13

178 19 1
                                    


Al día siguiente no supe nada de Gideon. Me encontré con mensajes de mi parte al siguiente día, y por supuesto fue la estúpida borracha en la que me convertí esa noche después de saber que estaba con Paris.

Él no sabe quién es Paris en mi vida.

Tampoco sabe que es precisamente por ella que lo de nosotros nunca, jamás podrá ser.

Seguro me odia por lo que le escribí. Hoy hace dos días de eso. Y mientras termino de despertar repaso los mensajes que le escribí la última vez.

No me busques más. Esto se acabó.

Espera, esto nunca sucedió.

—Gideon se enfadará—digo en voz alta.

—Parece que lo estás entendiendo—Al escuchar esa voz grito en respuesta como si despertara la peor pesadilla.

—¡Joder, Ella! —Un cuerpo se abalanza sobre mí en mi cama y no dejo de gritar, llorar y patalear—¡Soy yo! ¡Abre los ojos! ¡Mírame!

Parece la voz de Gideon pero no estoy segura. Él no podría estar aquí tan rápido. Creo que todavía estoy soñando. Sí eso debe de ser.

—¡Noooo!

—Mi dulce niña, abre los ojos—Entonces me doy cuenta que es él.

—¿Gideon? —Abro los ojos y lo miro frente a mí. Tomando mi rostro y limpiando mis lágrimas.

Lo único que puedo hacer es abrazarlo.

—Por un segundo pensé que...

—¿Qué? —Me interrumpe, separándome de él nuevamente.

—Nada—Evado e intento sonreír pero fallo—No es nada.

Todavía me ve con lástima. Aunque sé que está enfadado, esta vez ha sido mala idea escabullirse en mi habitación.

—Por supuesto que es algo. Y me lo vas a decir ahora mismo ¿Quién pensabas que era?

Vuelvo a llorar al recordarlo. Mis pesadillas, las pesadillas que tengo de vez en cuando. Las que me recuerdan lo dura e injusta que fue la vida conmigo. Esas pesadillas. Y me temo que Gideon está llegando demasiado en el fondo mi interior para descubrirlas. No me dejará en paz hasta que se lo diga. No es normal reaccionar así.

—Cuando vivía con mi padre—Explico—Las hijas de mi madrastra eran crueles. Bastante crueles. Al punto de meter chicos en mi habitación y dejar que ellos...

Su mandíbula se tensa al escucharme. Toco su rostro para calmarlo.

—Nunca me hicieron daño. No físico, pero siempre he tenido miedo de ello. Despertaba en medio de la noche y un chico dormía a mi lado u otro intentaba besarme.

—¿Pero qué estás diciendo, joder? No entiendo cómo...

Pongo mi dedo en sus labios.

—Éramos unas niñas. Y cabe aclarar que nunca fui de su agrado, por lo tanto buscaban la manera de cómo asustarme o hacerme sentir miserable todo el tiempo.

Besa mi frente. Mis labios y se acuesta a mi lado.

—Arrancaría la cabeza de tus hermanas ahora mismo si supiera quienes son. También mataría a quien te ponga una mano encima que no sea yo o tu abuelo. Ni siquiera Pib puede hacerlo.

Twisted Cinderella  (Ya en físico y audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora