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Me la pasé genial en el día de mi cumpleaños. Aunque no me esperaba nada de las múltiples sorpresas, muy en el fondo sabía que no necesitaba. Dedicar un día para mí y mis amigos, mi familia.

—No sabes lo feliz que me hizo verte salir por una noche—Mona entra al tocador de mujeres de Graysson Publicity. Se cerciora que no haya nadie más que yo, y yo estoy limpiando los suelos de aquí esta mañana.

—Es gracias a ustedes desde luego, pero por favor no me hagas más sorpresas como la de ese vestido, lo he guardado muy en el fondo de mi closet.

—Ni que tuvieras uno tan grande—Se burla.

En ese momento entran las dos mujeres más despreciables no solo de la empresa, sino también del planeta.

Uña y mugre.

—Mona—Uña, o sea Paris comienza a hablar—Te he dejado en tu escritorio la nueva campaña para que la estudies.

—Me encargaré de ello, Paris. —Dice sin verla a los ojos y Mona retoca su maquillaje, yo sigo limpiando como si no estuviese aquí, pero a diferencia entre algunos empleados que son amables conmigo y de mi mejor amiga, todos me ignoran, menos mis dos hermanastras.

Mona me ve por un segundo desde el espejo y me hace un guiño, lo que entiendo como despedida y se va. En cuanto la puerta se cierra, el carrito de mi trapeador ser volcada y todo el agua sucia se esparce en mis converse y en todo el suelo.

—Limpia eso, bastarda y no hagas que te despida.

—¿Cómo podrías despedirme? No eres la dueña.

Maldigo para mis adentros cuando me escucho a mí misma hablarle en ese tono. El puño derecho de su mano va a dar directamente a mi estómago y me hago un ovillo en el suelo. No me importa ensuciarme con el agua que yace en todo el piso, siento que me estoy muriendo del dolor a causa de su golpe.

—No se te olvide que estás aquí gracias a mí, Cinder. —Masculle y luego se ve al espejo, arregla su cabello teñido y se alisa la falda. El sonido de sus tacones se escucha cada vez menos cuando la puerta se cierra. Pippa, mugre solo me ve con lástima y se va detrás de ella. Si las dos golpearan, no lo soportaría.

No es la primera vez que me ataca. Y siempre pasa cuando le respondo. Paris aprendió Karate cuando era adolescente, a diferencia de mugre, Pippa que ese verano prefirió las clases de violonchelo. Paris es sádica y no le importa hacerte daño, no sólo físico también psicológico y joderte la existencia de por vida. Querrás estar muerto si caes en sus garras, en su chantaje y humillación.

Yo lo sé... sé por qué lo sé...


Once años atrás

Paris y Pippa quieren ir a una fiesta. Mi padre no nos deja salir a fiestas a menos que las fiestas sean en casa y terminen no más de la media noche.

Creo que Paris está enamorada o algo así, hay un chico con el que pasa hablando en su móvil y que muchas veces me tocó encubrir.

Los móviles también están prohibidos hasta que no tengamos diecisiete y sea emergencia.

—Más te vale que te crea, Cinder, porque si no te golpearé—Me amenazó Paris—Las clases de Karate pronto terminarán y soy una de las mejores.

Me lo podía imaginar. Pobre chico. Le había visto con el labio roto la última vez que fingieron hacer tareas. Uno de tantos. El de esta fiesta era otro.

Twisted Cinderella  (Ya en físico y audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora