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Le dije a Gideon me dejara en Le Dome, solamente esperé que él se fuera para regresar como un rayo hacia Graysson Publicity. Sentía que alguien me perseguía por los pasillos a pesar de que sabía que nadie podía estar a esa hora del día deambulando por ahí.

No me quitaba esa sensación en todo el día y por suerte, lo único que me tocó limpiar fue el recibidor de la empresa.

Mientras escucho música por mis auriculares y continúo limpiando de aquí para allá, veo a la reina negra atravesar las puertas de Graysson Publicity.

Esther Bagott.

Desde luego no me ve desde donde estoy, pero que ella esté aquí, solamente significa una cosa.

Problemas.

—Hola, Cinder—Me saluda Merit mientras me pongo mi delantal y recibo el pedido de mi primer cliente—No te ves bien ¿Has comido?

La comida no ha sido problema en todo el día. Salí de mi casa huyendo de Gideon que me olvidé por completo, aunque me llamó tres veces para recordármelo y le prometí que comería.

Algo que no ha pasado.

—Estoy bien, Merit. El día ha sido un poco largo.

—Lo sé, cariño. Tienes de esos en los que solamente necesitas un trago.

Paso lo del trago.

De nuevo mi móvil comienza a vibrar dentro de la bolsa de mi pantalón pero no me importa ahora mismo. La cafetería está en esos días en los que sabe que tuviste un día de mierda y te envían diez clientes cada cinco minutos. Me he equivocado en el cambio de dos clientes, en el pedido de otros tres y he hecho esperar a otros más entregando el café al que no les correspondía.

—Tres café para llevar—Me dice una voz que reconozco y dejo caer la cafetera caliente en mis pies.

Tengo frente a mí a Paris, Pippa y Esther.

—Por Dios qué desastre el que has hecho, Cinder Ella—Dice Esther, me mira de pies a cabeza con repudio—Si tu padre estuviese vivo...

Con lágrimas en los ojos le espeto:

—No se te ocurra mencionar a mi padre, Esther—Mi voz es temblorosa pero firme con mis palabras—Vete de aquí.

—¿Te atreves a corrernos de aquí? —Paris habla—Eres tú la que no debería de trabajar en este lugar, ni en ningún otro.

—¿Está todo bien, Cinder? —Merit sale en mi defensa y ve el desastre que he causado—¡Por Dios, Cinder! ¿Te encuentras bien? ¿Te has hecho daño?

—¿Se preocupa por ella? —Esther se dirige a Merit—Ha hecho un desastre en su café, debería de echarla ahora mismo.

Merit abre los ojos como platos. Yo estoy a punto de caerles a golpes, sino fuera por Merit.

—¿Cómo se atreve a decir algo así?

—Merit, yo me encargo, por favor atiende a los clientes mientras yo me encargo de estas mujeres.

—No, no permitiré que hables con ellas—Merit sale en mi defensa.

No quiero que Merit se preocupe o haga esto más grande de lo que es. Por lo que me voy lejos del mostrador donde están ellas y las encaro frente a frente. Si alguien debe ser echado, serán ellas.

La cara de Pippa deja mucho que desear, siempre su mirada es con lástima hacia mí y luce poco lúcida, además de demacrada y flaca.

En cambio Paris, con su vestido de diseñador, cabello perfecto y maquillaje cargado. Su madre es una barata imitación de ella.

Es una vieja ridícula con el pasar de los años.

—Será mejor que salgan de aquí, sino le diré al guardia que las saque ahora mismo de aquí.

Mi amenaza las hace reír.

—Das asco, Cinder—Paris escupe su veneno en mí.

Mi locura y desesperación se apoderan de mí, tanto que cojo lo primero que mis manos tocan de la mesa cerca de mí y lo arrojo hacia ellas.

—Su café para llevar está servido.

Su grito de euforia se escucha por todo el café llamando la atención de todo el personal. Merit se ríe y algunos clientes también por darles su merecido.

En cuanto a mí, no sé de lo que sea capaz Paris, es la primera vez que tengo la osadía de hacer algo semejante. Mona tenía razón, algún día debía dejar de temerles.

—¡Eres una maldita perra! —Grita Paris, al mismo tiempo en que me da una bofetada, lo que me hace caer al suelo.

—¡Maldita seas, Cinder Ella! —Grita Esther.

Con mucho cuidado me levanto del suelo, Merit llega hasta mí pero la aparto para que Paris no pueda lastimarla a ella también.

—¿Estás pidiendo más, Cinder? —Pregunta, riéndose de mí. Nunca antes la había encarado después de recibir un golpe.

—Tus golpes no me harán más daño del que ya me has hecho, Paris.

Mis palabras hacen que se enfade más de la cuenta. Ahora su puño es el que va a dar directamente hacia mi rostro, me preparo para el impacto, pero nunca llega aunque cierre mis ojos. Cuando los abro, veo que una mano se ha interpuesto en mi camino.

Gideon.

Sostiene el brazo de Paris en el aire. Esther lo ve y se preocupa por su apariencia. Pippa que apenas y el café tocó su ropa no se inmuta de verlo, en realidad creo que nunca lo hace.

Pero la cara de Paris de horror no puede con ella. Que Gideon la vea lo que estaba a punto de hacer me indica que no conocía esa parte de ella, o quizá sí. Pero la diferencia es que soy yo y Gideon no sabe quién soy yo.

—¿Qué haces? —Paris suena ofendida—Ella acaba de arrojar mi café encima.

Gideon no dice nada. Pero cuando sus ojos se encuentran con los míos, esa mirada oscura lo dice todo.

«Dijo que mataría a quien se atreviera a lastimarme»

—Gideon—La voz de Esther parece ofenderlo—Esta muchachita está loca, nos ha echado el café encima, Paris ha intentado...

—Lo que Paris ha querido hacer—La interrumpe—Lo hará ahora sobre mi cadáver.

—Gideon, ¿Cómo te atreves? —Le dice Paris y Gideon aun sostiene su mano.

Esto es más grande que mí. Siento la mano de Merit en mi brazo y me lleva lejos de ahí. Pero en realidad, no quiero ir a ningún lugar en específico, solamente quiero salir de aquí.

—Cinder, ve atrás y lávate la cara, cariño.

Salgo de ahí en cuanto se me es autorizado y dejo a Gideon que lidie con Paris, al fin y al cabo son casi familia y yo no encajo en nada de esto. No sé en qué demonios estaba pensando cuando hice lo que hice. Paris debe estarle diciendo la verdad a Gideon y ahora...ahora siento que estoy perdida.

Twisted Cinderella  (Ya en físico y audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora