificio, repitiendo el recorrido hasta llegar a la puerta de su amiga golpeando nuevamente. —Soy yo— Dijo Nana notablemente cansado, Yooa abrió y ya estaban juntos nuevamente. —¿Cómo te fue? ¿Estás bien?— El joven asintió dándole calma a la chica, cambiando el tema de conversación. —¿Ya arreglaste tu maleta?— Ambos conversaron por uno rato más hasta que se hizo tarde y llegó la hora de dormir. Jaemin se acostó en el sofá y la oscuridad del salón lo arropaba cálidamente a pesar del nerviosismo que tenía, sus ojos barrieron cada detalle del lugar pensando en todo lo que había ocurrido en el día, un sabor amargo estaba en su boca y un vértigo se hacía presente nuevamente en su estómago. No paraba de pensar y la madrugada le arrebató el sueño, sin poder dormir.
Ya por la mañana, Jaemin y Yooa bajaron hasta encontrarse con los padres de la joven, repasando en una leve conversación todo lo que se había hablado anoche. Nana, como solía hacer, comenzó a mirar a su alrededor mientras los demás hablaban, fijándose en cómo la gente caminaba junto a la brisa de los árboles y la corriente matutina, pero algo en especial llamó su atención, un chico con unos ojos que aseguraba ya haber visto antes.
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El paciente perfecto
Mystery / ThrillerJaemin, un psicólogo el cual recién comienza su carrera profesional, se enfrenta con un paciente el cual parecía ser perfecto en todo sentido.